Enrique Patterson. Publicado el martes, 15 de febrero de 2000 en El Nuevo Herald
La transición cubana, por tardía, será difícil. De tanto dilatarla, el país tendrá al unísono que hacer la transición del monopartidismo a la democracia política, de la economía de estado a la de mercado, de la autarquía
a la globalización, de pensar la política y la economía desde los arcaicos términos del estado-nación a la realidad de una nación que ya habita en diferentes estados nacionales. Tanto es así que, ya hoy, los envíos de la ``mafia'' exiliada
constituyen el rubro económico más seguro del régimen. Demás está decir que la transición también replanteará el problema racial que, en ciertas condiciones, puede tornarse extremadamente conflictivo. Hasta ahora, si bien muchos lo intuyen, no
se ha hecho diría que casi nada --y no me extraña-- para darle terapia preventiva. Es pensando en esa transición que un grupo de negros cubanos, y no sólo cubanos, ha creado el Black Cuban Forum.
La organización, como su nombre lo indica, pretende ser un espacio de discusión y análisis de la problemática negra con aquéllos que, dentro y fuera de la isla, apuesten por una sociedad abierta respetuosa de los derechos civiles y políticos, a la vez
que garantice oportunidades para todos. Más allá de ese marco comprensible la organización no es ni pretende ser una organización más de las ya demasiadas organizaciones políticas del exilio y la isla. Se propone hacer un análisis permanente de la
situación de los negros cubanos en el presente y en la transición ayudando a definir e identificar, así como proponer y desarrollar, canales en que los negros cubanos participen y aprovechen el cambio para propiciar su desarrollo tanto en el plano económico como en la
expresión cultural y política. La apertura debe llegar hasta aquellas zonas donde fueron condenados al silencio aun antes del castrismo. Se trata también de recuperar la voz, de que hablen en lugar de que hablen en su nombre, o de hacerlos presentes como tema folkclórico.
Para quienes piensen, y no creo que sean pocos, que éste es un esfuerzo innecesario, esbozo este escenario que ya en parte es una realidad que le confiere una peligrosa dimensión racial a la transición. Por razones históricas y sociológicas que no cabe analizar
en este artículo, el exilio es fundamentalmente blanco y por ello llamaría blanca a la dolarización de la economía de la isla. Los negros, carentes de la retaguardia exiliada que los subvencione, sufren la dolarización en un momento en que la posesión del dólar
es la única garantía que, en el socialismo cubano, tiene un ciudadano común para no pasar hambre. Ya se ha dicho hasta la saciedad: ``El hambre es negra''. El cubano sin acceso al dólar --la mayoría de los negros entran en esta categoría-- está
condenado a la represión general del régimen y a la del estómago que le impone la economía en moneda nacional. Además, los negocios donde los empleados tienen acceso a divisas, y por lo tanto al pan nuestro de cada día, no se sabe por qué tendencia
histórica o mala conciencia se blanquean: la llenura es blanca.
En Cuba se está formando la futura piñata. Los funcionarios retirados del Ministerio del Interior y del ejército que se desempeñan como gerentes y funcionarios de los hoteles y empresas de servicio al turismo son blancos en su mayoría. Los negros retirados de
esos órganos represivos no se sabe por qué en su mayoría no pasan a desempeñar funciones en esas áreas. Hasta en los testaferros el patrón histórico se repite. Los empleos en el área dolarizada de la economía los obtienen los familiares
y amigos cercanos de estos funcionarios aprendices de capitalistas.
La apertura acentuará esta tendencia en tanto el traspaso nada despreciable de capitales familiares desde Norteamérica hacia Cuba provocará el surgimiento de una clase media y alta casi exclusivamente blanca. El surgimiento de múltiples negocios familiares
eventualmente mejorará la economía de la transición a la vez que reeditará la tradicional estructura socio-racial heredada desde la colonia, que hacía coincidir casi puntualmente la raza con la clase. La clase económicamente alta y la media serían
fundamentalmente blancas, la baja y desempleada, negras. Si a esto le agregamos la falta de criticismo y las tendencias excluyentes y discriminatorias de la mentalidad cubana, ya tenemos los componentes de un conflicto histórico. El futuro de la democracia cubana, en cuanto a su base social,
se juega en la amplitud, composición y fortaleza de la clase media.
Además del estudio y la propuesta, Black Cuban Forum se propone actuar en diferentes áreas, instrumentando programas de distinta índole. Los que carecen de una retaguardia familiar necesitarán instituciones que ayuden en el entrenamiento de la administración de
negocios, en ayuda financiera para pequeñas empresas y en el monitoreo y denuncia de prácticas discriminatorias. También se necesita un órgano que contrarreste la cultura del token y potencie la expresión de la intelectualidad negra en la naciente sociedad civil.
El régimen totalitario ha convertido a los cubanos de la isla en rehenes de una quimera. Salir de esa quimera costará mucho esfuerzo individual y colectivo. Son muchas las tareas a realizar para las cuales faltan instituciones, pero es claro que hay que irlas creando desde ahora.
Si Black Cuban Forum resulta una tarea exitosa, sus proyectos actuales, que no detallo en este artículo, serían un ensayo de las tareas que deberá enfrentar en el futuro. Porque creo en la justeza del propósito estoy entre los miembros que alientan el proyecto.
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