Cuba restaura La Habana Vieja con formas de gestión poco
marxistas
Joaquim Ibarz. La Habana. Enviado especial.La Vanguardia Digital - - 09:16 horas -
27/12/2000
Junto a carteles que proclaman "Socialismo o muerte" se están
incubando nuevas formas de gestión que poco tienen que ver con la
centralizada planificación marxista del castrismo. Las 214 hectáreas
de La Habana Vieja, uno de los patrimonios culturales más importantes de
las Américas, en el que se resumen 500 años de arquitectura magnífica,
son epicentro de un experimento cauteloso que se lleva a cabo con adopción
de métodos de la economía del mercado.
La historia comienza en 1993, cuando Eusebio Leal, historiador de La Habana,
buscaba una manera de salvar los bellos edificios coloniales en peligro. Con una
economía en ruinas, el Estado no podía aportar recursos. Para
buscar una nueva fuente de ingresos, Leal centró su mirada en el conjunto
colonial más rico de América. Pronto se dio cuenta que podía
obtener divisas si se adoptaba una nueva forma de gestión. En 1994, después
de que Leal hablara con un viejo amigo llamado Fidel, el decreto 143 convirtió
a La Habana Vieja en una especie de zona franca. La Oficina del Historiador pasó
a ser un consorcio "de facto" que tenía como activos los
tesoros arquitectónicos de La Habana colonial para convertirse en el
centro gestor de un creciente conglomerado de negocios inmobiliarios, hoteleros
y gastronómicos. Leal llegó a controlar un imperio capitalista
compuesto por dos compañías inmobiliarias, dos constructoras y una
agencia de viajes: Habaguanex, una firma de desarrollo, auténtica máquina
generadora de divisas.
Ingresos millonarios
Desde su creación en 1994, Habaguanex ha restaurado media docena de
hoteles, numerosas posadas y mesones, quince restaurantes, tabernas de tapas
españolas, cafeterías, infinidad de bares al aire libre, docenas
de tiendas, una panadería, una pastelería, etcétera.
Pretende habilitar hasta 25 hoteles antes del 2005.
Aunque Habaguanex es propiedad del Estado y está administrado por un
marxista, sus operaciones siguen al pie de la letra los principios del libre
mercado. El capital extranjero afluye gracias a que la inversión genera
ganancias. La moneda nacional, el peso, no circula en estos hoteles, bares y
tiendas: sólo se aceptan dólares. Se calcula que en 1999 el
consorcio obtuvo unos ingresos de más de 8.000 millones de pesetas, pero
se espera que en el 2002 se alcancen los 35.000 millones. Empresas mixtas con
capital extranjero están acondicionando nuevos hoteles: Cuba aporta
historia, arquitectura, cultura y mano de obra. El socio extranjero que pone el
capital tiene el derecho de explotar el establecimiento durante 50 años y
quedarse con la mitad de las ganancias.
El decreto 143 es una ley muy liberal que, según los expertos,
favorece al inversionista que puede traer y sacar capital con toda libertad, así
como repatriar ganancias. El resultado inevitable es que los cubanos que
trabajan en centros que operan con dólares consiguen más ingresos
que la mayoría de la población, cuyo salario no supera las 4.000
pesetas al mes. La desigualdad social se establece entre quienes tienen acceso
al dólar y los que cobran en pesos. Los cubanos se quejan de que los
relucientes hoteles y bares que restauran sólo los pueden disfrutar los
turistas, ya que ellos no tienen acceso por su escaso poder adquisitivo (un
simple refresco les cuesta cuatro o cinco días de salario). Leal
justifica que Habaguatex se aboque a conseguir dólares diciendo que las
ganancias no están destinadas a gente individual, sino que facilitan
fondos para restaurar nuevos edificios y mejorar la infraestructura y los
servicios sociales del barrio. Señala Leal que, sin coste para los
vecinos, se han mejorado guarderías, casas, alcantarillado y teléfonos.
El buen funcionamiento del consorcio de Leal pone en evidencia a las
ineficientes empresas estatales. El Gobierno reconoce que la única forma
de conseguir divisas es permitir una mínima dosis de capitalismo en el
enclave colonial. Al mismo tiempo, quiere evitar que el dólar circule en
la economía local. El plan es crear pequeños enclaves capitalistas
y dejar inmune el corazón socialista de Cuba. Es una difícil línea
divisoria.
[Domingo, 24 de diciembre de 2000]
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