Se llaman "los informáticos". Son jóvenes que
entran a la Red a pesar de la prohibición oficial · Algunos son
opositores y otros, fanáticos de la computación
La Habana. The Washington Post. Especial.
Clarín digital, diciembre
27, 2000.
Un nuevo tipo de rebelde apareció en Cuba: el "guerrillero"
de Internet.
El estuche de su "laptop" (computadora portátil) ha
reemplazado a la boina como el símbolo de la revolución entre
miles de en su mayoría jóvenes hombres profesionales,
quienes a través de una astucia subversiva han logrado conectarse a
Internet como cualquier otro usuario en el mundo, a pesar de las leyes cubanas,
que prohíben el uso privado de la Red en el país.
Entre ellos se conocen como "los informáticos" y
representan la resistencia a un gobierno que ha buscado ahogar el flujo de
información desde la Revolución, hace cuatro décadas. El
creciente número de cubanos que ignoran las prohibiciones oficiales para
mirar las páginas de los periódicos extranjeros, escuchar música
y buscar cursos de computación "online" avanza cada vez más
rápido en la trabajosa travesía de Cuba hacia la era de la informática.
"Soy miembro de la generación que nació justo después
de la Revolución", señaló un ingeniero de 31 años,
quien al igual que otros usuarios ilegales de Internet accedió a hablar sólo
con la condición del anonimato. "Todos vimos a las enormes
''mainframes'' (computadoras) soviéticas que hacían tan poco. La
PC y la Internet son nuevas formas de pensar independientes. Para nosotros, Bill
Gates y Linus Torvalds son gurúes."
Después de ver cómo el flujo de infor mación ayudó
a alimentar la desintegración de la Unión Soviética, el
gobierno comunista de Cuba apretó las clavijas sobre la tecnología
de Internet, aún cuando el número de usuarios en el resto de América
latina se duplica cada año. Controlar lo que los cubanos leen y escuchan
ha sido parte del gobierno de Fidel Castro desde un principio. En teoría,
los cubanos sólo tienen acceso a periódicos estatales y a la radio
y la televisión que maneja el gobierno, pero varios escuchan regularmente
las emisiones de noticias extranjeras.
El hecho de que la Internet plantea una seria amenaza al monopolio de la
información no ha pasado inadvertido para las autoridades. Cuba tiene una
de las tasas per cápita más bajas de computadoras y teléfonos
en el hemisferio. Sólo unos pocos cubanos, en su mayoría aquellos
con acceso a dólares, pueden comprar una computadora, incluso con
descuentos aprobados por el gobierno. Comprar estos equipos en el mercado negro
es ilegal. Pero, de acuerdo con los disidentes y los fanáticos de la
informática, miles de jóvenes cubanos las adquieren allí,
en una práctica muy bien conocida.
Las conexiones de Internet están prohibidas sin el permiso del
gobierno. Sólo unos 40.000 funcionarios, empresarios y extranjeros, en un
país de 11 millones de habitantes, están autorizados a engancharse
a la Red, según estimaciones del gobierno. Pero otros miles más
encontraron una manera de conectarse sin permiso.
El gobierno cubano está empezando a navegar en las aguas de la era de
la información. Cuba planea abrir docenas de "cyber-cafés"
en La Habana el año que viene con inversión extranjera, además
de gastar unos 100 millones de dólares anualmente para instalar líneas
telefónicas digitales, tecnología inalámbrica y otros
avances que podrían expandir la disponibilidad de Internet.
Aún no se sabe si esta inversión será acompañada
de una liberalización del servicio. Los disidentes cubanos están
convencidos de que la prohibición de tener Internet en casa seguirá
vigente, y que el acceso en lugares públicos estará monitoreado
por el gobierno y será demasiado costoso para los cubanos.
"Castro quiere mantener a Cuba como si fuera una fortaleza medieval
rodeada por un foso", dispara Elizardo Sánchez, un líder
disidente. "Nosotros podemos terminar en prisión por usar la Red,
aunque no sé si alguien ya fue detenido por eso. Tenemos que tener amigos
en el gobierno que nos ayuden a tener acceso."
Otros directamente roban el servicio utilizando en sus casas los
''passwords'' (claves) asignadas a las empresas en las que trabajan. "Somos
un grupo grande de entusiastas. De alguna manera, somos clandestinos",
explica uno de ellos.
Otros llevan sus ''laptop'' al hombro para reunirse a la noche con otros
tantos en algún lugar de La Habana para chatear.
"Para mí esto no es un crimen", dice un "informático"
y explica: "Si distribuyera propaganda antigubernamental en la Web, eso sí
lo sería."
"No somos distintos a otras personas con computadoras en el mundo agrega.
Pero aquí tenemos que ser más creativos porque tenemos pocos
recursos. Y tenemos que tener cuidado, porque esto es Cuba".
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