La devoción sincretista crece al agudizarse las penurias económicas
de los cubanos
Decenas de miles de peregrinos piden la intercesión de un santo
envuelta en la santería afrocubana
Joaquim Ibarz. La Habana. Enviado especial.
La Vanguardia Digital.- 13:46 horas -
19/12/2000
Exhausta, tendida boca abajo, con los brazos y las piernas extendidos, Marta
toma aliento para continuar arrastrando el cuerpo unos 50 metros más,
hasta cumplir su promesa a san Lázaro. Ya viene entrando por el atrio de
la iglesia de El Rincón, a unos 20 kilómetros de La Habana.
Arrastra un gran pedrusco que lleva atado a un pie y una cajita en la que la
gente deposita pequeñas donaciones. Cubierta de sudor y tierra se
detiene. "Sigue mamita, que ya vas a llegar", le gritan. Exhausta, la
mujer canta: "Ay, San Lázaro bendito, mi viejo Babalú Ayé,
yo te debo, yo te cumplo". Y sigue arrastrándose escalera arriba,
los codos y la espalda cubiertos de raspones. Decenas de miles de peregrinos de
toda Cuba desbordaron la escasa capacidad del santuario de San Lázaro y
la población de El Rincón, en la mayor manifestación
religiosa sincretista de la isla.
La multitud comenzó a llegar desde las primeras horas del pasado sábado
para celebrar la festividad del santo cristiano y de Babalú Ayé,
una deidad afrocubana que forma parte de la santería, religión de
raíces africanas en la cultura popular de Cuba. La devoción perduró
a pesar de que el régimen cubano hasta fecha reciente no toleró la
religión de manera oficial. La afluencia de gente a san Lázaro
aumentó al agudizarse las penurias económicas. El santuario está
dedicado a San Lázaro obispo, pero la devoción popular se dirige más
al viejo Lázaro baldado y con muletas, lleno de úlceras y
despreciado por los ricos. Los dos Lázaros y Babalú Ayé
tienen en común que son las figuras que protegen contra la lepra, la
viruela, la sífilis, el cólera y ahora el sida.
Los fieles piden salud y mejoría económica, dejan limosnas,
objetos, flores y velas encendidas. La tradición de la caminata del 17 de
diciembre es la que mayor número de fieles congrega entre todas las
manifestaciones religiosas cubanas, con una mezcla de signos y devociones católicas,
paganas y santeras, que se funden en un fenómeno único. En San Lázaro
se resumen los rasgos propios de la religiosidad de la isla: el milagro, la
devoción reiterada, la asociación a los problemas cotidianos, la
constitución de grupos organizados. A lo largo del camino, muchos devotos
se arrastran llenos de lodo y polvo; llevan consigo piedras, maderos en cruz y
ofrendas. Cada cual porta una razón que alimenta su fe. Avanzan sin pausa
durante toda la jornada. Vienen a dejar una ofrenda, a cumplir una promesa, a
saludar a Lázaro-Babalú Ayé, a pedirle una gracia o un
milagro. Hace tres años, Antonio no era creyente. Pero enfermó, y
para sanar le hizo una promesa a san Lázaro. Sanó. Hoy pide pan y
leche para su hijo. Nilson Torres caminó descalzo 21 días para
cumplir una promesa, y Alberto Rodríguez se arrastró sobre el estómago
a lo largo de un camino rural, llevando tres ladrillos atados a su pierna
derecha. Decenas de personas depositaban flores y monedas frente a la estatua
del santo. Muchos jóvenes que no conocen la letra del padrenuestro
cierran los ojos desaforadamente para pedirle algún favor al santo.
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