Rafael Poch. Moscú. Corresponsal.
La Vanguardia Digital - España.
03:45 horas - 13/12/2000
Abandonar a Cuba al inicio de los noventa fue "incorrecto", dijo
ayer Vladimir Putin, antela primera visita a la isla de un jefe de Estado ruso
en más de diez años. Este viaje es el reconocimiento de Moscú
de que su apuesta exterior tras la disolución de la URSS fue un error.
Ahora Rusia quiere corregir, pero ya no puede volver a bañarse en el
mismo río. Ya no es una superpotencia, y los agujeros que dejó en
Cuba los han ocupado otros. Sin embargo, hay mucho que hacer en La
Habana.Empezando por lo estratégico-militar, la isla sigue siendo una
estupenda base para incordiar a EE.UU. Ya no se trata de aquel pulso a dos de la
guerra fría, pero la esencia es la misma. "Cuando ellos se han
metido en el Cáucaso, en Ucrania, en Asia Central, Cuba vuelve a tener
sentido", dice un alto funcionario militar. En realidad, Rusia nunca se fue
militarmente de Cuba. Incluso en 1992, cuando Eltsin y los suyos despreciaban la
isla, la estación de radioescucha de Lourdes seguía ahí
manteniendo la oreja rusa sobre el gran hermano. Hoy, "sentimos un interés
renovado por esas cosas" confiesa un diplomático cubano en Moscú.
"En Washington todo esto no gusta nada, pero que Estados Unidos sea la única
potencia no significa que tengamos que organizar nuestra política
exterior a su gusto", dice "Nezavisimaya Gazeta", llamando a "recuperar"
relaciones con Cuba y los antes despreciados Vietnam, Laos o Mongolia.
En la isla hay chistes sobre rusos, pero nada parecido al sentimiento "antigringo"
de Sudamérica ni al también comprensible antisovietismo de la
Europa del Este, porque Cuba nunca fue colonia de Moscú sino matrimonio
de conveniencia, explica un latinoamericanista moscovita. Hay en la isla, dice,
hasta una cierta lástima hacia Rusia, "un país antes grande y
orgulloso, tomado por la cleptocracia, estancado en la ineficacia y la corrupción".
Para el Partido Comunista Cubano, continúa, Rusia "es un modelo de
lo que no hay que hacer en ningún caso, un argumento de peso para no
cambiar", por lo menos siguiendo el recetario americano-occidental.
Y Cuba sigue ahí. En 1994, su crisis tocó fondo sin consagrar
el derrumbe profetizado. Todo ha cambiado. Si con la URSS producía 0,7
millones de toneladas de petróleo y recibía 7 millones de Rusia,
hoy produce 2 millones, recibe de Moscú 0,7 y el resto le viene de
Venezuela, México y del ahorro. Rusia sigue recibiendo azúcar
cubano, pero de la forma más irracional: a través de un ejército
de intermediarios que alimenta la corrupción. El gran reto de Putin es
que los acuerdos para volver a cambiar azúcar por petróleo se
cumplan, porque en los últimos años Rusia ha sido un país
de sistemático incumplimiento de acuerdos, no sólo con Cuba, sino
con todos.
© Copyright La Vanguardia Digital 1995 - 2000. All Rights Reserved |