Publicado el 12 de diciembre de 2000, en
El Nuevo Herald
Revelan la otra cara de la salud pública
Wilfredo Cancio Isla. El Nuevo Herald
La "cara oculta'' del sistema de salud pública en Cuba es
objeto de un libro que acaba de publicarse en Miami con la colaboración
de periodistas independientes y doctores residentes en la isla.
El volumen Salud Pública Cubana,
otro perfil, editado por la agencia Cubanet, recoge testimonios y análisis
informativos de 14 autores que revelan las carencias y contradicciones de la
medicina cubana, convertida en perenne tema de propaganda por el régimen
castrista.
"Este no es un proyecto concebido para desmentir, sino para
desmitificar las visiones paradisíacas con que el gobierno cubano suele
presentar los logros de su sistema de salud pública'', afirmó el
escritor Antonio Conte, editor y prologuista del libro.
Conte indicó que la idea surgió tras la avalancha de artículos
sobre el tema que Cubanet acumuló en los últimos tres años,
los cuales aparecieron en la página electrónica www.cubanet.org. "Pensamos
que por las diversas repercusiones que tiene hoy la salud pública para la
población cubana, era importante compilar estos materiales en un
volumen'', explicó el editor, que abandonó la isla en 1990.
Uno de los aspectos más polémicos que aborda el libro es el
llamado "apartheid de salud'', el sistema paralelo para extranjeros que
pagan por su atención médica en las instituciones hospitalarias de
la firma corporativa Servimed.
"Los gobernantes cubanos consideran que la isla se ha convertido --en
la esfera de la salud-- en un gigante moral. Otros, en cambio, teniendo en
cuenta que Servimed pertenece a la corporación Cubanacán S.A., se
preguntan: '¿Significará esta sigla Salud con Apartheid?' '', relata
Ricardo González Alonso, uno de los autores antologados.
Otros candentes asuntos que aparecen reflejados en las 100 páginas
del volumen son:
La carencia de medicamentos y el uso indiscriminado de la "medicina
alternativa''.
Las vicisitudes de un ingreso hospitalario para los ciudadanos nacionales.
Las estadísticas falseadas o silenciadas sobre índices de
mortalidad infantil, peso corporal de los recién nacidos, abortos y
suicidios.
La invalidación de títulos a destacados profesionales de la
salud por expresar desacuerdos con el sistema político, así como
la resolución ministerial 54/1999, que impone trabas para la emigración
de los médicos.
La salida de Salud Pública Cubana. Otro perfil coincide con una
poderosa campaña publicitaria que el gobierno cubano ha puesto en práctica
para promover la colaboración médica en el exterior y
contrarrestar los crecientes casos de deserciones de profesionales de la salud
en Africa y América Latina. El propio gobernante Fidel Castro ha sugerido
la publicación de libros que divulguen el aporte de la "colaboración
médica internacionalista'' en el Tercer Mundo.
Cubanet, fundada en 1995, está comercializando el libro en su página
en la internet y espera hacerlo llegar a importantes instituciones médicas
de Estados Unidos.
Moscú se lanza al rescate de un viejo 'socio'
Armando H. Portela. El Nuevo Herald
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, inicia hoy en Cuba una de las
primeras visitas al extranjero en su mandato. No es casual. Revela el interés
del Kremlin por mejorar su modesto cuarto lugar entre los actuales socios
comerciales de La Habana.
A Putin le disgusta el enfriamiento de las relaciones entre ambos países.
"Cuba es nuestro socio comercial tradicional en el mundo y, en primera
instancia, en América Latina.''
Por su parte, las autoridades de la isla, hartas de soportar recurrentes críticas
por la situación de los derechos humanos y las impertinentes exigencias
de apertura por parte de otros socios, parecen ansiosas por estrechar el abrazo
con un Moscú indulgente que no pondría estos temas sobre el
tapete.
Cuba es uno de los mayores deudores de Rusia, con una cuenta difícil
de calcular con exactitud, pero estimada en más de $20,000 millones, de
la que nadie en su sano juicio cree que los acreedores rusos verán un
centavo a no ser que Moscú logre una relación más atractiva
para ambos. El cambio de la deuda por una parte ventajosa en la reactivación
de la infraestructura cubana parece ser la vía.
Tras la caída del Muro de Berlín quedaron en la isla unas 600
obras a medio construir, cuyo valor se estima en $15,000 millones. Entre ellas
hay algunas claves, como la central nuclear de Juraguá y la planta de níquel
de Las Camariocas.
La Habana, que ha tratado sin éxito de encontrar quienes se encarguen
de financiar los gigantescos costos, podría por fin ponerlos en manos de
sus autores; después de todo las únicas que parecen dispuestas a
aceptarlos. "¿Quién, si no nosotros, puede tomar parte en
reconstruir o restaurar esas empresas pensando en su futuro'', dijo Putin el
lunes.
Uno de los proyectos a revisar sería el de la terminación del
primer reactor de la central nuclear de Juraguá, en Cienfuegos,
abandonado en 1990 cuando estaba a un 75-80 por ciento de terminación.
La presencia en la delegación del Ministro de Energía Atómica
de Rusia, Evgueny Adamov, revela la intención de encontrar la manera de
llevarlo a término, para lo cual los expertos estiman que son necesarios
$500 a $600 millones en dos a cinco años.
De acabarlo, opina la revista rusa Expert, Rusia garantizaría para el
futuro --cualquiera que éste sea-- su presencia en la isla como
propietaria de una central generadora, a la vez que por décadas
suministraría alta tecnología para esta industria. La inversión,
opina la fuente, sería recuperable en 10 años a través de
la venta de electricidad a los propios cubanos.
Un tema que será discutido es el de la participación rusa en
la industria cubana del níquel. Hace unos meses, Rusia expresó su
interés en terminar la construcción y luego explotar la planta de
níquel Las Camariocas, en Moa.
Diseñada para producir 30,000 toneladas anuales, su construcción
se detuvo en 1991 cuando se encontraba al 85 por ciento de terminación.
La inversión requerida es de unos $300 millones.
Según ha trascendido, Rusia cambiaría su participación
en el proyecto por el descuento de $130 millones de la vieja deuda con la ex
URSS, una cantidad equivalente a la inversión original soviética.
Las relaciones militares parece que serán también tema de análisis.
Junto a Putin viaja el ministro de Defensa ruso, Igor Sergueyev. El Kremlin
insiste en que los temas militares no desplazarán a los económicos.
Pero una fuente dentro del Ministerio de Defensa afirma que la discusión
de temas militares puede ser "una de las de mayor interés'' y agrega
que "las partes no tienen motivo para limitar futuros contactos en lo
militar''
La infiltración de un espía cubano empezó a
planearse en los años 80
Según una carta, el acusado estaba en Cuba en marzo
de 1988
Rui Ferreira. El Nuevo Herald
En un maletín de viaje que tenía escrito en un costado el
slogan "Cuba Te Espera'', las autoridades encontraron indicios de que la
infiltración de un supuesto espía cubano empezó a ser
planeada a fines de los 80.
Uno de esos indicios es una carta enviada el 7 de marzo de 1988 al registro
civil de Chicago, Illinois, donde la abuela del acusado René González
pidió una partida de nacimiento de su nieto, ya que él --por
encontrarse en Cuba-- no podía hacerlo personalmente.
Nacido en Estados Unidos, González fue llevado a la isla por sus
padres a finales de los 50. Allí creció, se casó, tuvo dos
hijos y se hizo piloto. "Es un veterano de Angola'', dijo su abogado,
Philip Horowitz, refiriéndose a la participación cubana en el
conflicto militar que asoló ese país africano en las décadas
de los 70 y los 80.
Las autoridades también encontraron el recibo de una solicitud de
licencia de conducción hecha por González el 2 de enero de 1991.
La licencia fue emitida 17 días más tarde, y renovada en 1994.
Tanto la carta de la abuela como la licencia decían que el supuesto
espía residía en Sarasota, Florida, pero fuentes consultadas por
El Nuevo Herald aseguran que jamás vivió en esa ciudad del centro
del estado, sino que a su llegada a Estados Unidos fue recogido por una anciana
tía que aún vive en el suroeste de Miami-Dade.
González llegó a Cayo Hueso el 8 de diciembre de 1990 en una
avioneta de fumigación diciendo que había escapado de la isla
porque el gobierno no lo dejaba salir, y enseñó al Servicio de
Inmigración y Naturalización una fotocopia de su certificado de
nacimiento.
La documentación fue mostrada ayer por la fiscalía durante el
tercer día de sesiones del juicio a González, Gerardo Hernández,
Fernando González, Ramón Lavadiño y Antonio Guerrero,
acusados de pertenecer a una red de espionaje cubano desbaratada por el FBI en
el sur de la Florida en septiembre de 1998.
Según la acusación, González logró infiltrarse
en las organizaciones exiliadas, pero su abogado dijo que en realidad era un
informante del FBI.
Cuando era piloto de Hermanos al Rescate, "gente del [desaparecido
Partido Unidad Nacional Democrática] PUND le pidió que
transportara drogas desde Honduras. Preocupado, mi cliente sabía que [el
también supuesto espía, ahora prófugo] Juan Pablo Roque tenía
un primo en el FBI y le pidió ayuda'', dijo el lunes el abogado Horowitz.
Esto condujo al arresto y condena de Héctor Viamonte, dirigente del
PUND, lo que terminó en la virtual desaparición del grupo.
González fue expulsado de Hermanos al Rescate a mediados de los años
90, cuando miembros de la organización descubrieron que "andaba con
gente que estaba en algo de drogas'', dijeron fuentes a El Nuevo Herald.
Incluso, se vio envuelto en un incidente con la Agencia Contra las Drogas (DEA).
Al regreso de un vuelo, miembros de esta agencia lo esperaron en el aeropuerto
de Cayo Maratón, donde lo tiraron al piso y lo encañonaron, junto
al resto de la tripulación, revelaron las fuentes.
Ayer la DEA no devolvió llamadas de El Nuevo Herald.
La verdad tras el corte telefónico
Pablo Alfonso.
Detrás del corte telefónico anunciado para este viernes, la
dictadura cubana oculta algunas verdades. Son las razones verdaderas por las
cuales, Fidel Castro decretó interrumpir el servicio telefónico
directo entre Cuba y Estados Unidos.
El régimen castrista alega que el corte es consecuencia de una ley
aprobada por el Congreso estadounidense que permite utilizar fondos del Estado
cubano congelados en bancos norteamericanos . Parte de esos fondos servirán
para indemnizar a los familiares de los pilotos de Hermanos al Rescate,
asesinados por Mig's cubanos en febrero de 1996.
La represalia castrista se traduce en un impuesto que añade $0.245
centavos a la tarifa de $1.20 por minuto, vigentes para las llamadas a la isla
que se originen en Estados Unidos. El impuesto entró en vigor el 27 de
octubre, y el primer plazo para su pago expiró el pasado 30 de noviembre,
pero las compañías norteamericanas que negocian con Cuba no pueden
pagarlo. Las autoridades norteamericanas lo han prohibido, alegando que viola el
acuerdo actual y encarece abusivamente el servicio a los consumidores que, ya
es, uno de los más altos del mundo.
En resumen, así está planteada la crisis.
Sin embargo, tras esa aparente represalia enarbolada por Castro hay otra razón.
La dictadura cubana sabe, desde hace algún tiempo, que en los próximos
meses tenía que negociar una tarifa más barata con las compañías
norteamericanas.
También sabe que la Comisión Federal de Comunicaciones de
Estados Unidos (FCC) concluyó un estudio de las tarifas telefónicas
entre EU y varios países del mundo para ajustar sus precios. Entre esos
ajustes están las llamadas a Cuba. Según la FCC, organismo que
regula las comunicaciones en Estados Unidos, a partir de abril de 2001 la tarifa
a Cuba será de $0.39 centavos el minuto, de los cuales la mitad serían
para la empresa cubana ETECSA S.A y la otra parte para la compañía
norteamericana correspondiente.
Cuba recibe actualmente unos $80 millones anuales por las llamadas telefónicas
con Estados Unidos, pero esa cifra quedaría reducida a unos $20 millones
con la tarifa propuesta. Para Castro, el costo político de las
comunicaciones sería entonces mayor que sus utilidades económicas.
Dentro de ese contexto, la ley antiterrorista aprobada por el Congreso
norteamericano fue una formidable oportunidad para Castro. La dictadura cubana
sabe que es demasiado impopular oponerse a tarifas más bajas. Pero crear
una crisis como la actual, para defender supuestos intereses de soberanía
nacional es una 'mercancía' más presentable.
Por otra parte Castro, quiere una crisis para negociar el resto de los
fondos congelados en Estados Unidos, que ascienden aproximadamente a $160
millones de dólares.
Por el momento las llamadas a Cuba continuarán a través de
terceros países. La dictadura no tiene posibilidades de interrumpirlas
completamente a pesar de sus amenazas. Quizás será mayor el tiempo
de espera. También podría ser más costoso el servicio. Todo
depende de hasta dónde Castro quiera llevar esta crisis. De cualquier
modo serán las familias cubanas, a ambos lados del Estrecho de la
Florida, quienes sufran las consecuencias
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