El País. Lunes 4 diciembre 2000 - Nº 1676
El puente funerario Miami-La Habana
El traslado de los restos de exiliados a la isla para ser enterrados en
su tierra se ha convertido en una curiosa vía de encuentro de las 'dos
Cubas'
MAURICIO VICENT.
Algunos vecinos llevaban tiempo quejándose del mal olor que había
en esa zona de Miami Lake: era un hedor penetrante, desagradable; una peste que
olía a flor marchita y a formol.
En aquella esquina, situada en las proximidades del aeropuerto de Opa-Locka,
donde confluyen la avenida 60 y la calle 152, hay diversos negocios. Uno de
ellos es una pequeña marisquería y hasta el mes de octubre, cuando
la policía se presentó en el lugar, la gente creyó que de
allí era de donde salía aquella putrefacción.
Para sorpresa de todos, no era así. Al desembarcar en el barrio, los
agentes no se dirigieron al comercio sospechoso sino a One Price Burial, una
funeraria aledaña que da servicio de embalsamamiento a varias empresas de
pompas fúnebres de Miami. En su interior hallaron cinco cadáveres:
estaban en el suelo de un gran frigorífico, envueltos en bolsas de plástico
y al parecer llevaban bastante tiempo allí.
"Era realmente una casa de los horrores", declaró al
concluir el operativo policial el capitán Ray Secades, jefe de la Unidad
Intergubernamental de Miami-Dade.
La noticia fue difundida por la prensa, pero no hubiese levantado más
polvareda que otros casos truculentos ocurridos en la ciudad a no ser por lo que
se descubrió después: varios de los cuerpos encontrados en One
Price Burial eran de ciudadanos cubanos que iban a ser enviados a la isla, donde
recibirían sepultura. Ésa había sido su última
voluntad y sus familiares en Miami habían pagado 6.000 dólares
(1,2 millones de pesetas) para que se cumpliese.
El dueño de One Price Burial, Frank H. Streetner, fue detenido el 2
de octubre. Un día después la policía arrestó a
Rafaiy Alkhalifa, un empresario libanés propietario de varias funerarias.
Ambos fueron acusados de cargos relacionados con la forma en que manipulaban los
cadáveres y después de pagar una fianza fueron puestos en libertad
.
La policía actuó contra One Price Burial tras recibir
denuncias de que algunos "clientes" de esa funeraria llegaban a los
cementerios de Miami en "ataúdes que rezumaban líquidos".
En otra ocasión, a Streeter se le cayó accidentalmente un cadáver
en plena calle al sacarlo de una furgoneta, lo que provocó las quejas de
varios testigos horrorizados.
De modo fortuito, el caso de Miami Lake llamó la atención
sobre un fenómeno que hasta ese momento había pasado inadvertido:
cada vez son más los exiliados que deciden que sus restos reposen en
Cuba, aún con Fidel Castro en el poder.
Si bien la cifra es todavía pequeña, para algunos el hecho
tiene gran simbolismo. Hace tan sólo unos años era impensable que
algo así pudiese suceder.
"Entre enero y septiembre hemos tenido unos 20 casos. Muchos son
personas mayores que se fueron de Cuba al triunfo de la revolución",
afirma al otro lado del Estrecho de la Florida Lorenzo Cruz, subdirector de los
Servicios Necrológicos de La Habana.
Cruz es uno de los responsables en Cuba de coordinar los velatorios y
entierros de los exiliados. "Este fenómeno ha cobrado fuerza en los últimos
seis años. Antes no era frecuente, uno o dos casos al año. Ahora
atendemos unos treinta casos anualmente".
Eso sin contar los que son incinerados en Estados Unidos y luego sus cenizas
son llevadas discretamente a Cuba por sus familiares.
Enviar un muerto a Cuba nunca ha estado prohibido por el embargo que Estados
Unidos mantiene contra la isla. "Pero", afirma el dueño de una
funeraria en Miami, "lo cierto es que hasta ahora sólo se hacía
en casos excepcionales". Del mismo modo, si viajar a Cuba y enviar dinero a
la isla antes era considerado por el núcleo duro del exilio como una
traición, hoy ambas cosas son normales. Los datos hablan: en 1999 más
de 80.000 cubanoamericanos visitaron su país y se calcula que el monto
anual de las remesas enviadas por los emigrados superan los 700 millones de dólares
(unos 140.000 millones de pesetas), más de lo que obtiene La Habana por
la venta de azúcar.
Las razones del incremento de estos fenómenos, y de que el exilio más
recalcitrante haya tenido que asumirlos, son diversas. Por un lado, la euforia
que recorrió Miami a comienzos de los noventa se ha desvanecido. La
realidad se ha impuesto: Castro no ha caído ni caerá mañana.
Sin duda, el envejecimiento, el factor nostalgia y el cambio demográfico
que ha experimentado el exilio también han influido.
"Hasta 1980 las dos terceras partes de esta comunidad estaba
constituida por gente que llegó en los sesenta, personas que lo perdieron
todo y que prácticamente no dejaron familia, el auténtico exilio
político", afirma Lisandro Perez, director del Cuban Research
Institute de la Universidad Internacional de la Florida (FIU). "A partir
del Mariel, y después con el éxodo de los balseros, llegó
otra generación de cubanos. Vinieron, principalmente, a buscar una nueva
vida, a progresar, y dejaron atrás a padres y hermanos". El exilio
político, asegura Pérez, es hoy una tercera parte de la comunidad
cubana en EE UU, integrada por 1.500.000 personas, aproximadamente.
¿Está cambiando el exilio de Miami? ¿Se empieza a imponer
la flexibilidad al odio después de 40 años de mutua intolerancia?
Para el nuevo director general de la Fundación Nacional Cubano
Americana, Joe García, de 36 años, el exilio sigue siendo el mismo
y está unido como una roca en torno a la misma causa: que acabe la tiranía
de Castro. Afirma que el cambio generacional y la transformación demográfica
no ha supuesto un debilitamiento. Un ejemplo, dice, es él mismo, hijo de
exiliados y nacido en EE UU, pero dispuesto a tomar el relevo. Otro, el caso Elián,
que movilizó por igual a viejos y a jóvenes, a balseros y a históricos
para una misma lucha. Las tesis de la FNCA no han cambiado: mantener el embargo,
aumentar la presión contra Castro y nada de diálogo. "174
grupos del exilio defendemos esta posición", dice, "sólo
dos o tres la contraria".
Uno de esos grupos es el de Gutiérrez Menoyo, Cambio Cubano. Para él,
lo de los entierros en Cuba, las remesas y los viajes, sí indican que se
está produciendo un cambio. "Hace cinco años a mí me
insultaban y me llamaban dialoguero; hoy hay un reconocimiento, un respeto,
hemos abierto un espacio". Menoyo -que pasó 22 años en una cárcel
cubana por alzarse contra Castro- denuncia la falta de libertad en su país,
pero cree que el bien de Cuba pasa necesariamente por el diálogo. "Cada
vez más, la mayoría silenciosa del exilio está en la línea
de la tolerancia", afirma, "pero la derecha más intransigente
es la que tiene el poder y el dinero y su voz es la única que se escucha".
Una encuesta de la FIU realizada en septiembre entre 1.975 cubanos
residentes en Miami arrojó los siguientes datos: el 49% del exilio hoy es
favorable al diálogo (frente a un 36% en 1995) y el 66% está de
acuerdo con flexibilizar el embargo sobre las medicinas (un 54% en 1997). Pero
los exiliados se declaran mayoritariamente a favor de que EEUU mantenga la política
de hostigamiento hacia la isla y el 92% apoya la actitud mantenida por el exilio
durante el caso Elián.
La encuesta parece reflejar, pese a las contradicciones, que poco a poco se
va imponiendo la moderación dentro del exilio. Aún así, el
académico Lisandro Pérez es pesimista. "Es cierto que la
realidad ha obligado a que el exilio se abra, se haga más flexible, pero
en lo político apenas hay avances. El discurso duro del exilio no ha
cambiado, no hay nuevas propuestas políticas, al menos yo no las he visto".
¿Cuándo murió?
La política es la política y la vida es la vida. En Cuba el
discurso dice Socialismo o muerte, pero, a raíz de la legalización
del dólar, los cubanos en la calle se alejan de las consignas y actúan
como capitalistas. En Miami ocurre algo similar: el discurso oficial es el de la
derecha intolerante, pero los exiliados viajan a la isla y son los primeros que
rompen el embargo enviando remesas a Cuba.
"En los dos sitios estamos igual, esperando". Mientras Lisandro
habla en su despacho de la FIU (es lunes 13 de noviembre), en la Funeraria
Nacional de Rafaiy Alkhalifa, las cosas están movidas. El próximo
viernes tienen que mandar dos cadáveres a Cuba.
Pese a su problema con la justicia tras el hallazgo de los cadáveres
en Miami Lake, Alkalifa no ha abandonado el negocio. Un negocio jugoso, si se
tiene en cuenta que el precio del servicio -con velatorio en Miami incluido,
pasaje de avión y trámites burocráticos- es el triple de lo
que cuesta enviar un cadáver a Perú.
Para los periodistas es difícil encontrar a Alkhalifa en Miami, pero
sus empleados no tienen reparos en hablar con posibles clientes.
"Somos los únicos que tenemos licencia del Departamento del
Tesoro para llevar cadáveres a Cuba. Además, acompañamos al
fallecido y se lo entregamos allí a la familia. En los últimos dos
meses yo misma he llevado seis. ¿Cuándo dice que murió la
persona?", pregunta por teléfono Esmeralda Kennedy, una de las
especialistas.
Otra empleada de la Funeraria Nacional explica que el servicio es cada vez más
requerido. Sus cifras difieren de las de Lorenzo Cruz. "Más o menos
son unos cuarenta al año. La mitad son gente mayor. Quizás sea la
nostalgia, o que la vida se impone".
Funcionarios de El Salvador desmienten las acusaciones de Castro
JUAN JOSÉ DALTON, San Salvador
Dos importantes funcionarios del Gabinete del presidente de El Salvador,
Francisco Flores, acusados por el mandatario de Cuba, Fidel Castro, de dar apoyo
al anticastrista Luis Posada Carriles, detenido en Panamá por actos
terroristas, desmintieron sus denuncias y aseguraron que no tiene fundamento.
El comandante Fidel Castro involucró el pasado jueves a un ministro y
a un presidente de una institución estatal por prestar apoyo a Posada
Carriles, en declaraciones exclusivas a un canal de la televisión
salvadoreño.
Uno de los principales implicados es el ministro del Interior, Mario Acosta,
de quien Castro aseveró que apoyaba las actividades de Posada Carriles en
San Salvador, así como su esposa, a quien señaló como
pariente de un salvadoreño detenido en Cuba por actos terroristas
cometidos en 1997.
Sin embargo, aunque el funcionario reconoció que su esposa es
pariente lejana de Otto Rodríguez Llerena (quien, junto al también
salvadoreño Raúl Cruz León, fue encontrado culpable de
atentados con dinamita en Cuba), negó que ello implique apoyo a Posada.
Además, dijo, "uno se casa con una persona, no con los parientes".
El otro alto funcionario local mencionado por Castro, el presidente de la
compañía nacional de electricidad, Guillermo Sol Bang, negó
igualmente que haya apoyado a Posada Carriles, a quien dijo haber conocido hace
cinco años con el nombre de Ignacio Medina durante una "cacería
de patos".
El anticastrista ha usado dos identidades: Ignacio Medina y Franco Rodríguez
Mena, ambas justificadas con documentos legales salvadoreños.
Supermercados Sol
El mandatario cubano aseguró que Sol Bang era propietario de los
Supermercados Sol, lo cual desmintió el funcionario, quien aseveró
además que ese aspecto le hizo retroceder ocho años en su memoria,
porque cuando estuvo secuestrado en 1991, quienes lo tuvieron en cautiverio
durante 189 días le preguntaban si era el dueño de Sol.
Entretanto, el director general de la Policía, Mauricio Sandoval,
aseguró públicamente que "no hay nada que investigar sobre el
presunto involucramiento de funcionarios locales con las actividades de Posada".
Agregó además que las acusaciones de Castro no tienen
fundamento y "mucho menos establecen relaciones delictivas con otras
personas" en El Salvador, donde la inteligencia cubana asegura que Posada
Carriles ha tenido su base para planificar atentados contra Fidel Castro y
sabotajes a las instalaciones turísticas en Cuba.
Castro retrasa su llegada para no coincidir con Zedillo
J.J.A, México. Sábado 2 diciembre 2000 - Nº
1674
Fidel Castro, retrasó su llegada a México para evitar su
asistencia a la cena de gala ofrecida por su adversario, el presidente saliente,
Ernesto Zedillo, a los jefes de Estado y de Gobierno invitados a la investidura.
Las relaciones bilaterales atraviesan su peor momento desde el triunfo de la
revolución cubana, al romper Zedillo la tradicional política
mexicana de "entendimiento" con la isla y pedir públicamente la
instauración de la democracia y las libertades.
El activismo a favor o en contra de la revolución, presente en todos
los países visitados por el comandante con motivo de las cumbres
iberoamericanas, revisten especiales características en México, el
único país que rechazó el aislamiento de Cuba decidido por
la Organización de Estado Americanos (OEA), a instancias de Estados
Unidos, a principios de los años sesenta, cuando los barbudos de Sierra
Maestra se declararon comunistas.
Comandante Fidel Castro, es usted bienvenido, proclaman diversas
organizaciones de izquierdas mediante cientos de carteles pegados en las calles
recorridas durante la mañana de ayer por el jefe revolucionario desde el
aeropuerto al Congreso. "Instaure en Cuba la democracia", le piden en
un manifiesto la veintena de intelectuales que condena su presencia en México.
El autor y analista de izquierdas Carlos Monsivais y el historiador Enrique
Krauze, entre ellos, criticaron su presencia en el Congreso y que el Parlamento
local del Estado de México, uno de los 32 en que se divide el país,
le rindan homenaje. Acusan a Castro de dirigir un régimen "que se ha
caracterizado por la violación sistemática de los derechos humanos".
Diferencias manifiestas
Se trata de la tercera ocasión en que Fidel Castro, que preparó
en México, entre 1955 y 1956, la revolución contra la dictadura de
Fulgencio Batista, asiste a una investidura presidencial en este país.
Las diferencias de México con su gobierno quedaron puestas de manifiesto
abiertamente durante la IX Cumbre Iberoamericana, celebrada en La Habana el año
pasado. "No puede haber naciones soberanas sin hombres y mujeres libres,
que puedan ejercer cabalmente sus libertades esenciales", dijo Zedillo en
el discurso de esa cumbre.
El pasado día 15, en la Cumbre de Panamá, el presidente
mexicano saliente apoyó activamente la resolución contra el
terrorismo de ETA presentada por El Salvador, aprobada con los votos de todos
los jefes de Estado y de Gobierno excepto Cuba. Por su parte, el presidente
cubano, en una reciente declaración, dijo que existe ahora "un México
diferente", que sigue las instrucciones del Tratado de Libre Comercio
(Estados Unidos, Canadá y México), y de su principal socio, el
gobierno de Washington. La cancillería mexicana no respondió "por
cortesía". No hay certidumbre sobre el curso de las relaciones
durante la administración de Fox.
Un matrimonio difícil
ROGER SALAS, Sábado 2 diciembre 2000 - Nº 1674
La producción estrenada en Valencia es un cúmulo de cosas
nuevas y viejas, unas que se salvan y otras que no. Alicia Alonso no ha movido
un paso de su lectura, su propia versión de este clásico, que
tiene dentro el trabajo de ella misma y de otros, como Mary Skeaping, Fernando
Alonso, Azari Plisetski y José Parés. La reputación de esta
versión está probada en su validez, sus dificultades virtuosas y
su éxito. Abordar una nueva producción entraña riesgos,
sobre todo al intentar unirse esa coreografía de tradición con un
buen escenógrafo que lee la obra recreándola desde la óptica
decimonónica de los telones realistas pintados y un modista con estilo
propio tan marcado como es Francis Montesinos. Escenografía y vestuario
luchan por hermanarse, pero eso pasa solamente en momentos aislados.
Francis Montesinos ha hecho un vestuario de cuidada factura artesana con
hallazgos como el traje del brujo del tercer acto, sus cisnes blancos o la danza
española. Ha sido fiel a sí mismo. Reymena, sin embargo, se atiene
demasiado al tecnicismo del telón tradicional.
De los intérpretes hay que destacar a Joel Carreño en el papel
del bufón. A pesar de sus gestos dudosamente académicos, de su
gestualidad efectista y anticuada, Lorna es una excelente bailarina, dotada en
lo técnico hasta rozar, por instantes, la perfección. Pero el
secreto de una prima ballerina está en mantener el fuste, la tensión
estética, el ritmo plástico, a lo largo de toda la obra, y aquí
ella cede, se vuelve a veces una bailarina balletómana, descuida el tempo
y el estilo por la concesión a una brillantez de dudosa validez.
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