MIAMI, Estados Unidos.- “Venezuela, una nación de más de 30 millones de personas con las reservas de crudo más importantes del mundo, se encuentra al borde del colapso y de la guerra civil”, ha afirmado el almirante James Stavridis, excomandante de la OTAN, en un reporte publicado por la revista TIME.
“Las consecuencias para las Américas son profundas y peligrosas. ¿Qué debería estar haciendo los EE.UU. mientras Caracas se hunde en la anarquía?”, se pregunta el hoy ecano de la escuela Fletcher de leyes y diplomacia de la Universidad de Tufts.
La crisis vigente en Venezuela “puede rastrearse a la elección de 1998 que colocó a Hugo Chávez en la presidencia”.
Para Stavridis, Chávez era “un socialista autoproclamado heredero de Simón Bolívar, quien lideró a la nación a su independencia a principios del siglo XIX e inició su orgulloso legado de autonomía”.
“Chávez fabricó un sistema político que de frecuentemente utilizó los altos precios del petróleo para esencialmente sobornar a las masas para ganarse su apoyo”, añade el analista. “Por el contrario su sucesor, Nicolás Maduro, no puede presumir del carisma y la capacidad para tales maquinaciones, además de que el precio del petróleo continúa siendo muy bajo como para permitirle tener algún tipo de ventaja financiera sobre el pueblo”.
Por otra parte, “Ahora la oposición se las ha ingeniado para unirse para detener su intento de reescribir la constitución, lo que le daría control total sobre las cortes y la legislatura, en un intento de convertirse en presidente de por vida”.
Stavridis enumera varios hechos de agitación política en el país bolivariano: “Más de 100 manifestantes han sido asesinados en los últimos cinco meses y cientos de miles de personas han marchado por las calles del país. Un piloto de la oposición intentó tomar control de la corte suprema”.
Mientras, “la Organización de los Estados Americanos ha condenado al régimen. Aun antes de la crisis, Venezuela ya era uno de los países más violentos de las Américas, al nivel de México y Ecuador, quienes se encuentran en medio de violentas guerras narco”.
“Este es un potencial desastre para la región dada la posibilidad de la llegada de significativos números de refugiados tanto por mar como por tierra hacia Colombia, país que se encuentra recién superando los estragos de su propia insurgencia. Podría significar una dura carga para los recursos de los países vecinos, incluidos los EEUU, quien podría estar obligado a ayudar a una población desplazada y en riesgo. El caos también podría abrir una puerta a traficantes de drogas”, agregó el análisis.
“Allí es donde entra en escena el presidente Donald Trump, que recientemente aseguró que una ‘opción militar’ estaría siendo contemplada, algo que nunca nadie antes dentro del gobierno de los EE.UU. había sugerido, lo que se ha reproducido con consecuencias potencialmente explosivas”, dijo el alto exoficial, para quien “las opciones reales de los EEUU son limitadas”.
“En primer lugar, tendríamos que concentrarnos en lo que no deberíamos hacer, y eso sería una intervención militar. Cualquier presión dominante que podríamos ejercer por medio de sanciones o de nuestras Fuerzas Armadas sería utilizada por Maduro para alimentar el sentimiento ‘antiyanqui’ de sus seguidores”, observa Stavridis.
“En segundo lugar, debemos utilizar una comunicación estratégica para evitar que la conversación se convierta en ‘EE.UU. Vs. Venezuela’. En su lugar, deberíamos buscar la condena de organizaciones como la OEA y lograr aplicar sanciones conjuntas contra Venezuela. También podríamos trabajar en pos de sanciones junto a las Naciones Unidas dependiendo de las medidas que Maduro tome, pero esto será complicado dado que China y Rusia tienen una relación cercana con Venezuela”, apunta también.
La tercera opción sería utilizar “satélites y sensores aéreos no tripulados así como cibervigilancia, especialmente de redes sociales” para “observar las tendencias internas” porque “necesitamos evitar ser sorprendidos tácticamente ya sea por un flujo masivo de refugiados o por un repentino descenso a la guerra total”.
En cuarto lugar, “deberíamos prepararnos para prestar ayuda humanitaria y lidiar con un flujo marítimo de refugiados. La (base en la) Bahía de Guantánamo tiene una misión bien provista para asumir tales respuestas”. Para esto último, “la coordinación con las naciones potencialmente afectadas en el Caribe y América del Sur debería comenzar ahora”.
Por último, Stavridis indica que “estar en constante contacto bilateral con nuestros principales aliados y amigos en la región para desactivar la crisis y también ayudar a crear una verdadera democracia en ese importante país”.
“Cada nación en las Américas tiene interés en un arreglo pacífico en Venezuela. El liderazgo de los Estados Unidos debe ser sutil y restringido, aunque no desaparezca por completo. El final de la república está cerca. Estaremos listos para lo que viene a continuación”, concluye.