LA HABANA, Cuba. – El 20 de abril de 1912, Agustín Parlá Orduña (Cayo Hueso, 1887-La Habana, 1946) se convirtió en el primer cubanoamericano en recibirse como piloto aéreo en la Escuela de Aviación Curtiss, de Miami. Ese mismo año, Parlá hizo las primeras demostraciones de vuelo nocturno en la Isla, y al año siguiente protagonizó el primer vuelo Mariel-La Habana, el de mayor extensión realizado en Cuba hasta entonces.
También en mayo de 1913 voló en un hidroavión, sin brújula, entre Cayo Hueso y Mariel. El trayecto de 90 millas, que cubrió en dos horas y 40 minutos, terminó con un amerizaje aparatoso.
Dos días antes, el piloto Domingo Rosillo del Toro, también considerado un pionero de la aviación en Cuba, había realizado el vuelo entre Cayo Hueso y La Habana, en un lapso de dos horas y media, estableciendo un nuevo récord mundial de distancia. Hasta ese momento, el mérito recayó en el francés Louis Blériot, quien había cruzado el Canal de La Mancha en 1909, recorriendo una distancia de 48 kilómetros en 37 minutos, a bordo de una nave diseñada por él.
La idea original había sido que Agustín Parlá y Domingo Rosillo efectuaran sus vuelos simultáneamente, compitiendo por un premio auspiciado por el Ayuntamiento de La Habana para quien lograra atravesar el estrecho de la Florida. Desafortunadamente, la nave de Parlá no pudo despegar.
En septiembre de 1916, el ya experimentado piloto sobrevoló las Cataratas del Niágara y venció a otros colegas en un concurso internacional. Tres años más tarde, el 29 de mayo de 1919, realizó el primer vuelo comercial a Estados Unidos, a bordo del Sunshine, primer avión propiedad del Estado cubano. En octubre de ese mismo año, Parlá se convirtió en el Gerente General de la Compañía Aérea Cubana (C.A.C) ―fundada por Hannibal J. de Mesa―, que comenzó a operar con seis aviones Farman traídos desde Francia, y abrió una escuela de aviación.
Aunque la compañía sobrevivió unos pocos meses, dejó abierta la primera línea aérea regular de América Latina.