LA HABANA, Cuba.- La terminal número uno de vuelos nacionales del aeropuerto José Martí de La Habana era un hervidero de gente. Apenas había espacio para moverse. CubaNet fue testigo de una escena cotidiana, días antes de que el Boeing 737 de Global Air se accidentara y acabara con 112 vidas.
“El vuelo Habana-Holguín de las 10:55 de la mañana está cancelado y la salida se pospuso para las 10:30 de la noche”, se informaba por la amplificación local.
La mala noticia caía como un chorro de agua fría sobre los pasajeros que habían llegado a las nueve de la mañana, justo dos horas antes de la salida prevista.
“Si la aerolínea tiene mi número de celular, ¿por qué no me llamó para avisarme con antelación?”, reclamaba una madre con una niña en brazos a un empleado del departamento de chequeo, que respondió con una fría e inútil disculpa.
“Vivo en Holguín y traje a mi hija a un turno médico y ahora no tengo dónde ir”, se lamentaba la joven madre.
Algunos decidieron regresar a la casa de los familiares. Pero la mayoría solo tenían la opción de esperar en el aeropuerto, pues volver a la ciudad incrementaría los gastos. “Estoy con el dinero justo. Lo poco que me queda es para comprar agua y una comida ligera hasta las diez de la noche”, dijo a CubaNet Víctor Doimeadios.
Otro gasto no planificado sería el pago del taxi en el aeropuerto de Holguín. “Llegaríamos casi a la medianoche. A esa hora no hay un servicio de ómnibus y la única opción que nos queda es alquilar un taxi que se aprovechará de la situación y cobrarán más caro”.
En peores condiciones estaban los que viajaban a Granma y Las Tunas, provincias a más de 50 kilómetros de Holguín.“Tendré que dormir en el aeropuerto de Holguín y al otro día tomar un ómnibus hasta Las Tunas”, comentaba Rodolfo Méndez.
Una situación alarmantemente común
En 2017, más de la mitad de los vuelos La Habana-Holguín estuvieron demorados, reconoció Cubana de Aviación, la empresa encargada de la transportación nacional e internacional de pasajeros en la Isla.
En lo que va de año, “las cancelaciones y demoras han aumentado” en relación con el 2017, dijo a CubaNet un funcionario bajo anonimato.
Yoanka Acosta, comercial de la empresa Cubana de Aviación, afirmó a medios oficiales que cuando existen demoras o cancelaciones siempre hay una respuesta de protección. “En el caso de Holguín, cuando el vuelo es cancelado, Cubana de Aviación le solicita a Havanatur la protección de los pasajeros, para que sean trasladados a hoteles de primera línea”, afirma Acosta.
Sin embargo, una y otra vez la realidad desmiente a la funcionaria. “Ellos piensan que con un jugo y un sándwich quedan resueltas todas las molestias por la que estamos pasando.”, dice uno de los pasajeros.
Los desperfectos técnicos de los aviones están entre las causas de las demoras y cancelaciones de los vuelos. Según datos divulgados por la empresa, en 2012 la aerolínea compró seis aviones Antonov-158, de fabricación ruso-ucraniana, que han presentado problemas mecánicos.
“Holguín se ha visto afectada por esta razón. Los An-158 se adquirieron en Ucrania y el contrato de piezas se hizo en Rusia, no obstante, los componentes los hemos obtenidos en ambas naciones, las cuales están en conflicto y ello ha provocado demoras en el traslado de las piezas. Aunque, el mantenimiento ucraniano se ha mantenido”, asevera la funcionaria.
El déficit de aviones obliga Cuba de Aviación arrendar aeronaves baratas a otras aerolíneas como la italiana Blue Panorama o la mexicana Global Air, dueña del avión siniestrado el pasado 18 de mayo en La Habana con un saldo de 112 personas fallecidas.
Luego de la espera que desespera…
Finalmente, sobre las ocho de la noche, comenzó el chequeo de equipaje. La larga fila de viajeros hacia Holguín chocaba con la de los pasajeros rumbo a Camagüey y Santiago de Cuba, cuyos vuelos también fueron cancelados por demoras.
Dentro del salón de última espera comenzó otra cola para comprar alimentos en la cafetería. De diez productos habituales, solo seis estaban a la venta. Muy pronto se agotó la oferta racionada de dos bocaditos de mayonesa por persona al precio de dos pesos en moneda nacional (el más barato).
La unión de pasajeros de tres vuelos cancelados constituyó una sobredemanda que la oferta de la cafetería no pudo satisfacer. “Hasta mañana no surten más”, anunció la dependienta del establecimiento.
“Esto sucede con frecuencia, nos quedamos sin producto, pero la administración no toma medidas”, explicaba la empleada a los clientes que no daban crédito a lo que escuchaban. “Si saben que hay vuelos cancelados tienen que mantener una oferta estable”, exigía un cliente.
Al lado, en otra cafetería, pero con los precios en divisas, la tablilla exhibía mayor variedad y cantidad. No había cola y el sándwich más barato costaba 1,25 de dólares, un precio muy lejos del bolsillo de la mayoría en un país donde el salario promedio mensual es menos de un dólar al día.
Mientras los niños lloraban y pedían las golosinas envueltas en “papel bonito” que ofrecía la cafetería, los padres incapaces de complacerlos mostraban un rostro de frustración. “Aquí también tenemos que padecer la diferencia clases que daña a la sociedad cubana”, dice Mirtha, una señora que viaja junto a su esposo.
En el salón todas las sillas estaban ocupadas y se veían pasajeros parados o sentados en el piso rendidos por el sueño.
Finalmente, pasadas las diez de la noche, salió el avión hacia Camagüey, una hora después despegó el de Santiago y cerca de la media noche el de Holguín.