LA HABANA, Cuba.- Un puñado de dólares repartido entre 37 CADECA a nivel nacional, es la nueva añagaza diseñada por el castrismo para intentar distraer a la gente de los apagones, el hambre y, sobre todo, del alzamiento en Nuevitas, que sigue militarizado para evitar que la ola de rebeldía se extienda por Camagüey. Justo en este momento, con la población más incómoda que nunca, sonando los calderos a diario y tomando las calles, comparece el ministro de economía en Mesa Redonda para dar la noticia que millones de cubanos se cansaron de exigir y esperar: el Estado finalmente va a vender divisas. El anuncio, no obstante, llega muy tarde, y sus condiciones no son alentadoras.
Un análisis simple nos advierte que si todas las Cadecas no van a vender, las colas serán infinitas en las elegidas para el caso. Y si la disponibilidad de divisas para la venta depende de lo que se recaude, entonces no vale la pena madrugar para marcar en la cola, tratar de coger turno y ver si alcanzas la cuota de moneda fuerte que te toca. Para nadie es un secreto que la recaudación, desde que implementaron la tasa de 110 pesos por cada dólar, no ha marchado viento en popa.
Si el Estado no compra, no puede vender; así que Alejandro Gil le está diciendo al cubano, por lo claro, que el dinamismo del “mercado cambiario” depende exclusivamente de él. Es más, cubano, si no le vendes tus divisas al Estado, tu compatriota seguirá sin tener acceso a la moneda que le permitiría vivir con algo de decencia. De los millones de dólares que en 2021 quedaron paralizados en los bancos por la imposibilidad de utilizarlos en transacciones financieras debido al “bloqueo genocida”, nunca más se habló.
Ahora el mercado cambiario se mueve según lo que entra, dijo el ministro. También aseguró que desde el 4 de agosto, fecha en la cual quedó establecida la nueva tasa de compra por el Estado, mucha gente ha acudido a bancos y a las CADECA para canjear sus divisas, por una cuestión de seguridad y legalidad, esta última enfatizada varias veces a lo largo del programa. Para darle solidez a tal afirmación, dos personas entrevistadas por el periodista Lázaro Manuel Alonso en el aeropuerto internacional “José Martí”, se declararon conformes con la tarifa estatal y elogiaron la confiabilidad de las operaciones.
Los cubanos, sin embargo, hemos visto las CADECA y sucursales bancarias vacías de clientes interesados en vender el poco dinero útil que poseen. Con la inflación acelerando cuesta arriba, nadie está dispuesto a perder ni un peso; de modo que el mercado informal se ha mantenido como la mejor alternativa para que la moneda fuerte rinda.
Luego de casi tres años lidiando con el mercado negro de divisas, los cubanos han tenido tiempo de sobra para adaptarse y encontrar un cambista confiable, que paga bien y mantiene su negocio lo mismo aquí que desde Miami o España. El castrismo, por avaro, llegó tarde a la fiesta, y siempre con la trampa bajo la manga. La venta de divisas que hoy comienza traerá consigo los mismos problemas que cualquier bien de alta demanda, y racionado por el Estado.
Ya están listos los acaparadores y revendedores para hacerse con la mayoría de los turnos, si es que los propios trabajadores de CADECA les dan chance. Al final, quienes quieran comprar notarán que si tienen que pagar un turno para clasificar entre los primeros, la operación les saldrá más cara que en el mercado informal, cuyos gestores ya se frotan las manos porque saben que todo esto terminará siendo un espaldarazo al dólar, el euro y la MLC.
Alejandro Gil pretende que el Estado recupere el control del mercado de divisas, pero eso no va a suceder. La política está mal diseñada. Autorizar las operaciones de venta solo en las cabeceras provinciales, fortalecerá el mercado informal de divisas en las zonas alejadas. Si un residente en Santiago de las Vegas tiene que pagar 200 pesos por un taxi para venir a La Habana a comprar 100 dólares (suponiendo que haya disponibilidad), y luego pagar otros 200 de regreso, la matemática elemental le dirá que es preferible comprárselos al cambista de siempre. Lo mismo aplica en el resto de las provincias.
Gil y compañía no se han dado cuenta de que el pueblo cubano desconfía cada vez más del Estado. Decir que es tarea de todos impulsar la economía mediante la captación de divisas solo aumenta el recelo, porque han sido miles de millones de dólares los que ha recibido la cúpula en los últimos años; dinero cubano que debió ser invertido en la economía y nadie sabe dónde terminó, porque de la economía cubana no queda ni la zafra. Hay que tener la cara durísima para afirmar algo así en televisión.
La debacle financiera que estremece a la Isla tiene un único culpable: el castrismo, en su versión original y de continuidad. Son ellos quienes deben resolver el problema, aunque ya se sabe que no pueden. Si creen que van a soltar esa carga sobre la espalda de los cubanos, están equivocados. Aquí abajo el plan sigue siendo el mismo: emigrar, rebelarse o resistir; pero sin regalarle un centavo al opresor.
La venta de divisas por parte del Estado, tal como está pensada, traerá más corrupción, inflación y devaluación del peso cubano. El mercado informal seguirá marcando la pauta, así que más vale agenciarse un cambista confiable para sacarle el mayor provecho a nuestro capital, que suele ser limitado. En una economía que va en picada, el paracaídas más seguro son las divisas. Por tanto, a guardarlas y ser pacientes. Todas van a subir.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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