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LA HABANA, Cuba.- Tres días después que CubaNet publicara un reportaje sobre la situación de las ocho familias residentes en calle 24 número 166 entre 13 y 15, municipio Plaza, el gobierno local reinició las obras de construcción, agregando a la estampida el ofrecimiento de apartamentos en la periferia de la ciudad, para la reubicación de los afectados.
Cuando todo parecía encaminado hacia la solución, las instituciones gubernamentales retomaron el ritmo de la indolencia, evaporando las esperanzas de los afectados de volver a tener un techo.
Caridad Castro, una de las residentes en la llamada ciudadela, narró a CubaNet lo sucedido.
“Después de trece meses en la calle, la misma semana que salió un trabajo periodístico nos convocaron a una reunión en la Dirección Municipal de Vivienda (DMV). Nos ofrecieron casas en San Agustín, San Miguel del Padrón, La Lisa, Guanabacoa. Nosotros le dijimos que no, porque las casas de nosotros no se cayeron, las casas de nosotros fueron tumbadas, y aquí en Plaza hay casas”.
El 15 de noviembre del 2015, las autoridades de la vivienda y el gobierno acordaron demoler la ciudadela y otorgar un nuevo presupuesto para reconstruirla antes de julio del 2016. Luego de 17 meses de espera, en casas de familiares y alquileres, los vecinos afirman que han perdido la mayor parte de sus pertenencias.
Eduardo Castro vecino, de la ciudadela, dijo a CubaNet desde el inicio se cometen errores. “Para tomar la decisión de demoler había que tener un proyecto de obra, y no lo había. El proyecto ejecutivo tampoco estaba hecho, sin contar que tuvieron que hacer dos, porque se pensaba salvar algunas paredes pero el vandalismo se llevó las que quedaron en pie (…) Ahora es peor porque lo poco que hicieron fue violando las técnicas constructivas (…) Hay que demoler la fundición”.
Los errores comenzaron con la demolición de la cuartería, al desmantelar estructuras que debieron permanecer para la reconstrucción de los apartamentos. Las deficiencias continuaron con el mal replanteo de la construcción y el cambio de los ejes, concluyendo en la demolición de parte de los cimientos levantados.
CubaNet intentó contactar con Michel Milán Reyes, vicepresidente de Construcción del Gobierno Provincial, y fuimos remitida a solicitar una entrevista a través de la Oficina de Atención a la Población (teléfono 7 838 25 13).
En los alrededores del área de trabajo, conversamos con los obreros de una las brigadas que deberían laborar en el lugar. Los constructores se negaron a ser identificados bajo el argumento de que no estaban autorizados a declarar para la prensa. Todos coincidieron en que acuden a la obra todos los días pero no les asignan los materiales, lo que provoca que lleven más de un mes sin trabajar ni cobrar salario. Uno de ellos aclaro que se había trabajo con material contaminado, lo que ponía en riesgo la estructura levantada hasta el momento.
Años de reclamo resultaron en desalojo
Desde hace unos 25 años los vecinos de la ciudadela reclaman una acción constructiva de reparación de los apartamentos. La primera solicitud registrada data de finales de la década del 90, mediante el delegado del Poder Popular de la zona.
Caridad considera que, más que una gestión, fue una burla. “Con los delegados no se puede contar, nunca han tenido la dignidad de pararse aquí a ver qué es lo que estamos pasando nosotros (…) Pero sí saben decir en la rendición de cuentas: ‘Yo a brazo partido con ellos’. Por eso dije ‘mentiroso y falta de respeto’ al último delante de todos”.
Durante el año 2004 se realizaron varias gestiones hasta que en el 2008 se declararon inhabitables los cuartos de la ciudadela. Ese mismo año la Unidad Provincial de Inversiones de la Vivienda (UPIV) dispuso albergar a los residentes y reparar el inmueble, asignando un presupuesto que los vecinos declaran perdido.
Consta en la documentación de la UPIV la existencia de un presupuesto que “incluyó a la ciudadela en el plan de conservación y rehabilitación, pero eso no se pudo materializar por la complejidad de los trabajos”.
El mismo informe expresa que el presupuesto fue retirado en el 2012, decretándose el traslado de todos los vecinos de la ciudadela hacia albergues de tránsito.
Si no existía presupuesto o plan de ejecución y había una orden para albergar a las ocho familias de la ciudadela, ¿por qué se le propuso a los vecinos “autoalbergarse” con la promesa de nuevas casas en el mismo lugar? Todo indica a una estrategia de desalojo contra quienes se negaban a salir de la cuartería declarada por la UPIV como inhabitable e irreparable.
¡Cuidado con la solución!
El déficit habitacional en La Habana no tiene el remedio definido. Los funcionarios locales admiten que la erradicación de los albergues de tránsito podría tomar tres décadas.
En un camino sin fin, el Gobierno construye asentamientos en las periferias de la ciudad, para disminuir la situación de hacinamiento de los albergados. Los nuevos edificios que se levantan presentan tantas deficiencias estéticas y constructivas, que antes de poblarse sufren filtraciones y desprendimientos de concreto.
El desplazamiento de estas comunidades hacia zonas lejanas del centro de la ciudad no convence a todos los damnificados. Esta lejanía hace que ganen popularidad de “cercanas” edificaciones construidas, por ejemplo, en Primelles y Final, en los límites del Cerro.
Amada Bonne, una de las afectadas por el desalojo estuvo a punto de aceptar esa propuesta. Sobre su experiencia, contó a CubaNet: “Me dijeron que (iba) para Primelles, pero eso está en malas condiciones también. Primero pensé que sí, estaba desesperada; pero ahora que sé cómo es eso prefiero mi casa aunque sea chiquita (…) Le dieron una vivienda allí a una de la vecinas y dice que el techo le va a caer encima por las filtraciones (…) A Maribel (Lescaille Brook, directora de la DMV) le dieron una casa en el Vedado porque se le cayó el techo, y la está viviendo su hermana. Sabemos que hay casas en el Vedado”.
A María Moreno las autoridades de vivienda la llevaron al asentamiento del Cerro y le mostraron varios apartamentos hasta que finalmente le ofrecieron el más pequeño.
“Yo quisiera que se supiera como camina el dinero allí”, dice. “Cuando me llevaron me dieron una que me podía acomodar, pero llegó una mujer y dijo: ‘no, esa no es tuya’. Entonces me llevaron para un chiquitica. No voy a salir de una caja de cigarros para un de fósforos”, añade.