LA HABANA, Cuba. – Durante la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, celebrada en el pasado mes de abril, el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, anunció que la industria biotecnológica y farmacéutica constituía uno de los seis sectores estratégicos para el desarrollo de la economía durante el trienio 2019-2021. La actividad -según dijo- posee amplio potencial, sobre todo para la exportación de medicamentos.
El tema ha vuelto a cobrar actualidad a raíz de la reciente visita del Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez a la República de Bielorrusia, ocasión en la que afloró el interés de esa nación europea en adquirir productos de la industria farmacéutica cubana.
Sin embargo, la presunta fortaleza de la isla en la producción y exportación de medicamentos y demás productos farmacéuticos queda en una especie de nebulosa si consultamos las más recientes estadísticas emitidas por el propio gobierno cubano.
Misteriosamente, el Anuario Estadístico de Cuba 2018 (Edición 2019), en su acápite Sector Externo, no informa las cifras de exportación de productos medicinales y farmacéuticos correspondientes a los años 2017 y 2018. El último año informado fue el 2016, cuando la exportación de esos renglones cayó un 28% con respecto al 2015.
Semejante omisión tiene lugar también en lo referido a la fabricación de esos productos. El último año reportado en el acápite Industria Manufacturera del citado Anuario fue igualmente el 2016. Y notamos una merma nada despreciable con respecto a lo producido en 2015 y 2014 en lo concerniente a los medicamentos y las materias primas para la industria farmacéutica.
Ante tal descalabro productivo, y a pesar de la obsesión de los gobernantes por sustituir las importaciones, al país no le quedó más remedio que aumentar las importaciones de medicamentos y productos farmacéuticos con vistas a atenuar su escasez en el mercado interno. En el pasado 2018 se desembolsaron 12 millones de pesos más que en 2017 por ese concepto.
No es difícil imaginar el porqué de la no inclusión de las cifras correspondientes a los medicamentos y productos farmacéuticos en el Anuario del 2018, máxime si consideramos que es uno de los pocos sectores que no muestran tal información. Todo hace indicar que hay algo en esos números que no agrada a las autoridades.
Lo anterior se acompaña de la nada halagüeña situación del mercado de medicamentos en el interior de la isla. Las farmacias permanecen desabastecidas -con un faltante apreciable de medicamentos- casi todo el tiempo, y solo adquieren vitalidad los días en que entran las medicinas, ocasión en la que las personas deben sufrir largas colas para comprar los medicamentos que necesitan.
Así las cosas, es lógico que la población no vea con buenos ojos las misiones internacionalistas que cumplen los médicos cubanos en varios países. Esos médicos parten al exterior con sus maletines llenos de los medicamentos que tanto escasean en las farmacias destinadas a los cubanos de a pie.
En tales casos, una vez más, los ciudadanos acuden al refranero popular con tal de reflejar el estado de cosas que los agobia: “Nuestros gobernantes son candil de la calle, y oscuridad de la casa”.
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