LA HABANA, Cuba.- Es muy probable que con la salida de Raúl Castro de la jefatura del Estado y el Gobierno el próximo mes de abril se produzca también el arribo de figuras jóvenes a los principales puestos de dirección de ambos órganos del poder en la isla.
Casi existe consenso en cuanto a que Miguel Díaz-Canel Bermúdez asuma la presidencia del Consejo de Estado, y quizás también la del Consejo de Ministros. Entre tanto, Bruno Rodríguez Parrilla, Mercedes López Acea y Susely Morfa González podrían ocupar algunas de las vicepresidencias.
Mención aparte para Jennifer Bello, la expresidenta de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), la que a pesar de dejar hace varios meses la jefatura de dicha organización estudiantil, fue mantenida como miembro del Consejo de Estado. Se podría pensar que la preparan para una alta responsabilidad.
Por otra parte, Ana María Mari Machado, actual vicepresidenta de la Asamblea Nacional del Poder Popular, es casi seguro que sustituya a Esteban Lazo al frente de ese órgano legislativo.
Pero nada de lo anterior significa que la vieja guardia —o la generación histórica, como ellos prefieren llamarse— vaya a desaparecer de la vida política nacional. Ellos continuarán ocupando los principales cargos en el Partido Comunista, al menos hasta el 2021 cuando se celebre el VIII Congreso de esa organización.
No podemos obviar el hecho de que en los países de partido único, y especialmente en aquellos donde rige la ideología marxista-leninista, el dirigente que ocupa la jefatura del partido es la primera figura política de la nación. En el caso de Cuba, tal evidencia se refuerza por lo establecido en el artículo 5 de nuestra Constitución: “El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.
Por ese motivo no parece atinado afirmar que Raúl Castro abandonará el poder el próximo mes de abril, ni que este 2018 sea el final del castrismo. El actual General-Presidente, como primer secretario del Partido, seguirá siendo el máximo dirigente de Cuba, y junto con él la vieja guardia del Buró Político del Partido (los Machadito, Ramiro Valdés, Lazo y Polito Cintra Frías, entre otros).
En ese contexto bastaría una decisión emanada de un Pleno del Comité Central del Partido para que el Estado y el Gobierno la deban adoptar como una directiva de insoslayable cumplimiento.
Solo habría un detalle que agregar, sobre todo si Raúl Castro desea impedir que su sucesor al frente del Estado goce del poder que ostentaron él y su hermano mayor. Se trata de lo estipulado en el artículo 74 de la Constitución, que establece que el presidente del Consejo de Estado es jefe de Estado y jefe de Gobierno.
Una simple modificación a esa Carta Magna permitiría separar las responsabilidades. Entonces se adoptaría un esquema parecido al vietnamita: un primer secretario del Partido, un presidente del Consejo de Estado, y un primer ministro del Gobierno.
Mas, lamentablemente, ninguna de esas hipotéticas modificaciones traerá consigo las libertades políticas que necesita el pueblo cubano.