LA HABANA, Cuba.- Nadie puede negar que los muchachos del dúo Gente de Zona consiguen siempre el mejor lugar del candelero. La mayoría de las veces son sus canciones quienes los sitúan en el mismísimo centro; y quien lo dude que recuerde éxitos como “Bailando” o “La gozadera”, y que recuerden también la devoción que se desató entre sus fanáticos tras la salida de esos números. Sus uniones con Marc Anthony y Enrique Iglesias han conseguido que latinos de cualquier parte los consideren entre sus preferidos.
El dúo Gente de Zona es muy conocido, y tiene entradas en la muy socorrida Wikipedia y también en Ecured, la versión oficial cubana de ese sitio. Y esta vez los dos cantantes cubanos volvieron a ser el centro de los comentarios habaneros y miamenses; solo que ahora tanta atención no viene dada por un número 1 en el Billboard Latin Song. La razón de tanto revuelo es otra. Resulta que se ha hecho público un video, que al parecer fue tomado hace algunos años, y donde aparece el dúo en una presentación habanera en la que puede verse, gozando de lo lindo, al nieto de Raúl Castro, ese que sirve como jefe de la escolta de su abuelo, y que lo acompaña a todas partes con un rictus en la cara que da miedo.
Raúl, que así se llama el nieto-escolta de Raúl, abandonó esa vez, según puede verse en el video, la acostumbrada dureza de su cara, y acompañó los movimientos de su esqueleto con un rostro más que risueño y totalmente desconocido, al menos para los que no somos sus íntimos ni podemos pagar la suma que cuesta asistir a un concierto de Gente de Zona. La cara y la gozadera del hijo de López-Calleja y Deborah Castro Espín, dan pruebas de su infinito estado de satisfacción; y hasta pareciera que se excedió en el baile, y si no fue así qué necesidad tenía de desparramar toda el agua de aquel pomo sobre su cuerpo si es que no estaba caliente y sudoroso.
Yo, que nunca he vertido agua que antes comprara pagando con CUCs sobre mi cuerpo, aunque me ahogara de calor, creo que este muchacho es demasiado expresivo cuando no acompaña a su abuelo, cuando se siente feliz; igualito le sucede a su pariente Antonio Castro, el hijo de Fidel, a quien ya hemos visto sonreír muy a menudo, sobre todo cuando está de vacaciones en una playa exclusiva, y carísima, en Turquía o en un campo de golf en Varadero recogiendo un premio a sus “esfuerzos” como golfista. Y también dicen que lo mismo sucede a Mariela Castro, la tía de Raúl, quien pone cara de cumpleaños cuando está de compras en Nueva York.
Y sucede que son muchos los que, sin tener razones para mostrar esas caras de regocijo, han decidido poner el grito en el cielo. Hasta tengo la certeza de que tanto los cubanos de Miami como los cubanos de La Habana, preferirían contemplar a Raulito, al nieto de Raúl Castro, entonando: “Vibra la patria entera embravecida…” o quizá “La Maza” de Silvio Rodríguez, aunque supongo que no seré complacido; es que creo que él preferiría cantar “La masa”. El preferiría cantarle a la masa de puerco y no a la maza sin cantera.
Quizá es por eso que muchos han mostrado su malestar, debe ser esa la razón que hizo que los cubanos de Miami quieran que Tomás Regalado le quite a los muchachos de Gente de Zona las llaves de la ciudad, y que para ir a los Estados Unidos tengan que ir antes a la Embajada y pedir visa, como lo hacen tantísimos cubanos, y mucho más ahora que ya no habrá contemplación con los pies secos y los pies mojados, y mucho más ahora que hay tantos cubanos varados en México y en Centroamérica. Al menos eso es lo que escuché decir hoy en esta ciudad, en la cola del pan, en cualquier parte. Y la gente del pueblo no se equivoca mucho, aun cuando tenga menos tiempo para estar haciendo juicios de valor.
La verdad es que no se si la señora que viajaba a mi lado esta mañana en un “almendrón” tenga algo de juicio certero, pero ella insistió en que el hilito del que colgaba la llave de la ciudad de Miami que le dieron a Gente de Zona estaba a punto de partirse, y también dijo que a ella no le gustaría que se quedaran en La Habana porque entonces su nieta no iba a dejar de refunfuñar cuando sus padres le advirtieran que no podían pagar el dinero que cuestan sus presentaciones. La señora del almendrón dijo que si ella pudiera hablar con el alcalde de Miami iba a pedirle que también le diera la residencia, y hasta la llave de la ciudad a Raulito, el nieto de Raúl, “para no verlo siempre, para no verlo tanto”.