Jonroneros, una especie casi extinta en Cuba

"No hay jama, están comiendo menos y no les quieren pagar", por eso ya no hay jonroneros, opinan los aficionados
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LA HABANA, Cuba.-  No hay momento más sublime que ese en que, impactada por un potente swing, “Doña Blanca” vuela hacia lo profundo en un viaje sin retorno, fuera del campo de juego. Los jonroneros son el espectáculo personificado, el slogan que más entradas de estadio vende y la última esperanza de los timoneles cuando el partido agoniza y su nave hace aguas por escaso margen.

Los partidos de béisbol se ganan por carreras, y los vuelacercas son el modo ipso facto de conseguirlas. No en vano los toleteros de largometraje, tradicionalmente menos veloces y chocadores de bola, obtienen los contratos más jugosos en una época de predominio de la versatilidad, donde la perfección en la ofensiva apunta a la conjunción en un solo atleta de poder, tacto y velocidad.

El pináculo de la historia de este deporte pertenece a luminarias consagradas en el arte de desaparecer esféricas. Allí, en lo más alto, fulgura el gran Babe Ruth (bandera de las Grandes Ligas), junto a Willie Mays, Hank Aaron, Ted Williams, Barry Bond, Albert Pujols y compañía. También el legendario nipón Sadaharu Oh, recordista Guinness con 868 estacazos. 

En más de cien años de práctica, la Mayor de las Antillas también ha sido pródiga en sluggers. Infaltables en cualquier listado de los bombarderos más prominentes del verde caimán, aunque nunca pisaron los terrenos domésticos, son los habaneros Rafael Palmeiro y José Canseco, quienes sonaron 569 y 462 cuadrangulares en las Mayores, respectivamente.

Sin embargo, 63 años de negación al profesionalismo impidieron a la mayoría de jugadores criollos probarse al máximo nivel. Por eso, cualquier análisis beisbolero sobre los mejores que ha dado el país, difícilmente encontraría consenso, se diluiría en la ambigüedad de las comparaciones entre los que jugaron bajo la Gran Carpa y los que quemaron la liga en Series Nacionales.

En lo que sí coinciden todos, aficionados y entendidos, es en que madera por donde cortar hubo. Ninguno duda que Kindelán (máximo jonronero intramuros con 487 vuelacercas), Linares, Casanova, Cheíto, Muñoz, Romelio, Junco, Marquetti, Capiró, Julio Germán y decenas de bateadores que pasaron por los clásicos cubanos, cargando dinamita en las muñecas, hubieran podido descoser la pelota a cualquier nivel. Asimismo, que esa época dorada de poder crudo, quedó en el pasado.

“Yo nada más iba al estadio cuando venía Camagüey, a ver a Reinaldo Fernández. No era de los mejores, pero con tres tragos arriba metía la pelota en la segunda sección de gradas. Cualquier noveno bate de esa época ahora sería cuarto, estos muchachos de hoy parecen anémicos”, comentaba Ángel Izquierdo Serrano, aficionado capitalino.

Falta de “jama” o de “combustible” (alimentación), entrenamientos inadecuados, el factor migratorio y, mucha desmotivación, son algunos de los aspectos más recurrentes que mencionan los fanáticos para buscarle las cuatro patas al gato cuando se aborda la desaparición de los cañoneros de fuerza en el béisbol cubano.

“A nadie le importa batear un jonrón o un doble play. Balas (dinero) en el bolsillo, eso es lo que cuenta. Los peloteros pasan tremendo trabajo. Mi hijo sabe que, si algún día se le da la oportunidad, tiene que irse si quiere ser persona”, puntualiza a CubaNet el padre de un joven pelotero de la categoría 10-12, bajo condición de anonimato en un complejo deportivo de La Habana.

Según el destacado periodista deportivo Francis Romero, sólo en 2023 salieron del país más de un centenar de jugadores de todas las edades en busca de una firma profesional.

Como antesala a las Grandes Ligas, que este año vio desfilar a 29 caribeños, poco a poco el mejor talento nacional se va acumulando en las Ligas Menores y otros circuitos profesionales de Norte y Latinoamérica. A la espera del gran salto, esta temporada 152 peloteros cubanos vieron acción en las sucursales de varias franquicias de MLB.

Mientras conectar 20 o más cuadrangulares en una temporada se vuelve cada vez más atípico en Series Nacionales, cinco prospectos cubanos rebasaron la cifra en Menores: Félix Stevens (27), Yanquiel Fernández (25), Pedro León (21), José Barrero (21, tres de ellos en MLB) y Lázaro Armenteros (20).

Menos el jardinero Pedro León (Mayabeque), los cuatro restantes son naturales de La Habana, una de las provincias que más adolece de fuerza en el rectángulo de bateo.

“Ningún equipo de aquí le gana a una novena de estos muchachos —que juegan en Ligas Menores—, imagínate a los de MLB. La misma Liga Élite, el líder jonronero nada más pudo botar ocho pelotas. ¿Qué pasa? Mala alimentación, falta de estímulo. Los peloteros de hoy tienen hasta menos estatura, menos físico”, explicó Pedro la Mota Hernández, exjugador de la capital en torneos provinciales.

Solicitando resguardar su identidad, un nutricionista del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), explicó a este medio que los atletas de alto rendimiento requieren una ingesta calórica elevada para satisfacer las demandas energéticas que generan las intensas actividades físicas que realizan, resultando la correcta alimentación un factor contribuyente en la talla y la fortaleza.

De acuerdo con el especialista, “no solo se trata de comer, sino de hacerlo bien”, y los practicantes de deportes en la Isla desde que son captados para las Escuelas de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE), primer escalón del alto rendimiento, “no tienen acceso a una alimentación equilibrada que garantice el crecimiento, fortalecimiento y restauración de los músculos”.

“Empieza desde las EIDE, ahí se come lo que venga. Los muchachos jamás ven un pescado, que es una fuente ideal de proteínas. ¿Cereales? Únicamente arroz. ¿Lácteos? Muy pocos, igual que azúcares naturales. La dieta es pobre en fibras, vitaminas y minerales; en proteínas, antioxidantes y aminoácidos, que son esenciales para prevenir el daño celular y la inflamación”, ilustró.

En resumen, aseveró que el tiempo de formación física y de entrenamiento con enfoque de alto rendimiento, se malogran debido al inadecuado régimen nutricional.

“Lo primero es la dieta para que el organismo pueda responder sin fatigas o traumas al trabajo de acondicionamiento físico. Por eso ves que se van de Cuba y en par de años mejoran mucho la masa muscular, y entonces los lanzadores empiezan a tirar más duro y los bateadores hacen llorar la pelota”, dijo.

No obstante, señaló, cada atleta es único y puede haber variaciones individuales en la fuerza física y el rendimiento, dadas por capacidades especiales y complementadas por un entrenamiento adecuado. 

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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