Hoteles cerrados y en ruinas hacen del hospedaje en Holguín una odisea

HOLGUÍN, Cuba.- “No toquen la puerta que el hotel está cerrado”, dice una señora. -“Estamos de paso y queremos dormir esta noche en Holguín para mañana seguir el viaje”, responde una pareja que busca hospedaje. -“Eso es muy difícil. Aquí en la ciudad la mayoría de los hoteles están cerrados”, responde la mujer.
El déficit de alojamiento es un problema que golpea a la ciudad de Holguín desde hace muchos años, sin que se vislumbre una solución ni a corto ni a largo plazo.
El problema afecta a viajeros y a visitantes ocasionales, a quienes les resulta muy difícil encontrar un lugar para pernoctar tan siquiera por una noche en una ciudad con una alta población flotante.
Dormir en los bancos de las terminales de ómnibus ha sido la solución más socorrida.
Libertad, Praga, Los Ángeles son tres hoteles emblemáticos abandonados en distintos lugares del centro de la ciudad de Holguín. Han pasado casi diez años desde el cierre de los tres sin esperanzas de una recuperación de las instalaciones.
“No hay presupuesto para la reparación”, es el argumento gubernamental de peso para justificar el abandono.

Los que están en activo, como el Saratoga, se comercializa a precios exorbitantes, muy lejos del alcance de la mayoría.
La clausura de los hoteles de la ciudad de Holguín se suma al abandono de otros locales emblemáticos en el centro de la urbe, entre ellos la tienda Hanoi y el paso peatonal subterráneo nombrado Pirijod de Manuel.
Los hoteles del centro fueron edificados y gestionados con capital privado. Tras su nacionalización, o robo (como lo califican los expertos) en 1959, con la revolución castrista, comenzó una fallida gestión estatal y el ocaso de estas instalaciones.
Las autoridades han ignorado las ventajas de los hoteles en la ciudad: rápida recuperación de la inversión, creación de nuevos puestos de trabajo y la satisfacción de las necesidades de la población.
En cambio, gastan millones de dólares en la construcción de nuevos hoteles en la playa destinados al turismo internacional donde la mayoría de sus trabajadores viven cerca de las instalaciones.
Las casas de renta privadas no han sido la solución para los cubanos: sus altos precios están fuera del alcance de las pensiones y los salarios en la Isla.
Francisco este lunes de La Habana sobre las nueve de la noche. En la lista de espera de la terminal de ómnibus de la capital solo pudo comprar un pasaje hasta Holguín, el lugar más cercano a Santiago de Cuba, su destino final.

“Cuando llegué no había ningún transporte para Santiago. Llamé por teléfono a varios hoteles de la ciudad. La mayoría no respondieron, otros ya estaban llenos y el Saratoga cobraba un precio muy caro. Dormí en un banco de esta terminal”, dice el hombre visiblemente cansado.
El hotel Praga, situado en la calle Narciso López, entre Aguilera y Frexes, está abandonado hace más de seis años.
Desperfectos en la zapata del edificio están provocando su hundimiento: fue la causa oficial que se expuso para su cierre. Un argumento que desmiente un exempleado que se identificó como René.
“Se dijo que tenía problemas con la zapata. Pero no es así. Esta es una construcción que aguanta dos pisos más de los que tiene. El cimiento es de dos por dos metros, con columnas y vigas muy fuertes”.
René trabajó los últimos diez años en el hotel. Asegura que el cierre fue por problemas en la instalación hidráulica. “Hay una fuga de agua. Los camiones cisternas llenaban el depósito del hotel. Después se bobeaba a los tanques de la azotea que se vaciaban con facilidad. No había presupuesto para una nueva instalación hidráulica”, dice René.

Desde la calle se observan varios huecos donde una vez hubo ventanas. “En los seis años que ha estado cerrado el hotel todo eso se lo llevaron poquito a poco. El hotel tiene 28 habitaciones, un restaurante y cabaret. Lo vaciaron de arriba para abajo. Parqueaban camiones frente al hotel y cargaban colchones, camas, aires acondicionados, puertas y los marcos de las ventas. Las cosas las sacaron a la vista de todos, a pleno día y por la puerta de entrada. Nunca se supo el destino que le dieron a todo lo que sacaron. El edificio quedó pela’o, sin puertas, ni ventanas”, comenta el exempleado.
A la derecha de la entrada del hotel hay una gran puerta metálica que da paso a lo que un día fue el almacén del establecimiento 627 de la Empresa Mayorista de Productos Alimenticios (EMPA).
El inmenso local, que desde 1948 hasta 1959 fue la agencia de cerveza Hatuey en Holguín, también quedó en el olvido. En la puerta está escrito con tiza “Salmo # 57:1”, una referencia al antiguo testamento cristiano que expresa: ‘Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; Porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me ampararé Hasta que pasen los quebrantos’.

La alusión bíblica se ha interpretado como un reclamo a las autoridades para que rescaten el establecimiento.
El abandono ha sido total, al extremo que desde que se cerró no han quitado el lumínico que anuncia el hotel. Incluso ni con el paso de los huracanes.
También sigue clavada en un poste la señal cuadrada con el símbolo de una cama. Esto ha provocado confusión entre los visitantes que han tocado la puerta del hotel. Al ver que nadie les responde, preguntan a los vecinos que les dicen que el hotel está cerrado.
El inmueble y la agencia de cerveza pertenecieron a José A. Patallo Cerviño, cuyo primer apellido dio nombre al hotel. En 1959 fue intervenido y rebautizado como Praga. Este momento es calificado como el principio del fin.
Otro que sufre la misma insensibilidad gubernamental es el Libertad, un hotel céntrico situado en el tramo del bulevar entre las calles Martí y Luz y Caballero.
Su deterioro constructivo por falta de mantenimiento y restauración impidió que siguiera brindando servicios de alojamiento y gastronomía.
Un alambre amarra a una cadena que cierra la puerta de entrada y es la señal inequívoca de la clausura y abandono del lugar.

El hotel presentó problemas en el sistema eléctrico, hidrosanitario y de carpintería. “Empezamos cerrando algunas habitaciones, pero llegó el momento que todos tenían dificultades y hubo que cerrar el hotel completo”, cuenta a CubaNet Laura, una ex empleada de la instalación.
El lugar se incluyó en el plan de mantenimiento y reparación del 2014, pero finalmente no se hizo nada. “Ese año en una reunión nos dijeron que ya estaba aprobado el presupuesto. Pasaron los meses y finalmente todo quedó en promesas”, dice Laura.
Cerró el hotel y a la mayoría de los trabajadores los reubicaron en otros puestos de menor remuneración. “Hubo mucho disgusto. Y casi todos pidieron la baja laboral en busca de mejores salarios. Yo comencé a hacer negocios en la calle y sigo hasta hoy, porque no he encontrado trabajo en hoteles”, confiesa.
A pocas cuadras, la historia se repite con el hotel Los Ángeles, situado en la calle Frexes, entre Maceo y Mártires.
La suciedad y el deterioro lo cerraron en noviembre de 2012. Después de hacerle algunos arreglos superficiales, lo reabrieron a mediados de 2013 y a los pocos meses, por su progresivo deterioro, dejó de prestar servicio.
Por aquel entonces Carmen Wisimian era la secretaria general del Sindicato en la instalación. “Recuerdo que ella informó la situación en cartas que envió al Gobierno, a la Central de Trabajadores de Cuba, al director del Sectorial y a la Empresa Municipal de Gastronomía, y nunca le respondieron”, asegura a CubaNet un exempleado del hotel que solicitó el anonimato por temor a represalias.

En el centro de la ciudad de Holguín solo prestan servicio a la población el hotel Turquino y el Saratoga. El primero no tiene capacidad disponible. Mientras que el segundo con un precio de 4530 pesos la noche, que incluye solo desayuno, se vuelve inaccesible para la mayoría en un país donde el salario básico máximo no llega a diez mil pesos mensuales.
El hotel Majestic solo hospeda enfermeras que reciben capacitación para cumplir misiones fuera de Cuba. Mientras que el hotel Santiago, Caballeriza y Esmeralda están cerrados por restauración.
“Me gradué en la Escuela de Hotelería y Turismo de Holguín, pero hace tiempo estoy ejerciendo otra labor porque no encuentro trabajo en lo que estudié y así están muchos de mis colegas”, dice un joven que se identificó como Luis.
Culpa de su infortunio a la mala gestión estatal. “El gobierno es el responsable del cierre de los hoteles en la ciudad. No les dio mantenimiento y dejó que se destruyeran y ahora nosotros y el pueblo pagamos por esa ineptitud. Si los hoteles estuvieran en manos privadas esto no hubiera sucedido”, dice Luis.
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