GRANMA, Cuba.- Con solo ocho plantas, el Hospital Pediátrico de Bayamo se quiso alzar como el segundo edificio más alto de esa urbe oriental. Su construcción, aún detenida, a medias, se remonta a comienzos de la década de los 80 del pasado siglo. La infraestructura está seriamente afectada por el tiempo y el abandono.
Quienes surcan la Carretera Central, Vía Santiago, donde está enclavada la obra solo alcanzan a ver tras la cerca perimetral una cortina de densa vegetación que oculta los pisos inferiores. Una mirada más atenta permite ver que entre sus cimientos también han crecido maleza, arbustos, e incluso árboles.
En una ventana del piso superior son visibles, desde la carretera, las ramas frondosas de un árbol que allí crece. Otras aperturas dejan entrever también la estructura llena de hierbas, como para recalcar el abandono reinante.
El inicio de la construcción de esta obra fue anunciada por Fidel Castro en el acto del 26 de Julio de 1982, en Bayamo, según consta en el la edición del 30 de julio de ese año en el periódico La Demajagua. La obra fue acometida por la Empresa Constructora de Obras de Ingeniería en Granma, ECOI 20, y comenzó en el año 1983 como parte de cuatro proyectos similares a realizar en el país, y uno de siete proyectos a realizar en Bayamo que por diferentes motivos se iniciaron y no se concluyeron o jamás se comenzaron. Tampoco se especificó en aquel momento una fecha de culminación.
En la visita que realizó a la ciudad en 1988, Fidel Castro inquirió por el estado constructivo de aquel proyecto: “¿Cuánto les lleva terminar y que atraso tienen?” Le respondieron: “El pediátrico está muy atrasado, Comandante”, refiere Ludín B. Fonseca García, historiador de Bayamo.
“Por allí pasaron miles de trabajadores y se gastaron cualquier cantidad de recursos, que fueron puestos en función de ese hospital, pero unos años después detuvo su construcción; se presumían fallos estructurales en los cimientos y errores de cálculo en la documentación”, refirió Miguel Rosabal, un albañil ex trabajador de la obra. “Luego, con la llegada del Periodo Especial, se paralizó la obra, los obreros fuimos reubicados y el proyecto se fue a bolina por falta de recursos”.
En 2003, aprovechando el emplazamiento, el Grupo Empresarial de la construcción acometió un proyecto anexo, valorado en 30 millones de pesos, que resultó en el Centro Médico Ambulatorio del Hospital Provincial Carlos Manuel de Céspedes y que brinda servicios a las provincias orientales.
Según informó recientemente el semanario local La Demajagua, “en este centro han tenido que reubicar algunas consultas y tecnología de apoyo, como la de Patología de cuello y el local de Neurofisiología, porque desde hace más de un quinquenio, sus falso techos, son guarida de colonias de murciélagos y actualmente está invadido además por colmenas de abejas, procedentes de la construcción aledaña”.
Estas afectaciones colaterales no previstas por los proyectistas ponen en peligro la calidad de los servicios, y a pesar de ser de conocimiento público, dirigentes y organismos involucrados no han podido eliminar la crítica situación. La solución se ha limitado a poner bolsas de formol y sellar los agujeros de entrada, según el citado semanario.
Con la aspiración de obtener un financiamiento especial del Gobierno Central del país y lograr la materialización de la obra, para el año 2013 Ludín Fonseca lo incluyó entre las obras a acometer en la segunda etapa del Proyecto 500 Aniversario de la Fundación de la villa bayamesa. Una estrategia certera, pero sin resultados palpables.
“Los niños que esperaban ser tratados en ese hospital muy pronto serán atendidos, pero en el hogar de ancianos que está a 150 metros de aquí”, comentó en tono jocoso un transeúnte —que luego se identificó como Ricardo Sosa Martínez— al verme tomar las fotografías que acompañan este artículo y agregó: “Ese hospital solo ha sido un cementerio de recursos malgastados y una falta de respeto a los bayameses”.
Señalando la estructura, continuó con que “al principio esto parecía un hormiguero; entraban y salían camiones con materiales, una pila de grúas alzando piezas prefabricadas, todo el personal en función del trabajo, poco a poco la cosa se fue relajando y cuando pararon la obra comenzó el relajo. Lo único que garantizó ese hospital fue el desvío de recursos. De ahí salió material para unas cuantas casas y no se sabe la cantidad que fue a parar del mercado negro al bolsillo de los jefes (…) Yo no sé cómo después lograron justificar tanta pérdida”.
Este año, la estructura prefabricada de ocho plantas del “futuro” Hospital Pediátrico de Bayamo arribó a sus 33 años, alzándose como un perfecto monumento a la chapucería y el despilfarro, a la espera de una culminación que nunca llega.