LA HABANA, Cuba. – En los últimos tiempos se ha observado cierta desvinculación del gobernante Miguel Díaz-Canel Bermúdez de las reuniones donde afloran los problemas que afectan a los principales sectores productivos y de servicios del país. Reuniones a las que invariablemente asiste el primer ministro Manuel Marrero Cruz.
Tal parece como si se quisiera alejar la imagen del “presidente” de los fracasos que exhibe la economía cubana, y así en algún momento enarbolar su hipotética invencibilidad. Esa es una práctica habitual del castrismo con sus máximas figuras. A Fidel Castro lo llamaban “el invicto Comandante en Jefe”. Los tropiezos nunca se le atribuían a él, sino a los funcionarios subalternos.
Mientras que a Marrero le tocó asistir a todas las reuniones de balance de los ministerios, donde salieron a relucir calamidades productivas de todo tipo, Díaz-Canel dedicaba tres jornadas a la entrevista que le concedió a la cadena de televisión libanesa Al Mayadeen.
Después, el heredero de los Castro dedicó su tiempo a agradecer las felicitaciones recibidas con motivo de su “elección” a la presidencia de la República tras la constitución de la X Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
¿Y quiénes fueron los personajes que felicitaron a Díaz-Canel? Pues el hombre fuerte de China, Xi Jinping y el mandamás de Corea del Norte, Kim Jong Un, así como los gobernantes de Venezuela, Nicaragua y Bolivia, Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Luis Arce, respectivamente. También el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev. Como se ve, casi todos representantes de regímenes que no comulgan con la democracia.
La edición del periódico Granma del pasado 21 de abril muestra un contraste que se inscribe en el contexto de este artículo. En la primera página aparece un Díaz-Canel sonriente, en unión de Raúl Castro, recibiendo a las dos personalidades que por esos días visitaban la Isla: el presidente de la Asamblea Nacional de Vietnam, Vuong Dinh Hue, y el canciller ruso Serguéi Lavrov.
Por otra parte, en una página interior de esa edición se informa acerca de la peliaguda reunión que sostuvo Marrero Cruz con los gobernadores provinciales. Encuentro en el que el primer ministro afirmó que “hay que transformar, resuelta y definitivamente, los métodos de trabajo en los territorios, si queremos resolver los múltiples problemas que laceran el país”.
En la cita se dijo que todas las provincias muestran retrocesos en la fabricación de materiales de construcción; incumplimientos que inciden en el insuficiente número de viviendas que se construyen, especialmente las células básicas que se destinan a los casos vulnerables.
Asimismo, trascendió que la agricultura incumple la siembra de cultivos varios, la campaña de primavera, en más de 11.000 hectáreas. También existen deficiencias en la contratación de las producciones por parte del Estado, hay descontrol de la masa ganadera, y resultan insuficientes los proyectos de desarrollo local.
Continúan los impagos a los productores del sector agropecuario, así como también las cuentas por pagar y cobrar entre entidades estatales. Una cadena de impagos que obstaculiza la gestión económica a todos los niveles.
Por último, los representantes del Ministerio de Economía y Planificación lamentaron que todavía los planes territoriales no se empleen como instrumentos para la conducción económica a nivel local.
A propósito, sería conveniente conocer cuál de los dos, si Díaz-Canel o Marrero, decidió la composición del actual Consejo de Ministros. En especial lo concerniente a la misteriosa destitución de la extitular de Educación, Ena Elsa Velázquez Cobiella. No porque la funcionaria hubiese desempeñado un trabajo muy eficiente, sino debido a que hace pocos días la televisión cubana mostró imágenes de la aún ministra en Honduras, conversando con la mandataria de esa nación, Xiomara Castro, acerca de un método cubano de alfabetización.
Claro, en una sociedad cerrada como la cubana, esos son secretos que casi nunca la opinión pública logra esclarecer.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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