La Habana, Cuba. – “Fuimos engañados como niños chiquitos, regalamos nuestros equipos funcionando para que ellos nos vendieran estos tarecos. Se los compraron a los chinos en centavos y luego se los revendieron al pueblo cubano (…) como cuando el cambio del oro y la plata, los refrigeradores y los aires acondicionados fueron otra gran estafa de esta revolución”, comentó Bernardo Castillo, un cubano que se arrepiente de haber regalado su amplio refrigerador Westinghouse para que la revolución le diera el “derecho de comprar” un Haier Chino a plazos.
Entre los años 2006 y 2009, en el proceso conocido como “Revolución energética”, la mayoría de los cubanos mordieron el anzuelo con el “cambio” de sus refrigeradores y aires acondicionados por el derecho de adquirir otros en cuotas a través del Banco Central de Cuba.
“Para los refrigeradores no hay juntas, la mayoría ya no cierra bien y la solución que encontramos los cubanos es ponerle cierre de cajas de balas rusas que se pueden adquirir fácilmente en el mercado negro. Solo así cierran los fríos porque no hay ni juntas ni casi ningún repuesto para arreglarlos”, comentó a este diario Guillermo López, quien, como muchos cubanos, ha tenido que “resolver con los cierres de caja de bala”.
Hoy muchos lamentan aquella decisión debido a la falta de piezas de repuestos y la larga espera para reparar un equipo en los talleres estatales. La mayoría de los aparatos se dañaron mucho antes de que sus propietarios terminaran de pagar sus cuotas al banco, por lo que muchos aún pagan por un equipo que ya ni funciona.
“Todavía me faltan algunas cuotas por pagar y mi refrigerador se quemó hace años, por aquí han venido a visitarme desde el presidente del CDR hasta mi bodeguero para que acabe de pagar, pero no pienso hacerlo, no voy a pagar por algo que salió tan malo después que yo les regalé el mío que había estado en la familia por más de 40 años”, comentó a CubaNet Amada Pérez, una ama de casa retirada que aún debe 500 pesos de su refrigerador Haier.
Las piezas de repuesto escasean en los talleres del estado. Sin embargo, los compresores, juntas y otros repuestos se pueden conseguir en el mercado negro a precios elevados.
“La máquina de mi frío se quemó, cuando fui al taller me dijeron que no la había desde hacía meses, pero ahí mismo me dieron el teléfono de un particular que por 150 CUC me lo arreglaba. El mismo mecánico me dijo que se me había quemado porque la junta no servía y la máquina tenía que trabajar más forzada”, comentó para este trabajo Iván Cabrera un maestro de primaria que añadió que: “Ni con el aumento de salario me alcanzará para arreglar el frío, tendré que seguir tomando agua caliente”.
Solo en La Habana fueron introducidos más de 670 000 refrigeradores provenientes del país asiático. El costo de estos equipos superaba los 6 000 pesos cubanos. Muchos hicieron convenios con el banco para descontar cuotas de su salario mensual (que en Cuba no supera los 30 dólares) y de esta forma poder pagar a plazos los equipos chinos.
Frigidaire, Philco, Westinghouse, Input, General Electric, entre otros, fueron los equipos que regalaron los cubanos por solo tener el derecho de comprar un equipo chino a plazos. Trece años después de “la gran estafa”, la mayoría se arrepiente, mientras otros deben abrir y cerrar sus equipos como si fueran cajas de balas.
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