Cuba 2021: crisis económica y malabarismos mentales

HARRISONBURG, Estados Unidos. — Según han reconocido las autoridades cubanas, la inflación en el mercado informal anda por el 6 900% o más y el crecimiento de los precios de todas las empresas productivas y de servicios pertenecientes al Estado alcanza el 222%.
Teniendo en cuenta el discurso oficial, que encomia al sistema cubano como protector de la ciudadanía, lo último que podría esperarse es que el sector estatal se convirtiera en un fiel practicante de acciones especulativas propias del mercado informal y del sector privado, pero así es.
Ante monedas como el dólar estadounidense y el euro, los pesos cubanos parecen billeticos de monopolio.
Y es que las reformas proclamadas desde el último trimestre del año pasado, pensadas y repensadas por casi un lustro, han sido un fiasco total.
Ya desde enero del año en curso comenzaron a apreciarse los primeros efectos y signos de evidente descontento popular. Al parecer, eso fue lo que potenció la salida de Marino Murillo Jorge del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) para terminar al frente de la empresa encargada de la producción de tabaco en el país, según se rumora.
En diciembre del 2020 dicho señor acudió varias veces a la Mesa Redonda, cuando se desempeñaba como Jefe de la Comisión de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos. En esas ocasiones reconoció que la aplicación de la Tarea Ordenamiento no iba a ser nada fácil debido a que el país estaba bajo los efectos de una crisis económica agravada por la pandemia de COVID-19 y por lo que castristas llaman “bloqueo”, una justificación carente de sustento real.
A pesar de las evidentes dificultades, la forma en que se nos regaló el proyecto hacía pensar que a esta altura del 2021 los cubanos podríamos apreciar alguna mejoría. Lo que los comunistas jamás imaginaron es que hoy las cosas estarían peor y que algo que, según ellos, fue tan bien pensado fuera a mostrar resultados tan desalentadores que demuestran, nuevamente, la incapacidad del sistema económico cubano y que el salto cualitativo no se va a producir si no se produce una reforma profunda de las estructuras económicas y políticas del país. Tanto es su desespero que ahora claman a los cubanoamericanos para que inviertan allá.
En diciembre del 2020 los precios de muchos productos ya eran altos, pero al menos se podían adquirir en el mercado informal. El drama de hoy es que teniendo el dinero esos productos no aparecen y, cuando ocurre, deben ser pagados a precios exorbitantes. La siguiente tabla ayuda a ilustrar sobre la magnitud que ha tomado la inflación en la provincia de Guantánamo:
Los precios anteriormente relacionados son los del mercado informal, excepto el correspondiente al arroz en diciembre de 2020, pues, actualmente, el Estado es incapaz de ofertar esos productos de forma estable.
Una de las causas señaladas para explicar este fenómeno es la falta de objetividad y coherencia que existió en la aprobación de los precios mayoristas y minoristas. Precisamente donde mejor se verifica ese desbalance es en el mercado informal.
En el último período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), Marino Murillo Jorge hizo una intervención que posiblemente fue un trago amargo para él, porque muchos cubanos lo identifican como el culpable de todo lo ocurrido cuando, en realidad, es solo el rostro visible de un andamiaje retrógrado. En esa intervención admitió que la inflación de los precios minoristas ha sido la principal desviación de la Tarea Ordenamiento y que los costos de los bienes y servicios ofertados por el sector estatal habían llegado a ser el doble de los planificados. Igualmente expuso que la capacidad de compra de la población se había visto muy afectada a pesar de la reforma salarial. Tanto es así que hasta el dictador Miguel Díaz Canel Bermúdez ha dicho públicamente que está en estudio una nueva reforma salarial, como si la solución fuera la impresión de billetes en vez de adoptar profundos cambios económicos y políticos.
Lo cierto es que en medio de este sombrío panorama las empresas estatales continúan a la zaga.
Aún así los comunistas continúan aferrados a su retórica fantasiosa, destinada a paliar la cruda realidad que se vive en el archipiélago-cárcel. Fanáticos de esa especie de birlibirloque mental tropiezan no una sino numerosas veces con la misma piedra y continuarán haciéndolo, ya que no tienen que rendir cuentas a nadie por su incapacidad.
Cuba es quizás el único país del mundo donde presidente, vicepresidente, primer ministro y otros altos dirigentes se reúnen casi todas las semanas con los campesinos y empresarios para pedirles… ¡qué produzcan! No solo eso: año tras año hemos visto al señor Valdés Mesa —por citar un ejemplo— visitando centrales azucareros y empresas agrícolas con ese objetivo. Pese a ello los resultados son más desalentadores.
Hasta septiembre de 2021 hubo un déficit de 16 500 millones de pesos (unos 687,5 millones de dólares) en cuanto a la oferta que debió haber sido hecha a la población por parte del sector estatal. De ahí el desabastecimiento palpable en las tiendas.
Recientemente, Cubadebate reconoció que en la provincia de Pinar del Río el sector del comercio y la gastronomía ha dejado de vender la friolera de 96 millones de pesos solo en cervezas, rones y refrescos, así como 18 millones en pastas.
Por otra parte ya se sabe que “a río revuelto ganancia de pescadores”, porque… ¿cómo entender que en un país tan centralizado como Cuba, en el Atelier “La Ópera”, de Pinar del Río, una sábana cueste 1 200 pesos, equivalentes a 50 dólares estadounidenses, según el cambio oficial, y en la tienda “Los buenos precios”, de Bayamo, una toalla valga 1 000?
Conste que estos ejemplos los he tomado de la mismísima cueva de los talibanes del castrismo. Y es que una tendencia que parece no tener fin es esa de las empresas estatales de tratar de resultar eficientes elevando los precios; es decir, ser eficientes a costa del pueblo.
Por lo pronto, el próximo 21 de diciembre se reunirá nuevamente la ANPP, la cual seguramente será prolija en adulonería, sumisión y en augurios de crecimientos económicos que nunca llegan. Es decir, tendremos otra sesión de unanimidad y retórica castrista.
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