LA HABANA, Cuba. – Había que estar este martes en la mañana en el Cotorro, en el área cercana al paradero viejo, para entender el desmadre ocasionado por el Gobierno cubano con el nuevo tope de precios impuesto a los taxistas privados.
Un hormiguero de gente poblaba ambos lados de la Carretera Central, acechando cualquier carro que pasara. En la piquera de los taxis que salen hacia La Habana solo había un almendrón, que ya estaba alquilado, y cuyo chofer tuvo que alejarse varios metros de su auto para evadir el asedio de los transeúntes desesperados, que le ofrecían hasta 250 pesos con tal de que los llevaran a La Habana.
Había que ver a la gente enloquecida, cruzando de un lado a otro de la carretera entre los vehículos que circulaban, casi todos estatales, para preguntarle a este o aquel botero, que se detenía por un segundo, si iba para La Habana. Todos respondían que no y arrancaban con el auto vacío ante la mirada impotente y rabiosa de la gente, que ya empezaba a encolerizarse bajo un sol que, siendo apenas las 9:30 de la mañana, sacaba chispas del asfalto.
“Hermano, por favor, te vamos a pagar tu tarifa normal, la de siempre, pero aquí somos unos cuantos que ya estamos tarde para la pincha [trabajo]”, le suplicaba un hombre fornido al dueño de un almendrón de color beige, que se bajó impasible y le dijo a los presentes que a La Habana no se podía ir.
“¿Ustedes no querían control de precios? Pues ahí tienen”, sentenció en alusión a las personas que suelen quejarse de las altas tarifas de los taxis. Entre el pequeño grupo que lo seguía, una señora lanzó un comentario ofensivo. El chofer se detuvo en seco y explicó que entre los mismos pasajeros hay inspectores vestidos de civil, a veces hasta dos juntos, y cuando cobras más de 100 pesos aplican una multa de 12.000.
“Yo así no me puedo arriesgar, y por menos de 150 pesos no voy a tirar pasaje pa’ La Habana porque a mí el Estado me vende carísima la comida, igual que a todo el mundo, y una goma pa’l carro me cuesta más de 400 MLC”, concluyó, tajante.
Frente a la piquera, en el terreno conocido como La Contuco, donde rinden viaje las gacelas 8 y 12, dos enormes filas de personas serpenteaban a la espera, abriendo sombrillas, agrupándose bajo los árboles para protegerse del sol. Muchos ya estaban tarde para sus respectivos centros de trabajo o estudio, gestiones y consultas médicas. Se escuchaban críticas al Estado por decretar un tope de precios en este momento, cuando el transporte está peor que nunca.
En poco más de una hora solo aparecieron tres gacelas de la ruta 12, y dos de la ruta 8. Las colas crecían, se tocaban. A la sombra, tres inspectores no parecían entusiasmados con la idea de trabajar y, mientras charlaban, al menos dos plazas en la gacela eran vendidas a cien pesos cada una.
La gente empezó a revolverse y protestar, pero el que pagó, se montó y se fue. Una enfermera, indignada, decidió hacer de tripas corazón e irse a pie hasta el policlínico “Efraín Mayor”, una caminata de al menos dos kilómetros.
En medio del paro anunciado, muchos boteros del Cotorro han decidido tirar pasaje directo, o desde el paradero viejo hasta el puente de San Pedro, una carrera de 15 minutos por la cual deben cobrar 60 pesos, pero varios pasajeros ofrecen 100 con tal de salir de aquel hervidero.
El Gobierno cubano sigue en su pulso inútil contra la ley de oferta y demanda. Delante de esta servidora, una mujer pagó a un taxista 1.500 pesos por las dos plazas delanteras de su almendrón, ofreciéndole además la posibilidad de cubrir durante el trayecto los tres sitios restantes. De inmediato, dos mujeres le propusieron abonar 300 pesos cada una hasta la Virgen del Camino, así que en una sola carrera el taxista aseguró, de entrada, 2.100 pesos, y es muy probable que en la Virgen del Camino haya cargado nuevos pasajeros por no menos de 100 pesos.
Alternativas habrá siempre para quien dispone de un carro en un país cuyo sistema de transporte está en crisis permanente. El problema del bajo poder adquisitivo de los salarios en Cuba no va a resolverse con topes de precios por dos razones elementales: porque el Gobierno seguirá fracasando en la optimización del parque vehicular estatal, y porque son muchos los cubanos dispuestos a pagar 150 o 200 pesos para llegar a s destino lo más rápido posible.
Por espacio de una hora solo un ómnibus de la ruta P7, que cubre el trayecto Alberro-Habana, fue visto circulando. El carro iba atestado de pasajeros, llevándose las paradas ante la imposibilidad de cargar más personal, con gente arracimada en las puertas y otros corriéndole detrás, un lamentable espectáculo que llevamos presenciando demasiado tiempo. Por su lado pasaban los almendrones vacíos, haciendo caso omiso de los brazos estirados y los gritos desde las paradas.
Lo único que ha logrado el Gobierno con el tope de precios es dejar botado en la calle a todo el mundo, al que puede pagar y al que no, con el lógico impacto negativo que tanta demora tiene en la economía y en el ánimo de la gente, que ya no puede con tantas prohibiciones y controles que solo sirven para empeorar una existencia cada día más insoportable.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.