MIAMI, Estados Unidos. – “Solita estaba en la casa. Y yo me hice cargo de ella. Si yo no la hubiera cuidado ya se hubiera muerto. Ella no es cubana, es ucraniana. Era doctora aquí, se estaba muriendo”, dice el holguinero Daniel Pérez, quien asumió hace 20 años el cuidado de Alla Alexandrova Skripnichenko, una anciana de 96 años postrada y en silla de ruedas.
Skripnichenko nació el 21 de enero 1927 en Kiev, capital de Ucrania, y llegó a Cuba en 1961 con 34 años tras el establecimiento de las relaciones de Cuba con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
En la Isla fue profesional de la salud. “Mira que linda era”, dice Pérez y muestra el carnet de identidad de la anciana. “Dios me la dio para atenderla”, enfatiza mientras la ayuda a incorporarse en la silla de rueda.
“Ella abandonó su país para trabajar en Cuba y no nos dan ayuda. Curaba a los niños, el asma, la escoliosis, era traumatóloga, ortopédica y fisioterapeuta. Ahora ella necesita ayuda, pero nadie va a vernos a la casa”, detalla Pérez mientras peina a la anciana.
El entrevistado detalla que la pensión de Skripnichenko es de solo 1.200 pesos mensuales, una cifra insuficiente para cubrir el alto costo de la vida. “Eso es muy poco dinero. Salimos a pedir ayuda en la calle. Un almuerzo vale 700 pesos. No me lo vas a creer, ayer le compré dos libras y media de boniato a 80 pesos la libra que costaron 200 pesos. Eran dos boniaticos a 100 pesos cada uno. Le hice una sopita con un muslito de pollo. Se lo hice papilla y comimos los dos. Pero hay días que ni comemos”.
En Cuba, casi el 20 por ciento de la población tiene 60 años o más, un indicador que se mantendrá creciendo en los siguientes años, de acuerdo con el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) de la Isla.
Mientras, las pensiones que reciben las personas jubiladas van desde 1.578 a 1.733 pesos, una cifra ínfima que no cubre las necesidades básicas de los adultos mayores. A esto se suma la galopante inflación tras la puesta en marcha de la llamada “Tarea Ordenamiento”, la cual ha disparado exponencialmente los precios de los alimentos.
Después de tantos años de trabajo en la Isla, la anciana no ha tenido la retribución merecida de parte del Gobierno cubano. “Ella necesita una ayuda especial, pero no se la dan. No ha recibido ayuda del Gobierno. Nadie va a la casa a llevarnos algo. Cuando uno es viejo nadie te mira. El día que tú te jubiles va a ser igual. Ya nadie atiende a nadie”, lamenta Pérez.
La pensión no la considera como una asistencia. “La chequera no se la da el Gobierno, esa ella la obtuvo con su trabajo. Cuando trabajas te descuentan 20 o 30 pesos mensuales, de ahí sale el dinero para pagar la pensión cuando te jubilas. No te la da el Gobierno, ella misma se la paga”.
“Está postrada. Me paso el día entero lavando porque se orina o defeca. Yo la baño, la limpio. No tengo ningún vínculo familiar con ella”, dice Daniel, que con una toalla espanta las moscas que molestan a la señora.
La anciana no ha recibido una adecuada alimentación ni las vitaminas por su edad. “Hasta ahora, dice Daniel, necesita vitaminas nada más. Pero no hay. Diez pastillitas de vitaminas valen 200 pesos y no tenemos dinero para comprarlas”.
Pero Daniel pone un mínimo de esperanzas en el actual afianzamiento de las relaciones entre los regímenes de Cuba y Rusia. “A lo mejor nuestra situación cambiará ahora que los rusos trabajarán aquí. Cuando vengan, yo hablaré con ellos”, dice.
*Alla Alexandrova Skripnichenko y su cuidador, Daniel Pérez, residen en Calle 6ta., entre 10 de octubre y 24 de febrero, reparto Harlem (El Guarro), en la ciudad de Holguín.