LA HABANA, Cuba.- Heriberto estaba sentado delante del televisor con el plato de comida en la mano, mirando el informativo, cuando dieron la noticia. La imagen de un avión lleno de pasajeros estrellándose contra una de las torres del entonces World Trade Center le pareció una escena cinematográfica de catástrofe; pero la insistencia del reporte que ya ofrecía los primeros estimados de víctimas fatales y las posibles repercusiones del suceso, le confirmaron que se trataba de un atentado a la nación más poderosa del mundo.
Cuatro aviones de pasajeros habían sido secuestrados por extremistas islámicos del grupo Al-Qaeda. Dos se estrellaron contra las torres gemelas de Nueva York, un tercero contra el ala este del Pentágono y el último cayó en una zona rural de Pensilvania sin alcanzar su objetivo, el cual se supone era la Casa Blanca o el Capitolio, donde sesiona el Congreso de los Estados Unidos.
Alrededor de tres mil muertos y seis mil heridos fue el saldo de aquella brutal embestida que obligó al entonces presidente George W. Bush a declarar el estado de “Alerta Máxima”. A partir de esa fecha, el mundo occidental habría de reconfigurarse en función de un terrorismo de Estado que había adquirido otro cariz.
Diecisiete años después, los cubanos de mediana edad en adelante rememoran el 11 de septiembre de 2001 con profunda impresión, remanente de aquel shock que sacudió al planeta. Los más jóvenes, salvo casos puntuales, desconocen el suceso y sus implicaciones a pesar de que marcó un antes y un después en la historia de los Estados Unidos.
De los entrevistados por CubaNet a propósito del tema, pocos saben que a raíz del acto terrorista ocurrió la invasión a Afganistán en 2001 para derrotar a Al-Qaeda y Osama Bin Laden; seguida por la guerra de Iraq (2003-2011) que culminó con la ejecución de Saddam Hussein y el agravamiento de la situación en el Oriente Medio, una zona de precaria estabilidad política. No falta quien admite haber aprendido sobre estos hechos mediante películas de ficción, y apenas dos poseen suficiente conocimiento como para establecer una relación de causa-efecto entre el atentado al World Trade Center, la crisis en el Medio Oriente, el surgimiento del Estado Islámico y la consecuente escalada del terrorismo, que se ha adjudicado agresiones en los países europeos con mayor influencia política.
En los últimos años Francia, Bélgica, Reino Unido, España y Alemania han sufrido varios atentados terroristas con métodos diversos: tiroteos, ataques suicidas, atropellamientos masivos… El terror ha reavivado la xenofobia en proporción al aumento de la oleada migratoria procedente de África y Oriente Medio. Cierre de fronteras, miedo, desconfianza entre los ciudadanos y discriminación conforman el panorama de la Unión Europea; una realidad cuyo origen se remonta a la fatídica mañana del 11 de septiembre de 2001.
El triste acontecimiento que devino un 911 global no fue solo una monstruosidad contra la población civil estadounidense; también significó la voluntad expresa, por parte del yihadismo, de arrasar con los símbolos del poder económico y político de la nación. Ningún ciudadano de Occidente está a salvo desde entonces, debido a que las posturas extremistas se han multiplicado en el hemisferio, exacerbando odios cada vez más difíciles de contener.
Para la mayoría de los cubanos la caída de las torres gemelas demostró la vulnerabilidad de los Estados Unidos, que (se) creían inexpugnables. Aunque Fidel Castro condenó el ataque públicamente, no faltaron comentarios resentidos. Hubo incluso quien dijo que le parecía un crimen repudiable, pero -evocando la explosión del avión de Cubana procedente de Barbados en 1976- ya era hora de que Estados Unidos probara un sorbo de su propia medicina.
No es de extrañar que muchos criollos, gracias a los medios masivos, recuerden hoy el atentado con más sensacionalismo que humanidad. Sin embargo, el desplome de aquellos colosos de hierro y hormigón representó el nacimiento de un enemigo poderoso, capaz de engendrar una Tercera Guerra Mundial. Así lo pensó Heriberto, un cubano que se conmovió en lo más vivo y perdió el apetito al ver tantas personas atrapadas en medio del caos saltando por las ventanas de las torres gemelas envueltas en llamas, para poner fin a la pesadilla.