LA HABANA, Cuba.- No soy masoquista, pero, ¿a quién no lo sedujo la idea de asistir a una fiesta, sabiendo que todo cuanto verá puede resultar desagradable? Con la certeza de que podría enfrentar “lo absurdo” preparé mi sábado. Me levanté temprano y me acicalé cuanto pude para no desentonar con el anfitrión del “Sábado del Libro”, que este 13 de enero tuvo como centro la egolatría de Amaury Pérez presentando su libro: Con 2 que se quieran basta, que publicó la Editorial Abril de la Unión de Jóvenes Comunistas.
Desde la calle del “Obispo” imaginé al “cantante” en “la calle de madera”, en la Plaza de Armas, con su pelo teñido y su mentón prominente, convirtiendo en certezas aquellas dudas que asistían a Stendhal cuando escribió sus “Recuerdos de egotismo”. Bajando por Obispo pensaba en las preguntas del francés a las que el cubano le gustaría quitar los signos de interrogación, transformarlas en afirmaciones: “Soy un tipo sensato”. “Poseo un auténtico sentido común”. “Tengo una inteligencia notable”.
Y llegué a la Plaza de Armas, a la que no asistía desde el descalabro de la “presentación” del libro de Carlos Acosta, y la encontré vacía; sin lectores ni presentadores, sin libros, sin anfitrión, a pesar de la sombra y del clima agradabilísimo. Entonces caminé hasta la Biblioteca Rubén Martínez Villena, a solo unos metros del lugar. Y allí estaba Amaury con sus presentadores y un reducido público, y pensé que el cambió debió ocurrírsele al “cantante”, quien pudo sospechar que se vería muy deslucida su presentación en aquella Plaza de Armas con tan poco público.
En la breve sala estaban el “cantante” y sus presentadores, dos discretas figuras a quienes no reconocí. Amaury; discurseaba, hablaba de sí mismo, de la importancia de esa obra para la cultura y la vida cubanas, asegurando que ese segundo tomo de entrevistas venía a llenar lagunas de la historia de esta nación, de la historia de la cultura cubana. Según creía, entrevistando a esas figuras, se hacía justicia, se borraba el silencio, se ponía la verdadera historia en su lugar, y discurseaba, discurseaba, hablaba de sí mismo, y de sí mismo, como es costumbre en Cuba.
El ególatra daba la apariencia de estar reclinado en un confesionario; sin remordimientos, sin advertir sus pecados, ni siquiera ese que es tan terrible, y que es mentir. Este “católico” confesó, con el mayor desenfado y entre risas, una mentira en la que estuvo implicada la escritora sudafricana, y Premio Nobel, Nadine Gordimer. Según dijo encontró a la escritora, que acababa de publicar una novela y quiso hablarle, la abordó, se le ocurrió decirle, en inglés, que había leído su último libro. Y ella le preguntó, al parecer porque dudó del intruso, en qué idioma la había leído, y qué solo había sido publicada, hasta ese día, en un idioma.
El mentiroso pensó una respuesta, recordó que tenía una hija en Italia, se arriesgó: “En italiano”, así le dijo y la mujer respondió: “Entonces usted sí que la leyó, porque es el italiano el único idioma en el que se publicó hasta hoy”. Amaury confesó, delante de los futuros lectores de ese mamotreto, que había mentido a la anciana escritora, y soltó una carcajada que fue acompañada por las de sus futuros lectores. Esa mentira, que aunque no esté entre los siete pecados capitales, es una falta ante los ojos de ese Dios que él dice reverenciar, ese Dios que recomendara a sus hijos: “guardarte de proferir mentira alguna”. Él tuvo la desfachatez de vanagloriarse de su mentira, porque fue ese irrespeto el que lo llevó a estrechar la mano de la escritora sudafricana, y Premio Nobel. La mentira lo hizo conseguir lo que quería.
Ya sabemos que a Pinocho le crece la nariz cada vez que dice una mentira, ¿y qué le crece a Amaury tras las suyas? Supongo que sea el mentón, creo que el prognatismo en su mandíbula es un castigo que recibe cuando miente. Esa exageración en la mandíbula, esa amplia y prominente quijada, debe tener que ver con sus embustes, con sus adulaciones, con sus reverencias sosas.
Amaury es un escritor de mentirita, aunque ya nos mortificara con cuentos y una novela; prueba de ello es este segundo tomo que salió a la venta este sábado tan despoblado de lectores y con pocos colegas escritores; entre estos últimos solo alcancé a ver a Marta Rojas, autora de “El juicio del Moncada”, a Marilyn Bobes, y al poeta Sigfredo Ariel, quien será uno de los invitados en esta nueva temporada que comenzará a filmarse esta semana.
Quien enfrente la lectura de este tomo lo único nuevo que encontrará son nombres, y otra vez ese decir de Amaury tan ditirámbico, tan desmedido, y pesado. El lector siempre leerá al inicio de cada entrevista “Aquí está mi amigo”, “aquí está mi hermano”, “me acompaña una de las mujeres más bellas”, “ella es una excelsa actriz”. Sin dudas a cualquier nacido en los sesenta se le puede ocurrir renombrar el programa, llamarlo “Amigo y sus amiguitos”, recordar a “la dulce y buena Estrellita”.
Sin dudas Amaury es empalagoso; en el tomo anterior fue capaz de decir que Miguel Barnet era un hombre muy modesto, cuando ya sabemos que es todo lo contrario y que adora hablar de sí mismo, de olvidar la historia escondida de Cuba. Este nuevo tomo no es la historia de Cuba, este tomo será la historia de Cuba si contamos las ausencias, si las señalamos, si hurgamos en las causas de esas ausencias. La historia de Cuba no se cuenta en unas tontas y laudatorias entrevistas. La historia de Cuba no puede ser provocada por Amaury Pérez, tan cercano al discurso oficial.
Y esta semana comenzarán las nuevas grabaciones, y llegarán voleibolistas al estudio, y algún que otro escritor, y quizá hasta Víctor Mesa, si es que Amaury consigue convencerlo, como aseguró a los presentes, y quién duda que hasta algún político esté en su set, y como siempre, veremos un discurso uniforme que no reconstruirá la historia, porque la verdadera historia de este país no la revelará un hombre tan interesado en mantener bien teñido su cabello, en mentir para conseguir lo que se le antoje. Amaury y su programa no revelarán nada que no quiera el discurso oficial…, pero saldrá un nuevo tomo que robará el espacio a un escritor de verdad. Él tendrá su tercera temporada, su tercer tomo, y su mandíbula seguirá creciendo, como la nariz de Pinocho…, como la mentira…