Driulis González, del podio a Pepe Grillo

Driulis González fue letal. Cuatro veces escaló el podio estival y en siete oportunidades ganó premios en certámenes del orbe
Cuba, Driulis González, judo
Facebook
Twitter
WhatsApp
Telegram

LA HABANA, Cuba.- Me van a disculpar Idalys Ortiz, Ana Fidelia, Osleydis Menéndez, Mireya Luis y Regla Torres, pero a la hora de elegir a la mejor deportista cubana de la historia este cronista vota con tres manos por la gran Driulis González.

Yo, que no soy fan del judo, la seguí adondequiera que iba. Ella era el alma de una escuadra irrepetible comandada por un entrenador irrepetible. Había guerra en el tatami y allá partían Amarilis, Legna, Estela… a las órdenes del gordo Veitía y amparadas por Driulis, su corazón central.

Casi dos décadas en el equipo nacional dan fe de su estamina. Tenía una mirada que se clavaba —inalterable y seca— en la rival, y un moño que se deshacía en cada acción. Halaba los judogis con violencia, y sus ataques a las piernas (prohibidos en la actualidad) se erigieron en sello inconfundible de la casa.

Fue letal. Alguna vez sostuve que mezclaba la vocación del guerrero espartano con el nunca rendirse del fútbol alemán. Iba sobrada de carácter, y la receta de su éxito la salpimentó con ambición y voluntad.

Driulis González, Cuba, judo
Driulis González. (Foto: Granma)

Hay un par de episodios que la pintan tal cual. El primero, por supuesto, tuvo lugar en la olímpica Atlanta de 1996. Driulis había entrenado a duras penas por causa de una severa lesión cervical, y no faltaron voces que sugirieron su exclusión. Sin embargo, se preparó con el collarín puesto, y al final (paradojas divinas del deporte) en ese cuello herido le colgaron la medalla de la coronación.

La otra escena es de mucho después. Había subido de peso, tenía 34 abriles y discutió el oro del Mundial 2007 con la francesa Lucie Decosse, ocho años más joven y monarca de la cita mundialista precedente. El combate resultó complejísimo, hubo continuas arremetidas infructuosas, y a la postre la fuerza emergente debió inclinarse ante el poder incombustible de una mujer que, como siempre, festejó con un abrazo al voluminoso vientre de Veitía, entrenador, padre y amigo.

Cuatro veces escaló el podio estival —solo la japonesa Ryoko Tani la aventaja en la estadística—, y en siete oportunidades ganó premios en certámenes del orbe. A nivel panamericano, ni le cuento. Lo suyo fue de escándalo, y por eso hace casi una década tuvieron que exaltarla al Salón de la Fama del Judo. Es la única latinoamericana en ese espacio, pero vale por cincuenta.

Al retirarse trabajó como entrenadora en el municipio Cerro y después le ofrecieron una plaza en el cuerpo técnico del equipo femenino cubano. Allí estuvo algún tiempo. Pero un día Pepe Grillo se le acercó al oído y algo le dijo sobre el porvenir, el reordenamiento y otras hierbas. Al poco rato, las maletas estaban preparadas…

Driulis González como entrenadora de niños en la actualidad, en Florida. (Foto: Captura YouTube)

Hace un par de semanas, una periodista le preguntó por qué dejó las riendas de una selección nacional para dedicarse a preparar niños en los dojos de Florida. “Cada cual saca sus propias conclusiones”, dijo Driulis. “Y yo saqué la mía”.

Ippon y fin del cuento.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.

Add New Playlist