LA HABANA, Cuba. – El 7 de noviembre de 1929, en el Heckscher Building, abrió sus puertas por primera vez el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), una institución privada sin fines de lucro fundada por las respetables Abby Rockefeller y Lillie P. Bliss, con el fin de dar cabida al arte producido a partir de la segunda mitad del siglo XIX, que el Museo de Arte Metropolitano se negaba tajantemente a aceptar.
Ambas eran admiradoras y coleccionistas del arte moderno, así que buscaron la asesoría de la profesora y también coleccionista Mary Quinn Sullivan para componer el proyecto. Apenas un año después, se celebró la primera exposición del nuevo museo, que presentó obras de Cézanne, Gauguin, Seurat y Van Gogh.
Antes de cerrar el año 1929, el MoMA recibió la primera donación de obras para crear su propia colección: un dibujo y ocho grabados impresionistas alemanes. Con ello no bastaba para conformar un programa, así que continuaron agendando muestras temporales de artistas contemporáneos.
El deceso prematuro de Lillie P. Bliss, en 1931, cambió el escenario. Antes de su muerte, donó su colección personal al museo que, de forma repentina, ahora contaba con un fondo de 150 obras realizadas por los más importantes artistas franceses de finales del siglo XIX y principios del XX: Cézanne, Renoir, Degas, Seurat y Redon. De golpe, Nueva York se puso a la altura de Londres, París, Berlín, Múnich, Moscú y Chicago.
Los neoyorquinos recibieron su nuevo museo de muy buen talante. Los primeros pasos del MoMA fueron acompañados por artículos de la revista TIME, y el museo creció con tal rapidez que debió mudarse tres veces durante sus primeros 10 años.
En 1939 se instaló en la que ha sido su sede permanente. El nuevo edificio, inspirado en los presupuestos del Bauhaus, fue diseñado por Philip Goodwin y Edward Durell específicamente para albergar el museo: seis pisos recubiertos de cristal, con amplios espacios expositivos, área de oficinas, bibliotecas y auditorio para proyecciones fílmicas.
Desde sus inicios, el MoMA fue concebido como un espacio interdisciplinario orientado a una labor pedagógica para ayudar a la gente a apreciar y disfrutar el arte de su tiempo.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y el traslado de la capital del arte de París a Nueva York, el MoMA se convirtió en la principal institución de referencia para la producción artística moderna y contemporánea. Gracias a la generosidad de Abby Rockefeller y otros mecenas, grandes pintores de la vanguardia europea lograron refugiarse en Estados Unidos, legitimando con su presencia el prestigio del museo.
André Breton, Marc Chagall, Max Ernst, Piet Mondrian, Yves Tanguy, Fernand Léger, André Masson y Jacques Lipchitz se establecieron en la Gran Manzana, una costumbre que, en los años siguientes, abrazarían centenares de nuevos artistas.
Entre las obras más importantes que pertenecen a la colección permanente del MoMA, figuran La noche estrellada (Van Gogh), Las señoritas de Avignon (Picasso), Los amantes (René Magritte), La persistencia de la memoria (Dalí), La jungla (Wifredo Lam), Doble Elvis (Andy Warhol), Autorretrato con pelo corto (Frida Kahlo) y Flag (Jasper Johns).