LA HABANA, Cuba. – En mayo de 1933 vio la luz el primer número de la revista Grafos, una de las más atractivas y lujosas de la Cuba republicana. Dirigida por María Radelat y María Dolores Machín de Upmann, fue una revista de variedades, de carácter gráfico y orientada al público de la alta sociedad. Entre sus colaboradores destacaron Dora Alonso, Renée Méndez Capote, José Lezama Lima, Félix Pita Rodríguez, Emilio Ballagas, José Antonio Fernández de Castro y un largo etcétera.
Como revista dedicada especialmente a la mujer, tuvo sus antecedentes generales en medios como La Mujer Moderna (1925), órgano del Club Femenino; América (1929), inspirada en América Arias, quien fue su directora honorífica; y La Mujer (1929), suplemento mensual para la familia y el hogar, órgano oficial de la Asociación Nacional Femenina de la Prensa.
Dentro de los impresos para la alta sociedad, Grafos estuvo precedida por Fémina (1909-1916), revista mensual del mundo elegante; Chic (1917-1927), la revista de lujo; y Smart (1921-1922), revista de arte y actualidad.
Durante 14 años, Grafos ofreció un compendio de secciones que incluía cine, literatura, deportes, moda, sociales, acontecimientos nacionales e internacionales y arte. A través de este contenido ameno y sintetizado logró una sólida proyección cultural, bien complementada con su atrayente visualidad.
Grafos surgió tres meses antes del derrocamiento de Gerardo Machado, en un contexto sociopolítico complejo marcado por el auge de los partidos de izquierda y un reordenamiento de la institucionalidad y el Estado en sentido general. Desde sus páginas abordó los sucesos del gobierno provisional, la constituyente de 1940, el primer mandato de Batista y la llegada de los Auténticos al poder con la elección de Ramón Grau San Martín.
En este escenario inédito la revista se desarrolló, coincidiendo en el tiempo con otras ediciones novedosas, como Lyceum (1936-1939), Revista Cubana (1935-1957), Estudios Afrocubanos (1937-1940), Orígenes (1944-1952), entre otras.
Grafos definió su propósito desde el primer número, donde podía leerse la siguiente declaración:
“(…) como su nombre lo indica, será una publicación de carácter gráfico, sin que por ello relegue la parte literaria (…). Una preocupación fundamental la animaría: convertir sus grabados y artículos en intérpretes fidelísimos del nuevo tiempo. Sus aportes a la cultura cubana quedarán plenamente realizados en la búsqueda fervorosa de esta época y de sus modos de sentir la belleza y expresarla”.