LA HABANA, Cuba, diciembre (173.203.82.38) – ¿Quién, en su sano juicio, entiende la medida de lanzar a la calle a un millón 200 mil trabajadores, un tercio aproximadamente de la fuerza laboral, a un año apenas del incremento en cinco años de la edad de jubilación, en vigor desde enero de 2009? A la calle y sin subsidio, porque ya no hay de dónde sacar.
Más llamativo, y también contradictorio, es que desde 1977 las mujeres no garantizan el remplazo poblacional, y por lo mismo, laboral. Está a la vuelta de la esquina una sociedad envejecida sin relevo suficiente de fuerza de trabajo. Se anticipa que Cuba será la nación más envejecida de América Latina en los próximos veinte o treinta años.
Las expectativas de emplear a los cesanteados están puestas en la agricultura, la construcción, las fuerzas armadas y el trabajo individual por cuentacpropia.
La agricultura tiene la desventaja de que alrededor del 75 por ciento (o más) del total de las tierras productivas están plagadas de marabú, imposible de eliminar sin el empleo de potentes y costosos equipos mecánicos, que no existen.
Se intenta producir alimentos esencialmente sin emplear el trabajo mecanizado. Las granjas estatales son ineficientes. Las tierras entregadas en usufructo, hasta el momento presentan modestísimos resultados, y no parecen ser la solución, debido a los métodos primitivos con que se trabajan y las limitantes de todo tipo que impone el gobierno, particularmente en precios y comercialización.
Hasta el momento, ninguna opción parece capaz de satisfacer las necesidades alimentarias de una población de 11 millones, 200 mil habitantes. Sólo el fomento de grandes y modernas empresas agrícolas, rentables y eficientes, podría permitir algún despegue, aunque con medio siglo de atraso.
El Gobierno, con mentalidad cerrada al libre mercado, difícilmente podrá enfrentar el enorme reto que tiene ante sí. Continúan esperando que se produzca algún acto de magia o que aparezca otro Chávez, más cooperativo, que lo saque de apuros.
Según lo previsto, el sector de la construcción empleará 30 mil desplazados, pero con tantas necesidades, acumuladas por décadas, de reparar, reconstruir y construir nuevas edificaciones, no será suficiente para resolver la crisis habitacional.
También el país está urgido de una industria de materiales de construcción, pero, ¿de dónde sacar recursos financieros para crearla?
La opción de trabajo por cuenta propia, poco podrá alcanzar con tanta trabazón burocrática, reglamentación y los impuestos leoninos, que ya comienzan a provocar protestas, como la huelga de cocheros en Bayamo.
Como siempre ocurre, desde hace medio siglo, daremos un paso adelante y dos hacia atrás.