LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -A juzgar por el salario básico en Cuba, el empleado estatal es un cautivo, demeritado además por representar una carga para el Estado. Entre otros desordenes, es culpable por la baja rentabilidad, el ausentismo y los delitos económicos que perviven por más de cincuenta años en la empresa socialista.
Por sobre la pujante iniciativa privada, en el cubano prevalece la idea del asalariado. “Resolver” por la izquierda es la palabra de orden, sin que medien tributos, contratos y otros papeleos.
¿Cómo despojarse de este lastre que, unido a la obsoleta e inmóvil política económica del socialismo, no hace prosperar al sector privado en Cuba? ¿Acaso los asalariados prefieren conservar una conducta laboral deformada por el robo, la falsificación de bienes y servicios, el ausentismo y el desaprovechamiento de la jornada laboral?
Para el economista Ariel Terrero Font, entrevistado en su espacio habitual de la tele-revista Buenos Días, el pasado 11 de abril: “En la cultura económica cubana el hábito, la mentalidad del trabajador asalariado, está muy enraizada y probablemente no sea tan fácil de borrar”.
Pese a la inclusión de nuevas actividades para ejercer el trabajo por cuenta propia, la reducción de las tasas impositivas, la posibilidad de contratar mano de obra, la flexibilización entre empresas estatales y privadas, medidas en la política crediticia, arrendamiento de locales estatales y el anuncio de crear un mercado mayorista, el crecimiento de la actividad privada en Cuba parece estancarse.
Esto indica que tales flexibilizaciones vienen dando tumbos un año después de que Raúl Castro descongelara el trabajo por cuenta propia, con 178 actividades (362 mil afiliados al cierre de 2011), 83 de éstas con posibilidad de emplear mano de obra, y en un marco donde el propio mandatario anunció el despido de millón y medio de empleados estatales. Afortunadamente, hasta ahora todo ha quedado en el anuncio.
Aún cuando se vive bajo estrictos controles y condicionamientos, sobre todo a los vendedores de alimentos y productos artesanales e industriales, en el trabajo por cuenta propia prevalece la cultura del asalariado. Según estadísticas de la Oficina Nacional de la Administración Tributaria (ONAT), el 18% de los trabajadores por cuenta propia son trabajadores contratados por pequeños empresarios, sin contar aquellos que se contratan por la izquierda.
¿Por qué el pronóstico de iniciados en el trabajo por cuenta propia, 500 mil para el cierre de 2012, no se alcanzó? ¿Por qué prevalece la mentalidad del trabajador asalariado aun en los pequeños negocios privados?
¿Por qué dos tercios de los trabajadores de la economía privada nunca tuvieron vínculo laborar? ¿Qué nivel de desempleo existe en Cuba después de la caída del muro de Berlín?
Este último cuestionamiento define la mentalidad del trabajador asalariado, y explica por qué Raúl Castro tuvo qué frenar el despido de millón y medio de éstos.
Según el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, al cierre de febrero de 2013, 450 mil personas ejercían el trabajo por cuenta propia. El propio Terrero Font asegura que “a juzgar por el crecimiento en los primeros meses del actual año, no va a ser posible que llegáramos a medio millón de trabajadores por cuenta propia en este año 2013”.
Es decir, desde la perspectiva de un economista oficial, el número de afiliados a la ONAT disminuyó considerablemente, por no tener oportunidades reales de créditos bancarios, espacios donde ejercer la actividad o el tan ansiado mercado mayorista para adquirir la materia prima.
Menos pequeños empresarios, más asalariados en uno y otro sector. Eso se lo debemos a la deformación no solo del proletariado, también del sistema de gobierno que lo conduce.