LA HABANA, Cuba, agosto, 173.203.82.38 -“¿Hasta cuándo es esto?”, vociferó disgustado el entrenador cubano de la selección olímpica de judo femenino, Rolando Veitía, a pocos minutos de arribar a La Habana por la terminal aérea 3 de Rancho Boyeros, en la tarde del domingo 5 de agosto. Según un trabajador del aeropuerto -que prefirió el anonimato, por temor a ser despedido-, el enfado de Veitía fue por tener que pagar más de mil dólares en el despacho aduanero.
La nueva resolución de la Aduana General de la República de Cuba (122/2012), que entrará en vigor completamente a partir del 3 de septiembre próximo, con la aplicación de nuevos aranceles a los bultos postales y a otras variantes de mensajería, ya se hace sentir en las terminales aéreas.
Según la fuente, otros atletas de la delegación cubana que participó en las Olimpiadas de Londres 2012, manifestaron su descontento por los actuales impuestos de aduana (0,50 centavos de dólar por kilógramo de peso).
El caso de Veitía es uno más entre los cientos de residentes permanentes que a diario entran a Cuba, no sólo sujetos a las excesivas tarifas aduaneras, sino también a las “multas” extraoficiales por parte de funcionarios de aduana con derecho a “estimar” el valor de los artículos importados.
La nueva resolución, que prevé un impuesto de 10 pesos convertibles (11 dólares) a los que se excedan de cinco kilogramos, aparece a menos de un año de publicadas, en la Gaceta Oficial de Cuba, las “normas aduaneras que todo viajero debe conocer”.
El documento, que parece redactado para favorecer a los “vándalos de la aduana”, refiere que “no constituye de por sí una fuente generadora de derecho”, sino más bien el resultado de un sinnúmero de insatisfacciones que por años han sufrido los viajeros: demoras en el servicio, hurto y apropiación de artículos personales, confiscaciones indebidas, multas excesivas u otras violaciones.
Pero en la práctica, dicho instrumento de consulta impone más deberes que derechos a los pasajeros que arriban a Cuba. ¿Dónde están las normas que permitan demandar las irregularidades y el acecho a viajeros por parte de funcionarios pacotilleros?
El manual de normas cuestiona el actuar de personas que durante el despacho aduanero asuman cualquier actitud que impida el trabajo de la aduana en el ejercicio de su función de control: “El que amenace, calumnie, difame, insulte, injurie o de cualquier modo ultraje u ofenda, de palabra o por escrito, en su dignidad o decoro, a una autoridad, funcionario público o a sus agentes o auxiliares, en el ejercicio de sus funciones, o en ocasión o con motivo de ellas, incurre en sanción de privación de libertad de tres meses a un año o con multas de 100 a 300 cuotas o ambas”.
Rolando Veitía, como tantos otros incondicionales a la Revolución, parece no saber que la élite en el poder se mantiene –entre otros negocios autorizados- gracias a los aranceles de importación. Quizá él pueda hacer lo que otros cubanos no: reclamar con insultos, porque, al final, todo queda resuelto entre “revolucionarios”.
La Aeronáutica Civil cubana se ha visto empañada por repetidos escándalos de corrupción. El más reciente se dio a conocer por la prensa oficial, el 7 de junio de 2011, y da cuenta de un grupo de directivos sancionados por el Tribunal Provincial de La Habana, con penas de 3 a 10 años de privación de libertad, por delitos de corrupción administrativa. Todos estaban bajo el mando del General y ex Presidente de esa institución, Rogelio Acevedo.
La nueva resolución de impuestos obligará a que los funcionarios de aduanas replanteen su política de “estimaciones” sobre los productos importados, lo que es igual al robo autorizado. Es algo así como pelear sobre el tatami de la corrupción, donde no gana el mejor, sino el más incondicional a la Revolución.