LA HABANA, Cuba, junio (173.203.82.38) – Ileana García no robó ni mató a nadie. Tampoco protagonizó una riña que la obligara a concurrir dentro de un mes al Tribunal de Ciudad de La Habana.
La joven, residente en San Miguel del Padrón, va a cada rato a la casa de cambio para comprar pesos convertibles, que le permiten adquirir los alimentos y artículos necesarios para el hogar en las tiendas recaudadoras de divisas.
Ileana, tiene un niño de dos años. Trabaja como moza de limpieza en el hospital pediátrico La Balear. Su salario mensual, pagado en pesos cubanos, le alcanza para comprar 16 pesos convertibles. Para acrecentar la entrada de dinero a la casa, la joven se dedica a lavar y planchar.
Cuando va a la casa de cambio Ileana compra el dinero a personas que se dedican al negocio, por la izquierda, ya que en la oficina no hay siempre pesos convertibles para vender.
Aquel día fue fatídico para comerciar cualquier moneda. En el momento que Ileana compraba 20 pesos convertibles a una muchacha, un policía las detuvo y las condujo a la estación de policía, donde les impusieron sendas multas de 500 pesos; justamente lo que llevaba Ileana para cambiar. Ahora esperan un juicio por tráfico ilegal de divisas. Ileana sigue comprando pesos convertibles, pero legalmente.
“Los trabajadores de la casa de cambio –me dijo- estaban molestos porque las ventas habían bajado debido a los vendedores ilegales. Y como los empleados tienen también su búsqueda en el negocio, llamaron a la policía para que agarraran a los que venden y compran por la izquierda”.
La joven sabe que le puede esperar una condena de uno a cuatro años, o una multa de mil 500 pesos, y por eso se empeña en buscar más vecinos para lavarles y plancharles la ropa. Mientras su niño juega con una loma de ropa del tamaño de él, que Ileana tiene que lavar y planchar, la joven, abrumada, lo besa y murmura: ¡Si lloviera dinero!