LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -El 4 de abril de 1962, el gobierno comunista cubano creó la filial juvenil del Partido oficial, siguiendo el modelo soviético de los “komsomoles”. Este año celebrarán, el medio siglo del hecho con un concierto en la llamada Tribuna Anti Imperialista de Malecón y M, planeado para para embullar a los jóvenes a aplaudir a “su” organización política.
Una de las misiones fundamentales de la nueva organización juvenil partidista fue ayudar en la formación del Hombre Nuevo que requería el socialismo para funcionar. Sin embargo, a estas alturas es evidente que el socialismo no funcionó y la construcción del Hombre Nuevo -ese ciudadano cubano excepcional y ejemplar, honesto, altruista, sin egoísmos ni ambiciones personales, revolucionario a carta cabal y dotado de todas las virtudes imaginables- que la revolución debería forjar para los nuevos tiempos, dio resultados bastante alejados de lo esperado por la nomenclatura partidista que lo proyectó.
Aunque desde los años 60 se veía venir, el gran fracaso de la formación del Hombre Nuevo se hizo patente en 1980 durante el multitudinario éxodo del Mariel en el que, a la primera oportunidad, más de 125 mil cubanos, jóvenes en su mayoría, huyeron en estampida del paraíso socialista.
Pero, si después del Mariel alguien albergaba aun dudas sobre el fracaso de la construcción del nuevo arquetipo humano socialista, la nueva estampida de balseros de 1994, cuando alrededor de 40 mil personas escaparon a Estados Unidos, jóvenes en inmensa su mayoría, debió ser suficiente para despejarlas. Ante la promesa gubernamental de que no se tomarían represalias contra los que quisieran abandonar la Isla, miles de “hombres nuevos”, nacidos, criados y educados -a ritmo de consignas anti yanquis- en la revolución, se lanzaron a cruzar el Estrecho de la Florida en cualquier artefacto que más o menos flotara.
Lo anterior, sin mencionar el constante éxodo de jóvenes hacia los más remotos destinos, que, unido a la negación de los jóvenes cubanos a procrear en este medio tan hostil, ha hecho que la cubana sea la población más envejecida de América Latina.
Hoy se puede ver al Hombre Nuevo en la amplia acera del Malecón habanero, convertida en pasarela para jóvenes de ambos sexos en busca de divisas “por cuenta propia”, que ofrecen sexo barato o venden tabacos falsos a los turistas extranjeros.
Como colofón, medio siglo después de creada la organización juvenil comunista, durante el pasado VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, el mismísimo General que ahora nos gobierna ha tenido que reconocer la ausencia de un relevo generacional capaz de heredar el poder de los gerontócratas, que ya han comenzado a pasar a mejor vida.
Los jóvenes cubanos de hoy están más interesados en tener un Blackberry que en las descargas políticas de la prensa oficialista o las reuniones de la Unión de Jóvenes Comunistas. Conocen al dedillo los avatares de los personajes de las telenovelas de las televisoras de Miami, mientras les aburren horriblemente los problemas de los “Cinco Héroes Prisioneros del Imperio”.
Saben cuanto cuesta entrar a cualquier discoteca habanera, o piratear y vender películas americanas, o CD’s del último éxito regguetonero, pero ni les pregunte sobre el trabajo voluntario o a la guardia del Comité.
Les da igual ir al desfile del Primero de Mayo que a la misa del Papa, aunque no sepan qué se celebra el primero ni rezar el Padrenuestro; porque si van es simplemente porque saben que no hacerlo los marca y perjudica.
Veremos cómo le va al Hombre Nuevo en estos nuevos tiempos de “ajustes” del modelo económico para salvar al socialismo. Supongo que ahora, además de ser comunista y marchar por la liberación de los Cinco Héroes, deberá ser católico, asistir a misa y hasta aprenderse finalmente el Padrenuestro. También deberá ser cuentapropista porque se acabaron los tiempos del “pleno empleo y las gratitudes” y quizás hasta deba mejorar su ortografía, plagada de los más inimaginables errores, que hacen pensar que la cacareada “educación socialista” no fue nunca el supuesto logro de tanto alardeaban los caciques.