LA HABANA, Cuba, febrero, 173.203.82.38 -Cuando se cumplen ciento quince años de su nacimiento, Jorge Mañach Robato, uno de los intelectuales más brillantes de Cuba, continúa siendo un desconocido para nuestras nuevas generaciones. ¿La causa de este desaguisado?: La intolerancia del régimen.
Nacido el 14 de febrero de 1898, en Sagua La Grande, antigua provincia de Las Villas, Mañach partió con sus padres hacia España, en 1907, y se estableció en el pueblo de Tembleque, donde hizo estudios elementales y fue alumno de pintura. Regresó a La Habana en 1913, y al fallecer su padre, en 1915, viajó a los Estados Unidos, donde cursó estudios secundarios, en el Cambridge High Latin School, de Massachusetts.
Gracias a su aplicación, obtuvo una beca para continuar estudios en la Universidad de Harvard, donde se graduó como bachiller en artes. En 1921, obtuvo la beca Sheldon, que le permitió estudiar dos años de Derecho en La Sorbona, en París. Luego, regresó a La Habana, en cuya Universidad concluyó, en 1924, el doctorado en Derecho Civil y, en 1928, el correspondiente a Filosofía y Letras.
A pesar de recibir ofrecimientos de trabajo en medios académicos extranjeros, Mañach decidió establecerse en Cuba, donde participó en la “Protesta de los Trece”, movimiento en contra del gobierno de Alfredo Zayas, y también formó parte del Grupo Minorista, núcleo de jóvenes intelectuales de izquierda que por su proyección política, literaria y social, logró repercusiones internacionales.
Fue uno de los fundadores del partido ABC, que enfrentó al dictador Gerardo Machado, y a la vez director del periódico “Acción”, órgano de dicho partido, entre 1934 y 1935. En 1934, fue ministro de Instrucción Pública del gobierno Caffery-Batista-Mendieta, y entre 1935 y 1939, tuvo que vivir en el exilio, debido a sus ideas revolucionarias, lapso en el que trabajó en la Facultad de Lengua y Literaturas Hispánicas de la Universidad de Columbia, en Nueva York, llegando a ser nombrado Director de Estudios Hispanoamericanos en el Instituto de las Españas, de dicha universidad.
De regreso a Cuba, fue delegado a la Asamblea Constituyente, la que nos legó la Constitución de 1940, y un destacado profesor de la Universidad de La Habana. También fue Ministro de Estado durante los últimos meses del gobierno constitucional de Fulgencio Batista, además de dirigente del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), y Director de la Universidad del Aire, entre 1948 y 1952.
Estuvo en desacuerdo con el golpe de estado ejecutado por Batista, en 1952, y en 1957 volvió al exilio, del cual regresó en 1959, cuando triunfó la revolución, a la cual apoyó públicamente hasta que descubrió su proyección marxista, hecho que, vinculado al acoso de que estaba siendo objeto, determinó que regresara al exilio, donde falleció, en junio de 1961.
En la historia cultural de la república cubana, durante el siglo XX, existen pocos intelectuales con una obra semejante a la que nos dejó Mañach. Autor de más de dos mil títulos y activo participante en la vida política del país, fue un ferviente luchador en contra de la corrupción y a favor del papel de la cultura dentro de la sociedad, un intelectual insoslayable.
Sus obras, publicadas en España, Latinoamérica y Estados Unidos, casi no se publican en Cuba, gracias al sambenito de “reaccionario” que le endilgaron influyentes intelectuales muy vinculados a la política sectaria que a partir de 1959 comenzó a instrumentar la aupada facción comunista del PSP, dentro del gobierno establecido por Fidel Castro.
Las consecuencias de esta política para la cultura del país, su responsabilidad en las tempranas escisiones de la revolución y en la subversión de su programa inicial, es algo que no se ha estudiado con profundidad y valentía. Baste decir que dos de las obras más populares de Mañach, una biografía de nuestro Héroe Nacional titulada “Martí, el Apóstol”, y el ensayo “Indagación del choteo”, solamente han sido publicadas una vez en Cuba, durante la friolera de 54 años.
Otras obras suyas no menos importantes, como “Estampas de San Cristóbal” y “Utilitarismo y Cultura”, así como sus polémicas con Rubén Martínez Villena, los origenistas y con Porfirio Pendás, siguen siendo del conocimiento de académicos y de los privilegiados que han podido adquirir los escasísimos textos de Mañach publicados por el régimen.
Aunque también escribió cuentos, novelas, obras de teatro y artículos, Mañach es fundamentalmente reconocido por su ensayística, catalogada por varios estudiosos como una de las más importantes dentro de la literatura hispanoamericana del siglo XX.
No en balde, la verdad se ha ido estableciendo paulatinamente dentro de los círculos intelectuales y culturales del país. Frente a la prepotencia e insidia de aquellos que durante décadas marginaron la significación de su obra, gracias a un espurio ejercicio de poder intelectual, Jorge Mañach resurge con firmeza, por derecho propio, como un ícono raigal e imprescindible de la cultura nacional.
NOTA:
(*) Para la exposición de las referencias biográficas sobre Mañach el autor de este artículo consultó los textos “Diccionario de la Literatura Cubana”, Instituto de Literatura y lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba, Editorial Letras Cubanas, La Habana 1984 y “Más allá del mito, Jorge Mañach y la Revolución Cubana”, de Rigoberto Segreo y Margarita Segura, Colección Diálogo, Editorial Oriente, 2012.