LA HABANA, Cuba, noviembre, 173.203.82.38 -El dulce nombre del huracán Sandy no podía anunciar la secuela de tragedia, destrucción y muerte que dejaría el siniestro a su paso por el Caribe y Norteamérica, en especial el sureste de Cuba y el noreste de los Estados Unidos, dos regiones sin prácticamente experiencia en el enfrentamiento al impacto de los ciclones tropicales. La manipulación mediática y las actitudes demagógicas de los gobernantes cubanos hacen difícil imaginar cuanta indolencia e inhumanidad se anida en las almas de estos destructores de la nación cubana.
La madrugada 26 de octubre difícilmente será olvidada por los cientos de miles de cubanos que fueron víctimas de la furia de la naturaleza desatada en una dimensión no prevista
Mientras los medios informativos nacionales dan amplia cuenta de los destrozos causados por el meteoro en los Estados Unidos aportan una visión parcial e incompleta de la realidad de la tragedia que hoy aqueja a cientos de miles de cubanos que se debaten entre el dolor y la incertidumbre por un futuro bien incierto.
Las informaciones sobre las secuelas del paso de Sandy por las provincias de Santiago de Cuba, Holguín y Guantánamo no reflejan la verdadera dimensión estadística de la catástrofe, no se aportan cifras ni se muestra la imagen clara de la destrucción, lo cual es sustituido desde el primer día por una falsa y triunfalista imagen de recuperación acelerada y ejemplar.
Solo los damnificados conocen a fondo los efectos y las graves perspectivas de la nueva situación, pero con asombro hemos conocido, durante años, de los reconocimientos que organismos e instituciones internacionales han tributado al gobierno cubano por ser, según dicen, el país mejor preparado para enfrentar las catástrofes. Los que desde lejos se dejan ganar fácilmente por los efectos de la propaganda y la manipulación de la información desconocen lo indefensa y vulnerable que es la sociedad cubana ante imponderables y tragedias. Esta tragedia sin precedentes en el oriente del país y sus tristes resultados constituyen el más inapelable desmentido a los fuegos de artificio de la propaganda oficial que se ceba en la cándida ingenuidad de los observadores y especialistas foráneos.
La televisión nacional trasmitió en la tarde del domingo 4 de noviembre un extenso documental que reflejó una imagen casi idílica de los procesos de preparación y recuperación de las zonas afectadas, imagen que está muy lejos de acercarse a la realidad como aseguran a este redactor varias fuentes consultadas en la ciudad de Santiago de Cuba
Ante la inminencia del embate del huracán las autoridades locales demostraron total incapacidad de responder a las necesidades de proteger a la población, decenas de miles de vecinos se auto evacuaron en solidarias casas particulares, pero ciudadanos que solicitaron protección oficial no encontraron respuesta a sus reclamos.
Una ciudad como Santiago de Cuba, densamente poblada, con cientos de miles de casas e instalaciones estatales en deplorable estado constructivo y de conservación y una tupida red de barrios marginales, fue presa fácil del devastador huracán que atravesó el oriente del país de sur a norte con ráfagas de viento de más de 200 Km por hora, dejando a su paso miles de casas, escuelas, almacenes, instalaciones hospitalarias y objetivos económicos parcial o totalmente destruidos, además de las redes eléctricas y telefónicas totalmente colapsadas.
El primer y más extendido comentario a propósito del siniestro fue la irresponsable indolencia del gobernante Raúl Castro quien demoró varios días en llegar al lugar de la catástrofe. En realidad el presidente invisible visitó el puerto de Santiago de Cuba y alguna zona urbana de la ciudad de Guantánamo y no se ha dignado a presentarse ante el pueblo de Santiago de Cuba, el más afectado por la catástrofe.
En un alarde de comprometimiento, que más bien parece una burla, el presidente cubano aseguró que permanecería en la provincia hasta que se restableciera el fluido eléctrico. Cabria preguntarse si en el lugar donde él se aloja sufre las mismas carencias de todos los santiagueros. Tal vez el general sin batallas piense que es el liniero mágico cuya sola presencia resolverá el agobiante problema.
El gobierno cubano, incapaz de garantizar en condiciones normales la disponibilidad cotidiana de lo más elemental, no demuestra la valentía y sensibilidad de declarar la región afectada como zona de desastre y solicitar ayuda internacional. Las autoridades cubanas dando esta falsa muestra de autosuficiencia condenan a más compatriotas a un largo periodo de penurias y desamparo.
Pocas horas después de la tragedia escuchamos a la ministra de trabajo y seguridad social informar en la reunión gubernamental de emergencia que los damnificados obligados a abandonar temporalmente sus empleos para reparar por medios propios sus viviendas afectadas serian privados de sus salarios, para después enterarnos que esos mismos desamparados deben pagar ciento cinco pesos cubanos por cada teja de asbesto cemento que dejaría a los “beneficiados” expuestos a las graves secuelas tóxicas de este material ya prohibido en todo el mundo occidental y como es natural a merced de nuevos embates ciclónicos. Los habitantes de Santiago de Cuba han rechazado mayoritariamente la oferta sin saber cuál será la solución a sus urgencias constructivas.
En la mencionada reunión gubernamental el ministro de salud pública aseguró que existía cobertura total de hipoclorito de sodio para purificar el agua, en contraste los damnificados dan cuenta que el nivel de contaminación de las aguas es inmune a cualquier compuesto purificador.Pocas horas después del siniestro, aún sin comunicación con varias zonas seriamente afectadas las autoridades admitieron la dudosa cifra de once fallecidos, sin embargo las fuentes consultadas dan cuenta de alrededor de cuarenta sepelios efectuados en el cementerio del poblado santiaguero El Caney, tomado como alternativa ante las inundaciones que sufría la principal necrópolis de la ciudad.
La televisión nacional ha dado cuenta del arribo por vía aérea de muchas toneladas de alimentos provenientes de asistencias internacionales, pero los santiagueros consultados muestran su indignación por la inexplicable demora en distribuir tan necesaria ayuda. De igual forma han dado cuenta del aumento de precios de algunos alimentos, así como de los varios casos de intoxicación provocados por alimentos en conserva provenientes de las reservas militares, por cierto muy cercanos a la fecha de vencimiento y vendidos a las población con precios inflados.
La ciudad de Santiago de Cuba ha sido víctima de una oleada de vandalismo que ha violentado establecimientos comerciales e incluso profanado templos religiosos. Según reportan las fuentes consultadas ya varios ciudadanos han sido sancionados a penas de trabajos forzados por esta causa.
Fernado Palacios Mogar, presidente del Partido Liberal Nacional Cubano PLNC, recien llegado de Holguin, donde permanecio cinco dias detenido en los calabozos de la seguridad del estado, da cuenta de la indignacion de los pobladores damnificados por la indolencia e inoperancia de las autoridades para responder a sus necesidades y reclamos.
Es muy posible que nunca conozcamos la verdadera dimensión de la tragedia vivida por nuestros hermanos orientales, la manipulación propagandística seguirá su marcha mientras miles de hermanos se incorporan a ese ejército de damnificados que a lo largo de todo el país aguardan con impotencia y desesperanza por la restauración de sus viviendas afectadas por algún siniestro atmosférico ya pasado.
Los orientales han visto crecer sus cotidianas penurias materiales, tratan de enfrentar como pueden la indolencia gubernamental y el duro día a día que sucede a la tragedia, mientras guardan muy poca esperanza de ver algún día recuperados sus hoy desolados pueblos y ciudades.
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