LA HABANA, Cuba, septiembre (173.203.82.38) – No hace mucho, a un programa deportivo de la televisión cubana asistió Jorge Hernández, campeón olímpico de la división mini mosca en Montreal 1976. Fue inevitable que le preguntaran sobre el declive que exhibe hoy el boxeo cubano, y lo que podría hacerse en aras de recuperar el terreno perdido con vistas a las olimpiadas de Londres, el próximo año.
Jorgito no demostró ser como comentarista todo lo bueno que había sido en el ring. Habló acerca de deficiencias en los entrenamientos y la escasez de topes internacionales, entre otras causas del descalabro. Sin embargo, no se atrevió a mencionar el elemento clave que le impide a Cuba en este momento presentar una escuadra tan brillante como las de antaño: la deserción de las principales figuras hacia el boxeo profesional. Las autoridades cubanas no acaban de comprender que es legítima la aspiración de cualquier deportista de mejorar su estatus económico, y llegar hasta donde se lo permitan sus aptitudes. Para los funcionarios castristas el deporte es sólo una razón de Estado, que le posibilite al país ganar medallas en eventos internacionales, y así demostrar las supuestas bondades del sistema político imperante.
Ellos no aceptan el camino seguido por Odlanier Solís, Guillermo Rigondeaux, Erislandy Lara y tantos otros. Quisieran que todos los boxeadores cubanos imitaran a Ariel Hernández, Héctor Vinent y Ángel Herrera, quienes dedicaron su vida al boxeo aficionado, fueron bicampeones olímpicos, y hoy, ya retirados, yacen en el anonimato y afrontando tal vez múltiples vicisitudes.
Pero es evidente que algo traman las autoridades de la isla para tratar de contener ese flujo que desangra, no sólo al boxeo, sino también a otros deportes. Hace algunos años el comentarista deportivo y diputado Héctor Rodríguez, planteó el asunto en la Asamblea Nacional del Poder Popular. En aquella ocasión los diputados se pronunciaron por tomar medidas contra lo que calificaron como “un plan orquestado desde el exterior para robarse a nuestros atletas”.
Ahora el Presidente Raúl Castro, al referirse a las flexibilizaciones en la política migratoria que piensa implementar el gobierno, ha indicado que “se incluirán contramedidas razonables para preservar el capital humano creado por la revolución frente al robo de talentos que aplican los poderosos”. O sea, que la “flexibilización” puede operar en dos sentidos bien diferentes: por un lado el aflojamiento que significaría la eliminación de la tarjeta blanca para la salida del país de ciudadanos en general; pero por el otro, apretar las tuercas para impedir que peloteros, boxeadores y otros talentos escapen al exterior.