LA HABANA, Cuba, agosto, 173.203.82.38 -Cada año, la población cubana envejece, proliferan los asentamientos ilegales, crece la población penal y miles de cubanos abandonan la Isla, según el gobierno, por motivos económicos.
Entre el 15 y el 24 de septiembre próximo, un formulario de 35 preguntas será parte del nuevo Censo Nacional de Población y Viviendas, el decimoctavo en la historia de Cuba y el cuarto que realiza la tiranía de los hermanos Castro Ruz. Como punta de lanza, serán utilizados más de 70 mil enumeradores, entre profesores y estudiantes preuniversitarios y técnico-profesionales de la enseñanza superior.
Me pregunto: ¿Es necesaria una planilla oficial con 35 preguntas para saber cuántos cubanos somos? El censo efectuado en 2010 en Estados Unidos, un país enorme y de más de 300 millones de habitantes, tenía apenas 10 preguntas.
El Censo se realizará en horas de la noche y, según su responsable a nivel nacional, Juan Carlos Alfonso Fraga (en declaraciones a la revista Bohemia), “no concede ni elimina legalidad alguna”.
El cuestionario se dará a conocer previamente por los medios masivos de difusión, controlados todos por el Estado. Entre las preguntas que ya circulan de boca en boca, aparecen el estado actual de los inmuebles, ocupación laboral, salario, nivel educacional, conjunto de electrodomésticos en las viviendas (no es necesario mostrar la propiedad), servicios que recibe la familia, su nivel de información y otras, hasta completar el interrogatorio de 35 preguntas.
Según los organizadores, toda la información recopilada, “ajustada a los estándares internacionales” en materia de censo poblacional, se pondrá en función del desarrollo social.
El nuevo Censo Nacional llega a los cubanos en medio de un clima de descontento por el alto costo de los artículos de primera necesidad y la corrupción estatal, así como por la represión sobre la economía informal y sobre los trabajadores por cuenta propia. El deterioro progresivo del transporte público y los servicios sanitarios, la insalubridad y la proliferación de enfermedades nunca vistas o erradicadas desde hace décadas, son igualmente motivos de sumo descontento popular. En fin, todo un sinnúmero de problemas que mantienen a la ciudadanía desconectada de la política gubernamental.
Después que Estados Unidos acogió a más de 125 mil cubanos, que huyeron del régimen por la localidad habanera del Mariel, Fidel Castro dio curso al segundo Censo Nacional de Población y Viviendas, en 1981 (9 706 369 habitantes).
Más tarde, el propio Fidel propuso el aumento de entre 10 y el 30 %, en los alimentos subsidiados. Y al año siguiente, sintiéndose fortalecido por el patrocinio de la extinta Unión Soviética (URSS), lanzó la ofensiva contra el mercado libre campesino, acusando a los comerciantes de “intermediarios inescrupulosos”.
Ocho años antes del tercer Censo Nacional, en 1994, Estados Unidos recibió la andanada de casi cuanrenta mil balseros y se comprometió con Cuba a aceptar 20 mil cubanos cada año. En 2002, año en que Fidel Castro intentó opacar las 11 mil firmas de Proyecto Varela con su perreta del “socialismo irrevocable”, el nuevo Censo arrojaba cerca de 11 millones 200 mil habitantes. Para entonces, la URSS había desaparecido y el Estado tirano necesitaba nuevas estrategias de financiamiento.
Ahora, a diez años del último Censo Nacional, más que un conteo poblacional para las próximas elecciones de candidatos de circunscripción, se impone un nuevo interrogatorio nacional. Con Raúl Castro en el poder, nada más falta por saber lo que pensamos los cubanos sobre los menguados subsidios, sobre la proliferación del trabajo no estatal o de esa oferta y demanda que propicia la versión más trágica del capitalismo de Estado.
¿Será este Censo Nacional de Población y Viviendas la antesala de los tan ansiados cambios en la política migratoria?
Después del 14 de septiembre, los cubanos sabremos cuántos somos los que quedamos en la Isla, desde la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio. Sin embargo, el gobierno, para nada interesado en las vicisitudes del ciudadano de a pie, seguirá ignorando las respuestas no convenientes a esas 35 preguntas del cuestionario para el Censo, al igual que ignora al casi 20 % de nuestra nación que debido a la catastrophe nacional vive en la diáspora.