LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Dentro de la “normalidad” que los verdugos insulares han codificado, no es raro enterarse de que la Fiscalía haya hecho mutis respecto al caso del periodista independiente Calixto Ramón Martínez Arias, encarcelado desde el 16 de septiembre de 2012.
Según consta en la ley, debe haber un dictamen después de transcurridos los 6 meses del arresto, pero como ocurre a menudo, lo legislado para estos asuntos queda a merced de quienes se arrogan el derecho de vulnerar los preceptos constitucionales y el resto de las normas que regulan el funcionamiento de las diversas instituciones.
Basta fijarse en el precedente de la activista pro derechos humanos Sonia Garro y su esposo, para tener una idea de lo que le puede ocurrir también a Calixto. Hace más de un año que el matrimonio se encuentra tras las rejas sin ser llevados a juicio y sin que conozcan los pormenores del expediente acusatorio.
El reciente pedido a su Santidad Francisco para que interceda por el periodista, se inserta en las múltiples gestiones que han hecho los integrantes de la agencia de prensa Hablemos Press. Calixto Martínez fue encarcelado mientras realizaba una labor investigativa en el aeropuerto nacional, como parte de su trabajo en esta agencia independiente.
La opción de la huelga de hambre, de acuerdo con experiencias similares, no garantiza el restablecimiento del derecho, en este caso de la libertad inmediata.
En la historia del movimiento pacífico a favor de la democracia no existen antecedentes de que un preso político o de conciencia haya logrado la excarcelación por medio de la privación voluntaria de alimentos. Es imposible pensar que Calixto tenga éxito con su sacrificio. La muerte de Pedro Luis Boitel, en 1972, y de Orlado Zapata Tamayo, en el 2010, confirman las escasas perspectivas de presionar al régimen a través de esta vía.
Recuerdo a los reos comunes del Combinado Provincial de Guantánamo que recurrían a la huelga de hambre en aras de obtener algún beneficio o de protestar ante un exceso represivo. Muy pocos obtenían algo de sus exigencias. Frecuentemente eran apaleados y tras abandonar su protesta recibían un peor trato por parte de los carceleros.
Durante mi encarcelamiento, desde marzo de 2003 hasta diciembre de 2004, nunca tuve la intención de someterme a tan dura prueba, aunque siempre respeté a los colegas que apostaron por este recurso. Ahora, Calixto vuelve a someter su cuerpo al rigor de la inanición. Su salud recibirá otros golpes, quizás no mortales, pero que le dejarán secuelas por el resto de su vida.
Hay que multiplicar los llamados a la comunidad internacional para que se pronuncien por cada preso político cubano. Ser juzgado sin las debidas garantías procesales y enviado a las peores prisiones es una realidad que se repite bajo el castrismo.
Más que denunciar el incumplimiento de la ley, respecto a la ilegal postergación del juicio, Calixto merece la libertad inmediata.
Esto último tal vez demore. No obstante, las voces que reclaman justicia, dentro y fuera de Cuba, deberían crecer. El régimen, aunque quisiera, no puede actuar como lo hacía en las primeras décadas de su extensa trayectoria. El margen para el uso indiscriminado de la fuerza se ha reducido. Es preciso elevarle el precio a su impunidad.
ACTUALIZACIÓN (15:24 horas): Calixto Ramón depuso su huelga de hambre, según twitter de hoy, viernes 29 de marzo, emitido desde La Habana por Roberto de Jesús Guerra, director de la agencia independiente Hablemos Press. En su nota, De Jesús Guerra dice que las autoridades le han prometido al reo que lo liberarán en días próximos.