LA HABANA, Cuba, mayo (173.203.82.38) – “A quienes aún miran con recelo a la iglesia, les remito a las palabras que el Santo Padre, Juan Pablo II, pronunció durante su visita a la isla: No tengan miedo”.
Con estas palabras se despidió formalmente del pueblo y las autoridades el Nuncio Apostólico, Angelo Becciu, durante una misa oficiada en la Catedral de La Habana, el pasado 24 de mayo, concluyendo así su misión en Cuba.
Becciu asumió el cargo diplomático en el año 2009, cuando relevó a Luigi Bonazzi. Durante el año y medio que permaneció en Cuba, la Iglesia Católica sirvió de mediadora para la liberación de más de cien presos políticos, casi en su totalidad deportados a España de inmediato en compañía de sus familiares.
Becciu pasa a ocupar un cargo cercano al Papa Benedicto XVI, como vicesecretario de Estado de la Santa Sede. Su partida llega en momentos en que la Iglesia Católica cubana atraviesa por un período difícil, a raíz del escepticismo generado por su relación con el gobierno. Según el sacerdote José Conrado Rodríguez, la iglesia tiene ahora mayor espacio, pero sólo si no se refiere a asuntos que afecten al poder.
Becciu ha sido partidario de no circunscribir la iglesia únicamente a la oración y, ciertamente, su labor ha fructificado en obras; aunque como él mismo afirma: “Es muy temprano para verificar la factibilidad de mis propósitos”.
Natural de Cerdeña, afirma Becciu que “cuando el mar arrecia poco se puede hacer”. En relación con la visita del Santo Padre Benedicto XVI a Cuba, el prelado dijo: “Nada podemos decir porque nada sabemos”.
La misa estuvo presida por el Cardenal Jaime Ortega, quien pronunció la homilía. Asistieron también miembros del cuerpo diplomático, representantes del gobierno, y feligreses del municipio Habana Vieja.