MÉRIDA, México -. Las ruinas de la que está considerada la primera hidroeléctrica de Matanzas ocupan la atención de los espeleólogos desde que fueran visitadas por primera vez en 2018.
El “descubrimiento” fue hecho ese año durante trabajos exploratorios del Grupo Guamacaro del Comité Espeleológico de Matanzas, al oeste de la ciudad yumurina, en el lugar conocido como La Julia, relata un reporte de la Agencia Cubana de Noticias (ACN).
Tras seis años de iniciarse la investigación, “las ruinas continúan siendo objeto de investigación, no solo desde la historiografía, sino también en perspectiva arqueológica”, se lee en un reporte de Cuba Arqueológica.
En el área se pueden observar un “anchos y largos muros que forman canales creados para orientar las aguas de los ríos Cañas y San Agustín hacia el inmueble principal, el edificio al parecer contaba con tres plantas, una de ellas dedicada al resguardo del sistema de máquinas encargado de generar la energía”, describe a ACN el investigador invitado a los trabajos Odlanyer Hernández de Lara.
La hidroeléctrica fue construida entre 1918 y 1920, la obra fue encargada al arquitecto Ramón Sarrría, y pertenecía a la compañía Hidro-Eléctrica de Matanzas S. A.
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La directiva de esta compañía estaba encabezada por el presidente Don Santiago Barraqué, el Dr. Leopoldo de Pola actuaba como secretario y la Urréchaga y Compañía de Matanzas era el principal accionista, según precisa la investigación documental llevada a cabo por el Grupo Guamacaro y Hernández de Lara, estudioso del Departamento de Antropología de la Universidad de Syracuse, en Nueva York.
Las fuentes de la época apuntan a que la hidroeléctrica fue comprada por una compañía estadounidense en 1924 y los nuevos dueños pretendían integrarla a la Compañía de Servicios Públicos de Matanzas, que también habían comprado, para reorganizar los servicios de agua, luz y tranvías de la ciudad.
El desarrollo de los servicios públicos de la Atenas de Cuba en la primera mitad del siglo XX, del que da testimonio estas ruinas, contrasta con un presente de apagones y precariedad.
“Después de cien años, los canales, la casa de máquinas y demás estructuras han sido reclamados por la naturaleza. Las raíces de los jagüeyes sostienen parte de los muros, otros han caído como consecuencia de eventos meteorológicos y la actividad humana”, se lee en la nota de Cuba Arqueológica.
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