Ciudad de México, México.- En noviembre del pasado año, Balbina Ponce Matías y su hijo parapléjico, de quien ella es la única cuidadora, salieron de La Habana. La meta de ambos era llegar a Uruguay y allí empezar una nueva vida sin las carencias de Cuba.
“No tenía forma de alimentar a mi hijo”, dijo Ponce Matias a Al Jazeera.
“No hay medicamentos, no hay pañales para discapacitados; la ropa y los zapatos son difíciles de conseguir. Experimentaríamos hasta cinco horas de cortes de electricidad por día. No puedes encontrar sillas de ruedas, no puedes encontrar nada. Así que nos dijimos a nosotros mismos, busquemos una segunda oportunidad de vivir”.
Balbina eligió Sudamérica y no Estados Unidos, como la mayoría de los cubanos porque sintió que la travesía sería más insegura hacia al norte. Además, cuando pudo reunir lo que necesitaban para el viaje ya se había cortado el flujo de migrantes en la frontera azteca de cara a Estados Unidos.
“Tuvimos que prácticamente regalar cosas. Estaba vendiendo por lo mínimo, por tan solo cuatro pesos cubanos”, dijo Balbina. Así reunieron los cuatro mil dólares que les costó la travesía.
Esta cubana y su hijo en silla de ruedas recorrieron 6000 kilómetros. Pasaron 20 horas de autobús por junglas de Guyana hasta la ciudad de Boa Vista en en norte de Brasil.
“Hubo momentos en los que no podíamos continuar debido a las difíciles condiciones del camino, y tuvimos que desembarcar y volver a embarcar, lo cual fue particularmente difícil con la silla de ruedas [de mi hijo]. Unos traficantes abandonaron a los cubanos en medio de la selva; la gente estaba enferma, vomitando durante todo el viaje debido a las carreteras en mal estado”.
El medio Aljazerra relata que en Brasil fueron entregados a diferentes traficantes. Después viajaron durante un mes por el país más grande del hemisferio hasta llegar a la frontera Brasil-Uruguay.
La travesía no fue fácil, pero lo lograron. En la ciudad de Rivera, Uruguay, solicitaron asilo oficialmente.
Esta familia de cubanos como todos los solicitantes de asilo en Uruguay recibieron documentos de identidad temporales que les permiten trabajar y tener acceso a los servicios públicos, como educación y salud.
Estas tarjetas duran dos años y pueden ser renovadas por 12 meses más. Hasta el pasado enero permitían a los solicitantes de asilo pasar al estatus de refugiados y tener la residencia permanente sin grandes contratiempos. Sin embargo desde inicios de 2023 exigen a los migrantes que muestren en sus pasaportes los sellos de entrada y salida de Brasil. En el caso de Balbina y su hijo no pueden tener estos sellos porque entraron ilegalmente a Brasil.
Alberto Gianotti, miembro de la ONG uruguaya Red de Apoyo al Migrante, explicó que el requisito deja a cerca de 10 mil cubanos en un limbo migratorio.