LA HABANA, Cuba.- Los principales medios informativos de la isla no reflejaron la reciente estancia en La Habana del reformador de la economía cubana, Boris Titov.
Por tal motivo no es de extrañar que Vladimir Putin trate de arreglar a su manera la caótica situación económica de la isla, al considerar que así los gobernantes cubanos podrían desempeñar mejor su labor de vasallaje.
En ese contexto sobresale Boris Titov, un personaje del círculo íntimo del gobernante ruso. Este funcionario que dirige el Consejo Empresarial ruso-cubano, coordina las inversiones rusas en la isla, y según parece está encargado de diseñar ciertas reformas en la economía cubana (algunos le llaman la Cubastroika), ha estado por estos días en La Habana para encontrarse con el mandatario cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Esta visita se produce poco tiempo después de que Titov tomara parte, aquí en Cuba, en la reunión de la Comisión Intergubernamental entre ambos países, en la que participaron representantes de 52 empresas rusas. En esa ocasión trascendió que Titov abogó por estimular a los emprendedores privados de la isla, en especial a las mipymes.
Un detalle: esta última estancia de Titov en La Habana no recibió cobertura informativa en ninguno de los principales medios de difusión cubanos. Es como si a Díaz-Canel y compañía no les hubiese agradado mucho la nueva presencia aquí del reformador de la economía cubana. ¿Habrán detectado los rusos alguna desviación en la estrategia trazada, y optaron por un rápido regaño?
Mas, sea de una u otra manera, lo cierto es que la velocidad que van adquiriendo las relaciones económicas entre La Habana y Moscú hace pensar que más temprano que tarde pudieran alcanzar los niveles que existían cuando la época de la Unión Soviética.
Según cifras tomadas del Anuario Estadístico de 2022, elaborado por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en el año 2017 el intercambio comercial de bienes entre ambos países ascendió a 434,9 millones dólares. Pero ya en el pasado 2022 el monto alcanzó los 846,2 millones de dólares. O sea, casi el doble. Si en el 2017 Rusia ocupó el séptimo lugar entre los socios comerciales de Cuba, ahora en el 2022 se clasificó en el quinto lugar, por detrás de Venezuela, China, España y Canadá.
Por otra parte, también ha trascendido que las autoridades rusas aplazaron hasta el 2027 el pago de la deuda cubana que asciende a 2300 millones de dólares más intereses. Al propio tiempo, el gobierno ruso aseguró recientemente que proseguirá la entrega de “ayuda humanitaria” a Cuba en el espíritu de la asociación estratégica entre Moscú y La Habana.
Otro elemento importante en el contexto de las relaciones entre ambos países lo constituyen unas declaraciones formuladas a la agencia Tass por el propio Boris Titov, en el sentido de que pronto el sistema financiero cubano aceptará pagos en rublos mediante la tarjeta MIR. Es decir, que los ciudadanos rusos de paso por Cuba no tendrán que realizar ningún cambio de moneda ni utilizar efectivo para adquirir bienes y servicios en la isla.
Se trata, entre otras cosas, de una medida que busca incrementar el interés de los rusos por el producto turístico cubano. Un sector económico que no acaba de proyectar el despegue que necesita la alicaída economía castrista.
Hasta el pasado mes de agosto, los turistas rusos ocupaban el cuarto lugar en el número de visitantes a la isla. Solo eran superados por canadienses, la diáspora cubana y los estadounidenses.