AREQUIPA, Perú – La torre trampolín en la piscina del emblemático Hotel Riviera de La Habana, colapsó en la noche de este martes, reflejo de la desidia de las autoridades cubanas y la crisis existente en el país.
Fotos tomadas por este diario muestran la estructura de concreto derrumbada dentro de la piscina sin agua. Según reportes de la prensa oficial del régimen cubano que datan del 2016, las instalaciones se encuentran cerradas por reparación.
No obstante, no han existido actualizaciones de obras, ni tampoco se aprecian en las fotografías equipos de reparación o albañilería en el área, lo cual apunta a un colapso en total abandono.
Los usuarios de CubaNet en Facebook, lamentaron el actual estado del hotel y evocaron épocas de esplendor arruinadas por 65 años de dictadura castrista.
“La continuidad de la desidia reflejada en uno de los hoteles más bellos y funcionales, su diseño exterior e interior es excelente. El Riviera es un emblema de la Habana y su litoral”, comentó Miriam Ramírez Santana.
“Pasé allí mi luna de miel en 1969 era el mejor, que tristeza”, señala una cibernauta identificada como Fina Bello.
Inaugurado en 1957, el Hotel Riviera fue nacionalizado durante la revolución del dictador Fidel Castro luego de 1959. Ello, luego de arrebátaselo a su propietario original, el adinerado mafioso Meyer Lansky.
Lansky fue considerado durante décadas uno de los más poderosos jefes de la mafia y cerebro del clan La Habana-Las Vegas, que realizó grandes inversiones en casinos y logró suculentos resultados.
Uno de ellos fue el hotel Habana Riviera, que se inauguró en 1957 fruto de las buenas relaciones entre Luciano y el dictador cubano Fulgencio Batista, que financió estas operaciones.
Este complejo hotelero formaba parte del proyecto de levantar un paraíso soñado para la mafia y establecer un lugar desde el que dirigir sus negocios en Estados Unidos, y que dio como resultado hoteles como el Deauville y Flamingo, que también se inauguraron a escasos años del triunfo de Castro.
El nieto de Lansky declaró en 2015 al diario Sun Sentinel que su abuelo nunca recuperó el dinero invertido en aquel hotel, que tuvo un coste cercano a los ocho millones de dólares, y del cual tiene documentación que demuestra su propiedad.
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