LA HABANA, Cuba — Justo Javier Izquierdo, salvavidas de Guanabo, expone: “Da pena ver a los confiados veraneantes tomar el sol sobre la arena, bañarse en el mar en zonas donde van a parar aguas albañales”.
Guanabo presenta peor situación ambiental que las otras nueve playas en cadena al este de La Habana, diferenciadas solo por sus nombres. Tiene mayor población permanente y transitoria y mayor afluencia de bañistas incluso extranjeros como villa turística y por disponer de más cantidad de centros de trabajo, servicios, estudio y recreación que las otras playas de la zona.
Carlos Reyes Consuegra, de Cruces, provincia Cienfuegos, en ocasional visita a Guanabo, opinó: “Quienes se bañan en esta playa desconocen el peligro para la salud por las aguas negras que corren por las calles desde las viviendas hasta el mar. Ningún cartel advierte prohibición de baño”.
El Departamento de Planificación Física paradójicamente pone en marcha una operación quirúrgica y estética, derrumba inmuebles de la década de 1950 y anterior, ruinosos en su mayoría, construidos en la franja costera o próxima e instala pasarelas sobre las dunas para evitar daños al caminar sobre la arena pero, por otro lado, se descuida de urgentes medidas para eliminar focos contaminantes originados por basuras por cualquier parte y las aguas negras corriendo por calles y avenidas hacia el mar provenientes de fosas desbordadas de viviendas, centros laborales, de servicios, recreativos, agudizado con la aparición de nuevos barrios y consiguiente aumento poblacional en el último medio siglo de existencia de Guanabo, que fue antiguo barrio rural reconocido por Cédula Real el 26 de julio de 1803 con el hoy olvidado nombre Santa Ana de Guanabo.
No menos de 25 mil bañistas acuden diariamente en verano a esos balnearios públicos de arena natural; cifra a la que hay que sumar alrededor de 70 mil residentes permanentes y comarcas próximas, que nunca han tenido alcantarillado.
Sin embargo, años atrás no ocurría la actual situación de insalubridad. ¿Qué pasa ahora?
La población permanente y flotante creció desproporcionadamente en el último medio siglo. Aún crece, genera mayor cantidad de desechos que se acumula en solares, calles y arenales por deficiente recogida de basura y constituyen focos infecciosos.
El problema ambiental se agrava por tantas fosas de viviendas y establecimientos desbordadas, aguas albañales por calles y avenidas hasta el mar. Ninguna autoridad de gobierno ni sanitaria da solución.
La abulia es tanta que ni siquiera multan a infractores por la agresión medioambiental, sean particulares o estatales. Aunque existe un camión-cisterna municipal para la limpieza de fosas con cobro de quince pesos por paila de aguas negras extraída, la mayor parte de la población ni conoce la existencia del servicio, que debiera ser obligatorio, sancionable, para que por tanta dejadez no continúen las aguas servidas en su marcha infranqueable por calles y avenidas.
Pareció que el problema de los albañales se resolvería en la década de 1980, con el formidable plan ecológico-científico de construcción del alcantarillado de Guanabo. Consistía en recolección y conducción de aguas negras hasta grandes depósitos donde serían procesadas obteniéndose agua depurada y abono orgánico a emplear en la agricultura en el extenso valle a los pies de las colinas de Guanabo. Se llegó a soterrar gruesos tubos en Avenida Primera, próxima a costa. Las labores iban bien y rápidas, pero dos trascendentes eventos paralizaron la construcción del alcantarillado: el desplome de la Unión Soviética, que cortó repentinamente el jugoso subsidio a la isla y la celebración de los XI Juegos Panamericanos y del Caribe en Cuba en el verano de 1991.
El prepuesto para el alcantarillado se distrajo en la construcción de la Ciudad Panamericana, en Cojímar y construcción o remodelación de estadios. El llamado Período Especial recién comenzaba y con él la época de mayores restricciones económicas y penurias. El alcantarillado para Guanabo ni se volvió a mencionar.