LA HABANA, enero – Miles de personas con limitaciones físico-motoras, necesitadas de sillones de ruedas y otros accesorios médicos, son estadísticas en la larga lista de solicitudes para obtener estos recursos.
Juana María Oliva, una anciana de 82 años afectada por serios problemas circulatorios, acompañados de flacidez muscular –que le impiden caminar–, tendrá que esperar por un milagro económico para poder obtener un sillón de ruedas que le permita mitigar sus dificultades de salud.
Su hija, Dinora Barricochea Oliva, de 32 años, confiesa haber agotado todas sus posibilidades sin haber conseguido ningún resultado positivo.
Nos cuenta Barricochea Oliva que “comencé a realizar los trámites para resolver un sillón de ruedas para mi mamá a través del Médico de la Familia, porque el primer paso es obtener un certificado médico que avale su discapacidad. Una vez que me dieron el certificado me dirigí al Policlíco Docente Reina, que es al que nosotros pertenecemos, ubicado en la Calzada de Reina, en el municipio Centro Habana, La Habana, porque es el Policlínico la única institución encargada de entregar este recurso. Pero imagínese cuál no fue mi sorpresa cuando la funcionaria que me atendió me dijo que había una extensa lista de solicitudes, y el año pasado sólo habían entrado 4 sillas de ruedas, y todas con defectos”.
Logramos hablar con una trabajadora del centro docente municipal, que como en la mayoría de los casos nos pidió discreción sobre su identidad, para evitar que la expulsaran.
Según el testimonio de esta trabajadora, “las sillas de ruedas que llegan a nuestro establecimiento son de uso y vienen muy maltratadas. La mayoría las traen de los asilos de ancianos. Hay que esperar que los asilos reciban sillas nuevas para que entonces nos envíen algunas de las más deterioradas”.
Un ex funcionario de la Dirección Municipal de Salud del municipio Centro Habana, que laboró durante 10 años en ese organismo, nos aseguró que “durante el período que yo trabajé en ese municipio existía en la calle San Miguel, esquina Lealtad, una vieja casona abandonada que la dirección de salud utilizaba como almacén para guardar sillas de ruedas, bastones, andadores, muletas y otros recursos, para el abastecimiento de centros hospitalarios y enfermos con discapacidades; pero lo cierto es que nunca cumplieron ninguna función. El local estaba abarrotado de estos medios, y como la edificación estaba tan deteriorada, cuando llovía se mojaba más adentro que afuera, y no te puedes imaginar cuántos de esos recursos se echaron a perder sin que jamás se les diera salida. ¡Con tanta gente necesitada esperando! Así que no te extrañe que cada día tengamos menos”.
Entre las gestiones realizadas por la joven de 32 años, para tratar de darle solución al problema de su madre, se dirigió al centro de prótesis y accesorios, conocido por el nombre de Cuba-RDA, pero la encargada de tramitar las solicitudes le aseguró que en ese centro “no se fabrican Sillas de Ruedas”.
“Sin embargo –nos cuenta Dinora Barricochea– la encargada de las solicitudes me dijo que ella conocía a una persona que resolvía las Sillas de Ruedas, “nuevecitas”, a un precio de 150 dólares. Es un verdadero infierno lo que estamos pasando con la salud pública en este país”.
Estar enfermo siempre es un problema; pero en Cuba, parece que la peor enfermedad comienza cuando tratas de encontrar el remedio.