LA HABANA, Cuba. — El 25 de octubre de 1868, unos días después del alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes, se unen a las tropas insurrectas bajo el mando del capitán Rondón José, Antonio y Justo Maceo.
Contaba José 19 años cuando se inicia en la lucha por la independencia de Cuba. Había nacido el 2 de febrero de 1849. La familia Maceo Grajales era numerosa, y aunque los hijos no asistieron a escuelas costosas, sí tuvieron buenos maestros de mucha rectitud y experiencia. Además, sus padres cultivaban la inteligencia, e inculcaban en los hijos el amor al trabajo y a la patria y valores morales como el sentido del honor.
José, al igual que sus hermanos, desconocía el arte de la guerra, pero poseía gran valor y mucha astucia, y así lo demuestra en el combate de Ventas de Casanova y en el de El Cobre. Pronto es ascendido a cabo, y antes de tres años ya era capitán.
José Maceo participa en numerosas batallas, y es herido en varias ocasiones. A los 26 años ya es comandante. El 7 de agosto de 1877, en un enfrentamiento con los españoles en Mangos de Vigía, le salva la vida a su hermano Antonio. En más de una ocasión se le escuchó decir a este: “Vivo por mi hermano José”. Cuando Antonio protesta en Baraguá contra la indigna paz de El Zanjón, José está a su lado. Pocos días después es apresado en Cuba y confinado a las cárceles de Chafarina, y luego a la prisión de Ceuta, desde donde logra escapar con otros patriotas y llega al peñón de Gibraltar. De ahí viaja a Argelia y recibe apoyo de las autoridades francesas, que le facilitan el regreso a Nueva York.
Cuando José Martí lo visita en Costa Rica, no titubea para ponerse a disposición de la patria. Tiene entonces 44 años y está recién casado. Según anotaciones de Fermín Valdés Domínguez, José le dijo: “Solo Martí pudo sacarme de mi nido de amores, solo él que me obligó con su patriotismo y me sedujo con su palabra”.
El 1º de abril de 1895 vuelve José a la patria, y alrededor de las 5 de la mañana desembarca por la zona de Duaba, Baracoa, junto a su hermano Antonio, Flor Crombet y 23 patriotas más. Fueron días muy difíciles, perseguidos y acosados por tropas españolas. Solo pudo superarlos por sus principios y fortaleza física.
Pocos días después del desembarco, recibió los grados de mayor general, y participó junto a Antonio en la campaña de Oriente. El 20 de octubre fue nombrado jefe del primer grupo de ejército.
Libró más de 80 combates, siempre al frente de la tropa para ocupar la plaza de soldado. Era el primero en avanzar sobre el enemigo. El 5 de julio de 1896, en Loma del Gato, resultó mortalmente herido. Su escolta y ayudantes lo trasladaron al cafetal La Soledad en Ti Arriba, Songo-La Maya, Oriente, y allí falleció en horas de la tarde el “león de Oriente”, precisamente en el mismo lugar donde había combatido por primera vez contra el ejército español.
El 24 de julio de 1896, el generalísimo, Máximo Gómez, en carta al mayor general Antonio Maceo, le expresa: “La muerte del general José Maceo ha causado hondo pesar en los corazones de todos sus compañeros de armas, y ha abierto en las filas del Ejército Libertador un claro difícil aún de superar, y es que rara vez en nuestra vida militar se encontrarán unidos en un hombre a los nobles dones del sentimiento: lealtad, desinterés y abnegación, y a las grandes virtudes marciales: el valor, la subordinación y la hidalguía, que son los factores que contribuyen a construir el verdadero patriotismo y las causas que generan la admiración con que la humanidad agradecida y subyugada tributa la reverencia de su homenaje a los valores inéditos”.
También Fermín Valdés Domínguez, en el homenaje que le rindiera en El Cubano Libre el 30 de julio de 1896, publicó: “Si el soldado es invencible, el hombre es intachable por sus virtudes políticas: es un genio; y de su vida puede decirse que, como en las alas del cisne, hay polvo, pero nunca manchas”.