LA HABANA, Cuba.- ¡Qué frases tan hermosas se escucharon en La Habana, este jueves 23 de junio! Fueron dichas en el contexto de la firma de los acuerdos de paz para Colombia, y todas se referían a la paz, la tolerancia, la reconciliación, y el respeto por las opiniones del adversario.
El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, expresó que “hoy el proceso de paz colombiano valida la perseverancia de todos aquellos que trabajan por poner fin al conflicto violento, no mediante la destrucción del adversario, sino mediante la búsqueda paciente de una solución conciliatoria”.
El líder guerrillero, “Timoleón Jiménez”, apuntó que “necesitamos que en nuestro país se produzca efectivamente una definitiva reconciliación”. Por su parte, el presidente Juan Manuel Santos aseveró que “ahora que pactamos la paz, defenderé le derecho de las FARC a expresarse y que sigan su lucha política por las vías legales, así nunca estemos de acuerdo. Esa es la esencia de la democracia”.
Mientras tanto, el periódico Granma, en el artículo titulado “Cuba , capital de la paz”, se hacía eco de las opiniones de varias personalidades internacionales que exaltaban el papel de la isla al servir de anfitriona de las conversaciones entre la guerrilla y el gobierno colombiano. De igual forma, el articulista, al argumentar que Cuba se hubiese convertido en el ombligo del mundo, recordó el encuentro que sostuvieron aquí el papa Francisco y el patriarca Kiril de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Es decir, un diálogo entre dos Iglesias con diferencias milenarias.
Sin embargo, es lamentable que hacia el interior de la isla no se apliquen esos mismos sentimientos de tolerancia, reconciliación, y respeto hacia las personas que piensan de un modo diferente al gobierno.
Todo lo contrario: la represión gubernamental no se detiene. Un ejemplo de ello lo constituyen las golpizas y maltratos que reciben las Damas de Blanco cada vez que deciden peregrinar por la Quinta Avenida de Miramar.
Y en el plano conceptual tampoco queda margen para una convivencia civilizada con aquellos que se manifiesten en contra de las autoridades. Por ejemplo, el Plan de Desarrollo Económico y Social hasta 2030, en el punto 213, refiere que se combatirán las discriminaciones por el color de la piel, género, orientación sexual, discapacidad, origen territorial, creencia religiosa y edad. Pero ni media palabra de eliminar la marginación por motivos políticos e ideológicos.
Por otra parte, el punto 66 de la Conceptualización del Modelo Económico y Social declara que “La defensa y la seguridad nacional constituyen objetivos esenciales para garantizar la preservación del sistema político, económico y social cubano, a los que se les brinda la máxima atención; la guardia revolucionaria no se descuidará jamás”. Después del restablecimiento de relaciones diplomáticas con su enemigo histórico, y por tanto transitar actualmente por una especie de distensión en el plano internacional, no es muy difícil concebir contra quiénes van dirigidas tales advertencias de los gobernantes cubanos.
Todo lo anterior nos lleva a la conclusión de que el castrismo ha convertido a Cuba en el candil de la calle y oscuridad de la casa.