LAS TUNAS, Cuba. –“Soy el oooocho. ¡El ooooocho!”, dijo un borracho al amanecer de este jueves, deteniéndose en mitad de la calle, frente al establecimiento pesquero.
Al otro lado, en el portal de la casa de la esquina, un grupo de hombres, mujeres y niños, permanecían sentados en el piso. Otros, se apiñaban junto al muro de la pescadería, mientras un tercer grupo, habíamos encontrado acomodo en el bordillo de la callejuela.
“¿El ocho…? ¡Qué lindo tú eres, eh Sánchez! ¿Y yo qué soy… el dieciséis?”, se escuchó una voz de mujer desde el portal, seguida de risas.
Los del portal habían pasado la noche allí y eran dueños de la situación. Nosotros no.
La corrida de las cojinúas recién había comenzado. Pero, llegados a las tres de la madrugada, para situarnos en cola este tercer día de venta de pescados, como un garrotazo recibimos la noticia:
“Ya ni la pesquera es de Puerto Padre”.
“¡Cómo…!!!!”
“Como lo oye, aquí no hay partido, (comunista) gobierno, ni sindicatos ni nada”, dijo un albañil del Ministerio de la Construcción (MICONS), al final de su relato, en el que afirmaba, sólo haber recibido en el mes trescientos veinte pesos de paga, luego de haber trabajado cuatro semanas de lunes a sábado.
“Con eso no puedo ir a las TRD, (Tiendas Recaudadoras de Divisas) por eso estoy aquí, para ver si consigo pescado a 17 pesos el kilogramo aunque sea con tripas y todo, y mire, ni eso”, dijo el albañil.
La radio local informó este lunes del buen inicio de la corrida de la cojinúa y la venta racionada de 5 kilogramos de pescado por persona para “evitar revendedores”.
Pero los “revendedores” estaban dentro de la propia institución estatal: ya el establecimiento pesquero no pertenecía al municipio de Puerto Padre, sino al de Manzanillo. Y hacia allá iba buena parte del pescado. De hecho, este jueves habían reducido el racionamiento de 5 kilogramos a sólo 2 kilogramos per cápita.
Se decía de un arribo de dos toneladas de cojinúas este miércoles. Pero a Puerto Padre sólo correspondían cuatrocientos kilogramos. Y eso lo sabían quienes se habían atrincherado en el portal de la esquina. Y para eso habían traído a los chicos con ellos: para ponerlos en cola.
“¿¡Los niños no comen!?”, espetó iracunda una mujer, a quienes algunos criticaron poner los hijos delante en la cola de las cojinúas.
“Yo lo siento por la gente de Puerto Padre que ahora tiene menos pescado. Pero Tunas (la provincia) es la última carta de la baraja. Ni nos pagaban conforme al trabajo, ni suministraban petróleo ni reparaban los barcos. Mucho antes Manzanillo debió hacerse cargo de esto; (el establecimiento pesquero) ahora nos pagan lo debido, las embarcaciones están en buen estado y nos suministran el petróleo y los víveres necesarios”, dijo un pescador a este cronista pidiendo no ser identificado.
Si en verdad estuviera apto en lógica, tocaría al Partido Comunista “(…) fuerza dirigente superior del Estado”, según el Artículo 5 de la Constitución de la República, responder por qué desde el municipio Manzanillo, en la provincia Granma, tienen que administrar y usufructuar los recursos pesqueros del municipio Puerto Padre en la provincia Las Tunas, causando graves desventajas alimentarias a la población local.
Pero, mientras llega la respuesta del Partido Comunista, ya en la calle la gente se ha inventado una. Según dicen, el pescado es para las barrigonas.
Este corresponsal imaginó mujeres embarazadas, pero varias personas en cola lo sacaron de su error diciendo a coro:
“Para las barrigonas de los jefes”.