LA HABANA, Cuba.- Nadie duda de que Carlos Acosta, después de una deslumbrante carrera como bailarín y coreógrafo, que lo llevó a los planos más destacados del universo de la danza en el mundo, se ha comprometido seriamente con el impulso y la promoción de ese arte en Cuba.
Un ejemplo es su propósito de recuperar las edificaciones —hoy en el abandono, consideradas joyas de la arquitectura nacional— que diseñaron Ricardo Porro, Vittorio Garatti y Roberto Gottardi para la Escuela Nacional de Arte de Cuba, donde Acosta pretende crear un centro de enseñanza para bailarines con bajos recursos de todo el mundo.
En el Reino Unido se ha estrenado el cortometraje Full Circles, que cuenta la historia de estos bellos edificios. Al parecer, y paradójicamente, lo más difícil no ha sido conseguir los recursos para tan grandioso proyecto, sino lograr la aprobación de las autoridades culturales cubanas, que exigen controlar esos recursos.
También creó la compañía Acosta Danza, con la intención de fundir el ballet clásico con estilos danzarios más actuales, apelando a su experiencia y al apoyo de muchas instituciones y patrocinadores extranjeros, además de las autoridades culturales del país.
Ahora se ha lanzado a un proyecto que no es más ambicioso que aquellos, pero que sí está resultando problemático o inapropiado para algunas personas del mundo complejo de la enseñanza danzaria. Nadie le llama “escuela”. Incluso, a veces es casi un tabú o un tema del que mejor no se habla.
En la página web de la institución encontramos que “el Grupo Artístico Docente de Acosta Danza” (GAD Acosta Danza) “será un centro formador en el que se cursará el Nivel Medio Superior, desarrollará bailarines con una técnica mixta (danza contemporánea y ballet) para integrar las filas de Acosta Danza y otras compañías del país”, y “lo respaldan el Ministerio de Cultura, el Centro Nacional de las Escuelas de Arte y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas”.
Son 6 hembras y 5 varones, escogidos en tres audiciones a lo largo del país, entre 14 y 16 años, con nivel elemental terminado. Según los conocedores, se trata de un experimento que abarca desde la propia concepción del proyecto hasta el programa de estudios, para formar lo que Acosta llama un bailarín íntegro, que pueda “bailar de todo”.
Una maestra de alto nivel en la Escuela Nacional de Ballet, muy reconocida pero cuyo nombre no es apropiado citar, le tiene una gran admiración a Acosta y está dispuesta a apoyarlo en todo, pero su proyecto le parece “una idea un poco loca”. De entrada, no le encuentra una base sólida y le parece que su propósito general es “demasiado abarcador”. Además, “no es que ese tipo de bailarín no se pueda lograr, sino que, entre otras cosas, resulta dudoso que esa sea la edad apropiada”.
Esa “escuela” del exbailarín “queda fuera de contexto en este país, donde todo está bien ‘cuadriculado’, en el mejor sentido de la palabra”, dice otra maestra bajo condición de anonimato. “Por ejemplo, la escuela de ballet tiene su sistema de enseñanza, su estilo y su técnica. La educación artística se ha deteriorado mucho por todo lo que sabemos, pero está bien diseñada, con una metodología bien pensada”.
Nadie afirma que esa educación sea infalible, por supuesto, pero ha demostrado que tiene resultados y que funciona. Y tampoco, naturalmente, hay quien se oponga a los cambios que sería muy útil implementar y a la apropiada incorporación de algunas nuevas tendencias que enriquecen el arte danzario y su enseñanza en el mundo.
“Aunque tengas garantizado todo lo material, hasta el uniforme”, dice la maestra, “eso es una locura a esa edad. ¿Qué vas a enseñar? ¿Dices que los de ballet tienen que aprender más danza y los de danza tienen que aprender más ballet? ¿Y qué otras asignaturas se impartirán? Hasta donde sé es solo Ballet, Danza, Folklore y Técnica de Dúo”.
Ante todo, Acosta “se le presentó a Alicia (Alonso), le pidió permiso y hasta le llevó un regalo. Todo eso está bien, pero fue pura política. Alicia tiene tanto poder que, si quiere y él no la pone de su lado, ella puede destruir cualquier proyecto de él al momento”.
Por otro lado, aunque la compañía del exbailarín, Acosta Danza, ha logrado buenas críticas en general, no faltan quienes no ven que la agrupación avance con el paso que debiera. Por ejemplo, no tiene coreógrafos dentro de la compañía, a pesar de que algunos bailarines, como Raúl Reinoso o Ely Regina, han demostrado talento y han montado piezas con el Ballet Nacional. No obstante, Acosta utiliza a coreógrafos invitados, famosos internacionalmente, con coreografías ya probadas, seguramente para no arriesgarse.
Algunos creen que, aunque el artista anunció que pretendía hacer algo diferente y novedoso, todavía no ha convencido por completo con lo que ha mostrado, que “ni es tan nuevo ni para tanto escándalo”. ¿Hasta cuándo hay que esperar para que uno pueda vislumbrar realmente lo que él quiere?, se preguntan.
Ya se han ido algunos bailarines. Uno de ellos, Luis Valle, ha regresado al Ballet Nacional. “Yo pensaba que eso era otra cosa”, dicen los que esperaban que iban a bailar más y que todo no iba a ser “tan contemporáneo, tan para la danza”. En fin, aspiraban a hacer algo parecido a lo que el mismo Carlos Acosta había hecho en su carrera.
¿Qué le sucede al genial exbailarín? Es evidente que no resulta lo mismo trabajar con el Royal Ballet que con el Ministerio de Cultura y las “peculiaridades” del país. Pero también se nota que Acosta no se da cuenta de sus problemas. Ha equivocado su estrategia y, además, pasa poco tiempo en Cuba.
Alguien que trabaja en el Ballet Nacional y prefiere el anonimato, piensa que Acosta creyó que “asegurando las condiciones materiales podría armar un proyecto vendible. Pero es vendible solo en Cuba. En el extranjero a quien quieren ver bailar es a él, no a sus bailarines, aunque sean excelentes. Además, ya un productor le dijo: ‘Lo que a mí me compran son programas de ballet clásico. Mira: en Noruega, 45 funciones de Cascanueces’. Piensa que metiendo tres guaguancós, con unos batá, un pas de bourrée, dos mulatos bailando ahí y otra allá haciendo fouettés con un vestidito corto, ya ‘partió el palo’”.
En cuanto al GAD Acosta Danza, según otra maestra consultada, “está claro que Carlos Acosta ha sido más artista que maestro. De entrada, que no tengas un programa de estudios de algunas de las cosas que se van a impartir es un error. La directora es una excelente maestra y las condiciones son fantásticas. ¡Pero no tienes en esencia un programa!”
Los Ministerios de Cultura y de Educación seguramente aspiran a que un día esa institución se llame Escuela Carlos Acosta. “Lo que pasa”, dice ella, “es que es dinero para el Ministerio de Cultura. Libras esterlinas. La intención es que el proyecto sea más grande. No importan los resultados, sino los convenios con la escuela del Royal Ballet. Es más negocio que otra cosa. Y no es que Carlos Acosta lo haga por dinero, claro que no. Pero su proyecto va a parar en eso”.