LA HABANA, Cuba. -Transcurre la semana de receso escolar. Desde el 12 hasta el 20 de abril, los estudiantes de la Educación Primaria y Secundaria descansan de sus estudios. Las opciones de entretenimiento son pocas. Muchos parques infantiles están destruidos y los que no, cobran la entrada.
El parque infantil de la calle 378, en Santiago de las Vegas, se puede considerar inservible. Es uno de muchos parques públicos a lo largo de la Isla. Sus atracciones son como amasijos de hierro con pinchos listos para herir al que se monte en ellas. Da la impresión de que el lugar es tierra de nadie, porque no hay quien se ocupe de darle mantenimiento. Con todo, todavía es visitado por los vecinos de la zona.
El lugar fue fundado en el año 1980. Aunque ninguno de sus aparatos fue motorizado desde el principio, todos estaban en perfecto estado. Después de un largo tiempo sin reparaciones, en el 2006 fue restaurado.
Aurora, la última guardaparque, nos cuenta:
“La ultima reparación se hizo hace 4 años. Cercaron con bloques, repararon todos los aparatos y pintaron. Como en años anteriores, a la semana ya no quedaban bloques en pie. Se los habían robado durante la noche. También las cadenas que sostenían los balancines y algunos tubos. Las atracciones como las canales deslizantes y el tiovivo desaparecieron, como si las hubiera arrancado el viento. Lo que queda, está en mal estado, incluso puede ser peligroso para los niños que todavía visitan el parque. El otro parque en las afueras del pueblo está bueno, pero los precios son muy altos.”
El parque al que se refiere Aurora es uno pequeño, llamado “El Ruiseñor”. Perteneciente a ‘particulares’, tiene aparatos inflables y está situado a la entrada de Santiago de las Vegas.
En una entrevista en ese lugar, una madre de dos niños jimaguas de 5 años que prefirió el anonimato, dijo:
“Es difícil inventar para distraer a mis hijos en esta semana. Los mejores parques a los que uno puede ir son caros. Aquí se entretienen mucho, pero en menos de tres horas ya he gastado 15 dólares. Cada paseo en las motos eléctricas cuesta 1 dólar. La entrada cuesta 50 centavos de dólar. Además cobran otros 50 centavos por cada media hora en la atracción que uno elija, ya sea el futbolín, los aparatos inflables o la canasta de baloncesto. Si a eso le sumas la comida, que es cara, al final concluyes que no se puede venir, a menos que estés dispuesto a gastar un salario entero. Yo arreglo uñas en mi casa ‘por la izquierda’. Trabajo casi todo el día sin parar. Vine hoy al parque, pero no creo que pueda volver en buen tiempo.”
Por más de 50 años, los niños cubanos se las han ingeniado para poder jugar. Antes de 1959 ya existían los juguetes caseros. Trompos, carriolas de madera, aros de bicicleta guiados con un alambre, canicas, tirapiedras y muchos más. Todos estos han perdurado hasta hoy. Los juguetes que venden en las tiendas, son exageradamente caros. Solo algunos pueden darse el lujo de comprarlos.
Ricardo Cala Urquiola, uno de los vecinos que vive cerca del parque destruido, comentó:
“Nuestros hijos están jugando en la calles, corriendo peligro pues pasan los carros. Además tienen que inventarse sus propios juguetes. Mi hijo tiene 12 años y yo 39. Hoy día lo veo jugando en la calle con los mismos juguetes que yo usé. Se puede apreciar la necesidad, incluso en un juego de futbol callejero. Para marcar los límites de las porterías, los niños usan dos piedras, o armaduras de mesas que se roban de escuelas de la localidad. Los zapatos de los jugadores son verdaderas obras de arte. Remendados con scotch tape. Hay muchos que juegan con los pies descalzos.”
En el diario oficialista Granma del 4 de octubre de 2010, durante el vigésimo aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, José Juan Ortiz, representante en Cuba del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), aseguró que la peculiaridad del gobierno de la Isla es “desde hace muchos años tener a la infancia como prioridad política”.